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RUTAS POR LA COSTA

Viento del norte contra el calor

De la Costa da Morte a la ría de Urdaibai, cuatro rutas en coche para disfrutar de la costa cantábrica

Playas surferas, selectas dosis de turismo urbano y gastronomía local, enclaves costeros ya transitados por las galeras romanas y hasta villas medievales a dos pasos del mar. De la Costa da Morte a la ría de Urdaibai, el litoral cantábrico a través de cuatro rutas en las que el omnipresente viento del norte funciona como perfecto refrigerio contra el calor.

01 Surf y cachelos

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Una linterna de dos mil años

Desde Malpica hasta A Coruña, la Costa da Morte se extiende sinuosa entre rocosos acantilados y playas surferas de oleaje atlántico. Buño, enclave de tradición artesanal y foco fundamental de la alfarería gallega, marca el inicio de una ruta que en dirección a Agualada propone seguir el curso del Anllón hasta el bosque encantado de Refugio de Verdes, un espacio natural donde el cauce se convierte en protagonista máximo mezclando cascadas y rápidos bajo puentes de madera y piedra. Silencio, tranquilidad y sosiego, sólo roto por el sonido de la naturaleza.

Regreso a litoral con la tabla bajo el brazo. La Costa da Morte cuenta con reductos surferos de buen oleaje y acantilados de fondo. Las playas de Razo, Baldaio y Arteixo, comparten grandes extensiones de dunas, mucho viento y buenas olas. Imanes para surferos. Desde la playa de Arteixo, rumbo a Caión, el viajero puede disfrutar de un largo y agradable paseo salteado con delicias locales como sardinas, cachelos (patatas gallegas) y pimientos.

Museos, acuarios y un faro milenario completan la ruta, ya en A Coruña. De la Casa Museo de Pablo Picasso a la Casa de los Peces, el Aquárium Finisterrae, donde se recrean los ecosistemas originarios del litoral gallego, con el protagonismo de especies como el pulpo y las focas. Al enfilar hacia la Plaza de María Pita, corazón de la ciudad, aparece la Torre de Hércules, recientemente declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y único faro romano que aún presta servicio. La leyenda asevera que Hércules derrotó en una cruel lucha al gigante Gerión y mandó construir esta torre sobre su cadáver.

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» www.coruna.es/torredehercules

02 'El gallego' sopla en Asturias

El puerto de Figueras garantiza, para empezar, una de las mejores panorámicas de Castropol y la ribera gallega. Los Tesones, bancos de arena que afloran con la bajamar, ofrecen una visión de la tradición pesquera que del lugar. Los Palacetes de Peñalba, siguiente parada y enclaves característicos de la costa asturiana gracias a su cuidada arquitectura indiana, sirven de antesala al pequeño cabo Punta de la Cruz, con magníficas panorámicas del litoral y azotado por el nervio del gallego, como se conoce al fuerte viento que barre habitualmente la zona.

El descenso hasta la villa marinera Tapia de Casariego recompensa con buena gastronomía y playas como la de Serantes, formada que combina dunas y marismas. Merece la pena dedicarle unos minutos al Mirador de Os Cañois para llevarse una buena foto del puerto y la costa tapiega, para ascender por un dique hasta el faro Isla de Tapia. El mirador natural Cabo Blanco permite comprobar por qué el verde, los acantilados de media altura y olas rompiendo incansables contra ellos definen la costa asturiana.

Mohías reserva un antiguo puerto romano como colofón de la ruta. El puerto de Ortiguera, encantador y prácticamente en el anonimato, sorprende por una orografía abrupta. De camino, el viajero se topa con la aldea pesquera Viavélez y las cascadas de Onetas, vestigios naturales que alcanzan los 30 y 40 metros de altura, gracias a una breve vía agropecuaria de dos kilómetros.

» www.tapiadecasariego.es

03 Zapateros, kiwis y sabiduría popular

Quizá por su ausencia de tradición pesquera, la franja costera cercana a Santillana del Mar es una de las zonas menos populares de la comunidad cántabra, lo que hace de ella, sin embargo, un lugar más interesante y atractivo.

Concha, paisaje de casas con encanto arquitectónico, marca el inicio de una ruta que visita la abadía de Santa María de Viaceli, en Cóbreces, antes de, entre montañas de un color verde intenso, pisar la playa de Luaña, referencia de sol y arena con un toque de frescura, en consonancia con el valle Novales, tierra de zapateros, que el viajero se encontrará más adelante. Novales ofrece un microclima, plantaciones de kiwis, plátanos, aguacates y naranjas, que explican el apodo de La Valencia de Cantabria.

La ruta continúa hasta Oreña, población interior dedicada a las antigüedades pero donde La Cuevona, se dice, predice el temporal en la cercana costa: emite un rugido cuando impera la mala mar. Muy cerca la ensenada de Puerto Calderón ya era apreciada por las naves romanas, que atracaban aquí para aprovisionarse de sus deliciosos cítricos.

Culmina la ruta con el encanto medieval de Santillana del Mar, que invita a apreciar su casco histórico, articulado por dos características calles empedradas y en forma de Y, jalonadas de palacios y casonas antiguas. El encanto permanece al salir de la ciudad por el pintoresco declive que conduce a Ubiarco. La bajada ya conforma un privilegiado mirador sobre el pueblo, desde cuya ermita de San Roque propone una pista sobre sus acantilados, con un tramo final a pie que conduce de nuevo a Puerto Calderón. En la cercana Playa de Santa justa, la escondida iglesia de Santa Justa prueba que Santillana del Mar sí tiene mar.

» www.santillanadelmar.es

04 Bosques animados y playas mutantes

Urdaibai y la ría de Gernika son parada obligada si se escoge recorrer la costa vasca. La gran belleza de su fachada acantilada, que se extiende en dirección al mar, son argumentos decisivos para todo viajero.

Desde el Mirador de Portuondo hasta la Isla de Txatxarramendi, en Sukarreita, la ruta propone de inicio un baño o una travesía en un trasbordador por sus inmediaciones, desde el muelle deTxorrokopunta hasta la playa de Laida. Pasado el mirador se llega hasta Forua, la parte más alta de la ría, donde se encuentran restos de un asentamiento romano que remiten, datados entre los I y IV de nuestra era.

Gernika, conocida como la capital histórica del País Vasco y eternamente unida a una de los cuadros más universales de Picasso, es para algunos un lugar encantado. De imborrable y sangriento pasado que remite a lo más crudo de la Guerra Civil española, en el Museo de la Paz de Gernika está plasmada la vuelta a la vida de esta ciudad, y resulta sumamente recomendable.

El Bosque de Oma da continuidad a una ruta que atraviesa las siluetas retratadas de sus árboles, que lo convierten en misterioso y animado para la población local. Agustín Ibarrola pretendió recrear y plasmar su particular diálogo con la naturaleza a través de dichos ojos, siluetas humanas y arco iris. A continuación, una playa mutante: el influjo del mar y las mareas influyen decisivamente en la variable morfología de la Playa de Laida. El puerto de Elantxobe culmina una ruta que se detiene en los pueblos de Natxitua y Ea, y sus paisajes de caseríos junto al mar.

» www.museodelapaz.org

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Surfistas en la Playa de Baldaio, Costa da Morte
Surfistas en la Playa de Baldaio, Costa da Morte
Playa de la villa marinera Tapia de Casariego, ASturias
Playa de la villa marinera Tapia de Casariego, ASturias

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