Tres Lisboas entre tradición y modernidad

Muchas Lisboas emanan de la encantadora capital portuguesa que, en plena desembocadura del Tajo, ofrece rincones y actividades perfectas para un fin de semana. Recorrer a pie o en tranvía las empinadas calles de Alfama, Graça o el Bairro Alto, bajo la ropa tendida que cuelga de las ventanas de sus casas multicolor; dejarse caer por el barrio de Belem; o pasear junto al río bajo el puente 25 de Abril, son sólo una muestra de las múltiples propuestas que ofrece Lisboa.

Ante ese mare mágnum de alternativas, lo mejor es decidirse por una ruta y elegir dónde hospedarse para optimizar la escapada. Para los amantes de los bulevares y las zonas más tranquilas y burguesas, una buena opción es el Hotel Heritage Avenida Liberdade (4 estrellas, precio alto).

Este palacete restaurado de finales del siglo XVIII, que abrió sus puertas en 2006, está situado en la principal vía comercial de Lisboa, la avenida da Liberdade. Su diseño combina aspectos de la arquitectura tradicional con modernos aparatos tecnológicos. El exterior se ha mantenido, pero el interior fue virtualmente concebido para adaptarse a las exigencias de la vida moderna.

Pero si el visitante prefiere respirar el ambiente de la tarde y la noche lisboetas, tal vez esté más a gusto en pleno corazón del casco de la ciudad. El Hotel Bairro Alto (5 estrellas, precio alto) se ubica junto al Largo do Chiado, en pleno Bairro Alto, en cuyas calles se encuentran montones de restaurantes y locales de copas.

También en este hotel confluyen a la perfección tradición y modernidad. Inaugurado en 2005, este edificio del siglo XVIII ha sido convertido en un hotel de éxito. La decoración mezcla lo viejo y lo nuevo -televisiones de plasma sobre paredes con solera y detalles arquitectónicos antiguos-.

Una tercera visión de Lisboa es la de la arquitectura que se asoma al Tajo. El Hotel Tivoli Oriente (4 estrellas, precio medio) se erige a orillas del río junto a la estación de Oriente, en el Parque das Nações, sede de la Expo 98 y principal emblema de la modernización de la ciudad.

Desde el restaurante de la última planta del hotel hay unas extraordinarias vistas del Tajo y el puente Vasco da Gama, especialmente bellas al anochecer.