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Reportaje:FUERA DE RUTA

Un trío de delirio

Entre Los Ángeles y San Francisco, un hotel digno de Barbie, los viñedos de la película 'Entre copas' y el castillo del magnate estadounidense que inspiró 'Ciudadano Kane'

Patricia Gosálvez

En menos de doscientos kilómetros, tres lugares fuera de este mundo. Sólo podría ocurrir en California. Un pequeño tramo de su costa central ofrece un trío de paradas entre la fantasía y el disparate.

01 Fantasía hotelera

Más información
Los Ángeles, lujo, fama y silicona

El Madonna Inn está en San Luis Obispo, a medio camino entre San Francisco y Los Ángeles, pero conceptualmente se encuentra entre Disneylandia y el chalé alpino de la Barbie. Es el templo hot pink (rosa chicle) del kitsch californiano. Fue construido en 1958 y, a pesar del nombre, no tienen nada que ver con la estrella del pop. De hecho, incluso enfundada en su Gaultier más estrafalario, la Ciccone resulta sutil comparada con este otro icono americano. Basta entrar al comedor para comprender la magnitud del asunto: en torno a cubículos en forma de corazón, sillones forrados de cuero hot pink. Balaustradas de mármol, columnatas de madera talladas a mano, querubines, vidrieras, filigranas y un gigantesco árbol central de cuyo tronco salen ramas que caen delicadamente, cuajadas de hojas doradas, sobre las cabezas de los comensales. Hasta la sal es rosada. Amantes del feng shui abstenerse, aquí prima el delirio. Y sin embargo, el Madonna Inn no es un chiste, ni un pastiche posmoderno. Es un lugar auténtico y acogedor, el sueño genuinamente americano de una pareja de los cincuenta, Alex y Phyllis Madonna, que a pesar de no tener experiencia hostelera previa consiguieron crear un local que no se olvida fácilmente. Un must de la concurrida Route 101.

Incluso el cuarto de baño del vestíbulo es una atracción local: los urinarios, construidos con enormes rocas (imagínese una enorme chimenea rústica), tienen sensores de movimiento que activan una cascada cuando el usuario se aproxima (con ojos de pasmo). Luego están las habitaciones. Empezaron siendo 12 y han llegado a 110. Alex y Phyllis no se decantaban por un estilo decorativo, así que tomaron la decisión de que cada dormitorio evocase un mundo propio. Caveman (hombre de las cavernas) está tallada en la roca de la montaña, y haría feliz a Pedro Picapiedra. Buffalo Room tiene una cabeza disecada y un dosel hecho de troncos, y en la habitación España las paredes son de adobe y los muebles castellanos. La lista es un jolgorio que va de la Suite Austriaca a la Cabaña Montañera, del cuarto de Guillermo Tell al de Sir Walter Raleigh.

02 Un museo al ego

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El mayor pirata de la historia del periodismo se llamaba William Randolph Hearst y su tesoro fue un castillo en lo alto de una colina. Hearst Castle, el rancho al que el magnate llamaba La cuesta encantada, atrae un millón de visitantes al año a pesar de estar aislado en medio de la hermosa carretera costera Route 1.

En 1919 Hearst le pidió a la arquitecta Julia Morgan un bungaló, porque ya estaba mayor para acampar en la finca que compró su padre a mediados del XIX. Casi treinta años después, en 1947, la arquitecta seguía construyendo el megalómano disparate que es Hearst Castle: 56 dormitorios, 61 baños, 19 salones, una biblioteca con 4.000 libros, sala de billares, un cine, un aeródromo y el mayor zoo privado de su tiempo (todavía queda alguna cebra pastando en el terreno). Para decorar una de las piscinas hizo traer trozos de templos romanos, las escaleras son de mármol de Carrara y en los techos hay artesonados renacentistas. El balcón de una suite está inspirado en el palacio Doge de Venecia y las torres de la Casa Grande son una copia del campanario de Santa María la Mayor de Ronda. De hecho, el barroco del sur de España fue el gran referente arquitectónico de esta villa mediterránea con vistas al Pacífico.

Aunque nunca se terminó del todo, Hearst vivió allí muchos años, dilapidando su fortuna y montando fiestas históricas con invitados como Cary Grant, Joan Crawford o Winston Churchill. En Ciudadano Kane, Orson Welles interpreta a un magnate inspirado en Hearst que se pasea enloquecido por su desmedida mansión. En la ficción el castillo se llama Xanadú, metáfora del fasto y la opulencia.

03 Daneses bronceados

El californiano pueblo de Solvang, pradera soleada en danés, tiene molinos de viento, un museo de Hans Christian Andersen y una réplica de la Sirenita. En 1911 un grupo de profesores inmigrados de Dinamarca decidieron establecer aquí su escuela, huyendo de los fríos del Medio Oeste. Casi un siglo después Solvang se ha convertido en la fantasía idealizada de su patria. Casitas de colores dieciochescas, cigüeñas de cartón piedra en los tejados (símbolo de la suerte en Dinamarca), pastelerías con dulces como kransekager e incluso una réplica de un tranvía de 1915 que pasea a los turistas bajo el nombre de Honen (la gallinita). Puede que a los daneses contemporáneos les dé un poco de risa todo el asunto, pero los vecinos de Solvang (muchos de ellos con apellidos como Olsen o Svendsgaard) se precian de sus raíces y celebran, a mediados de septiembre, un festival danés que incluye un concurso en el que gana quien sea capaz de comer más aebleskiver (un bollo redondo).

Frikadas aparte, la gastronomía de Solvang es uno de sus grandes alicientes, ya que abundan los restaurantes temáticos y, desde 2004, se ha convertido en lugar de peregrinaje para los amantes del vino. Cosas de la fama: aquel año se estrenó Entre copas, rodada en este pueblecito rodeado de los viñedos del valle de Santa Ynez. Los fans del filme tienen que tomarse una copa de pinot noir en el Hitching Post, donde una de las intérpretes es camarera.

Más propuestas e información en la Guía de Estados Unidos

Guía

Visitas

» Madonna Inn (001 805 784 24 10; www.madonnainn.com). 100 Madonna Road. San Luis Obispo. California. La habitación doble cuesta entre 120 y 200 euros.

» Hearst Castle (001 800 444 44 45, www.hearstcastle.org). 750 Hearst Castle Road, San Simeon. Hay hasta 10 visitas guiadas diferentes disponibles. La mayoría duran una hora y 45 minutos y cuestan 16 euros. Conviene reservar con antelación.

» Oficina de Turismo de Solvang (www.solvangusa.com; 001 805 688 61 44). Ofrece un listado de alojamientos, restaurantes y visitas del vino.

Información

Turismo de California (www.visitcalifornia.com).

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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