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VIAJEROS URBANOS

Dulce refugio campestre en Gran Canaria

El hotel rural Las Calas está en el apartado barrio de La Lechuza, en el municipio de San Mateo Un lugar ideal para disfrutar del festival de senderismo que se celebra en la isla canaria del 15 al 22 de septiembre

Una de las habitaciones de este hotel rural.
Una de las habitaciones de este hotel rural.

El paraíso mide en Gran Canaria 2.000 metros cuadrados y se accede a través de un portón automático de madera tras el cual la gobernanta filipina Marilyn hace las veces de un San Pedro custodiado por una perra ratonera en la tercera edad con aspecto de chihuahua, Pinta, y una joven schnauzer que te seguirá aunque no la llames por su nombre, Frida. El hotel rural Las Calas está situado en el alejado barrio de La Lechuza del municipio de San Mateo, entre hermosas montañas, en el centro de la isla, a un tiro de piedra de la cumbre. Cuesta entre 80 y 95 euros la noche, con desayuno incluido, y tiene capacidad para 25 huéspedes. Pero solo se llena en invierno. Así que –y esto es un secreto– en verano puede ocurrir un milagro: que estemos solos. Una circunstancia más probable si convencemos a un grupo de amigos para que nos acompañen. Merecerá la pena. Y mientras los pobres mortales se tuestan vuelta y vuelta en playas abarrotadas del sur de la isla, los elegidos haremos arrumacos con el mismo sol pero acariciados por el silencio.

Cruzas el umbral de madera y Marilyn te indica en esforzado español donde aparcar el vehículo. Empiezan las sorpresas. Al parking sobre suelo de guijarros con capacidad para nueve coches se accede por un pasillo de calas, naranjos y mandarinos. A la derecha asoma una piscina. Pequeña, pero suficiente. Con una altura máxima de 1,70 metros y algunos chorrillos de agua con que masajearnos. Está situada en una zona de césped ambientada con comodísimas tumbonas de madera. Los ángeles en bañador seremos los huéspedes. El chapuzón nos lo alegrarán los muchos pajarillos que nos pían como un coro celestial desde los pinos que marcan la linde con el mundo terrenal. Frida, mientras tanto, sesteará a la sombra sobre los cojines de cuero blanco de los sofás, bajo las cubiertas de tela blanca de cualquiera de las dos pérgolas de hierro.

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Enfrente de la piscina, un saloncito con baño nos informa de todo lo que necesitamos saber sobre senderismo. En esta zona de la isla puede practicarse sin freno. Ahora, Las Calas promociona la primera edición del Gran Canaria Walking Festival, que entre el 15 y el 22 de septiembre de 2012 intentará que el turismo de senderistas en Gran Canaria logre el mismo prestigio que el de otras islas canarias. Lo merece. Y si a la izquierda del salón subimos los siete peldaños de piedra accederemos a un huerto con ciruelos, almendros, perales, cipreses, cebollas, papas y tomates.

La casona de dos plantas con paredes en color amarillo tostado es originaria de 1800. El cristal y la madera se asociaron para su restauración integral. Las Calas despliega sus habitaciones en la propia residencia de los dueños y en lo que fueron zonas de servicio y establos. Individuales, dobles, triples, suites. Las opciones las decide el huésped. Todas son diferentes y están comunicadas entre ellas por un pequeño jardín de hortensias, rosas, lavandas, dalias y camelias en cuyo centro destaca un árbol pelado del que cuelgan todo tipo de figuras de espejo de distintos colores. Rojas, verdes, amarillas, transparentes. El efecto de los rayos de sol sobre los cristales se refleja en el césped al vaivén del viento y la hora del día. Junto al tronco, dos modernas butacas blancas de diseño italiano invitan a contemplarlo.

El buffet del desayuno es suficiente y variado. Su calidad no tiene que envidiar a los de las grandes cadenas hoteleras. Con dos ventajas adicionales: la atención es personalizada y Marilyn lo acompaña siempre de zumos naturales. Plátano, manga, papaya, sandía, melón enano de Las Lagunetas, fresas de Valsequillo. Tras los cristales, las guardianas Pinta y Frida nos mirarán cada mañana como para darnos pena. Nosotros desayunaremos frugalmente sin sucumbir al chantaje.

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Las Calas: calle El Arenal, 38. La Lechuza, San Mateo. (0034) 928 661 436.

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