Cinco joyas jordanas
Acontecimientos imprescindibles para una visita a Jordania
Jordania ya es uno de los destinos clásicos para cualquier amante de las culturas antiguas y el mundo árabe. Casi dos décadas después de que Steven Spielberg convirtiera al Reino jordano en un lugar de turismo de masas, gracias a la película Indiana Jones y la última cruzada que obligó a Harrison Ford a caminar entre las ruinas de Petra, Jordania se ha convertido en el gran destino turístico de Oriente Próximo.
A ello contribuye el hecho de que sea el país más estable de la zona, con vecinos tan incómodos como Irak o Israel. Aprovechando su carácter amable con el turista, EL VIAJERO recomienda cinco acontecimientos imprescindibles en cualquier visita al Reino Hachemita:
1. Para empezar, puede ser muy buena idea un recorrido a última hora de la tarde por Jebel al-Lweibdeh, en Ammán, lejos del centro, la zona residencial de calles arboladas, villas con mucho encanto y magníficas vistas de toda la capital jordana.
2. Un paseo nocturno por el downtown de Ammán antes de acostarse también es muy recomendable. Algo de lo que ha sido el día queda en el aire, sobre todo en primavera. Una extrañeza serena invade calles y callejones. El visitante adquiere noción de que este lugar es diferente al del bullicio de la mañana, también con gracia, pero menos mágico sin duda.
3. Asistir a un concierto al aire libre en el Festival de Jerash. A ser posible un concierto de música árabe, que traerá la noche en los cánticos y en las músicas.
4. Un amanecer en el Monte Nebo es una experiencia tan inolvidable como un anochecer en Wadi Rum. Dos caras de la misma moneda. Colores que nacen o se desintegran. Del rojo al oro o del rojo al negro en unos instantes. Ninguna cámara fotográfica capta la realidad del momento, sólo su apariencia.
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5. Sentarse a la entrada de Petra, después de volver del interior, junto a la gente del lugar cualquier día. Mejor no tener prisa, ni nada que hacer, ni sentirse turista. Dejar que pase el tiempo y los viajeros entren y salgan. Sentirse jordano y sólo contemplar el panorama.
