_
_
_
_
Blogs / El Viajero
El viajero astuto
Por Isidoro Merino
_

La escurridiza hormiga dinosaurio

Historia de un fósil viviente y su azarosa búsqueda

Isidoro Merino
Las enormes mandíbulas de la hormiga bulldog australiana propinan dolorosos mordiscos.
Las enormes mandíbulas de la hormiga bulldog australiana propinan dolorosos mordiscos.Getty Images

En Australia viven cerca de noventa especies de hormigas bulldog (Myrmecia), himenópteros de hasta cuatro centímetros, dotados de enormes mandíbulas y un aguijón venenoso con los que propinan dolorosos picotazos y mordiscos. Son tan agresivas como las avispas, están por todas partes, tienen muy buena vista y no vacilan en atacar en grupo —aunque sus hábitos son solitarios— cuando alguien se aproxima a sus nidos. El Museo Australiano de Sídney les da una puntuación de cinco sobre diez en su ranking de australianos peligrosos.

Un ejemplar de hormiga bulldog australiana, una de las mayores hormigas que existen.
Un ejemplar de hormiga bulldog australiana, una de las mayores hormigas que existen.Johan Larson (Getty)

Se trata de un género de himenópteros muy primitivo, con un aspecto muy similar al que debió tener un antepasado ancestral de todas las hormigas que apareció hace unos cien millones de años. Un pariente lejano que todavía vive en Australia, aunque se deja ver poco: la Nothomyrmecia macrops u hormiga dinosaurio. Esta protohormiga, una reliquia viva de la época en la que las hormigas evolucionaban a partir de las avispas, fue descubierta casualmente por unos naturalistas aficionados en 1932 en el parque nacional de Cabo Árido, en Australia occidental.

Vegetación del parque nacional de Cabo Árido, en Australia.
Vegetación del parque nacional de Cabo Árido, en Australia.Posnov (Getty)

El hallazgo causó gran excitación: “En términos entomológicos, era tan extraordinario como que alguien hubiera encontrado una manada de tricerátops pastando en alguna verde y remota estepa”, escribe Bill Bryson. Los científicos tardaron más de medio siglo en ver otro ejemplar de Nothomyrmecia. La expedición enviada por Museo Nacional de Melbourne fue incapaz de dar con la colonia de Cabo Árido, y posteriores búsquedas también acabaron con las manos vacías. Hasta que el azar, en forma de avería, volvió a entrar en juego: un equipo de científicos cruzaba el desierto del sur de Australia en un último intento de dar con la hormiguita. Se les estropeó el coche, tuvieron que acampar y uno de los científicos, llamado Bob Taylor, fue a hacer pis junto a un árbol. ¿Adivináis lo que encontró en el tronco? Exacto: una colonia de Nothomyrmecia.

Boletín

Las mejores recomendaciones para viajar, cada semana en tu bandeja de entrada
RECÍBELAS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Isidoro Merino
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_