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Una ría que se sale del mapa

El arquitecto Ibon Areso dio la pauta para el lanzamiento de Bilbao como centro internacional de congresos, puerto de cruceros e imán de un turismo fascinado por el Guggenheim

El cambio radical de Bilbao arranca en 1990, cuando empiezan las obras del metro de Norman Foster, la primera gran obra de firma. No fue porque a alguien se le ocurrió esa brillante idea. "Fue producto de la necesidad", explica Ibon Areso, arquitecto y artífice de la gran transformación, que nos recuerda, ahora como primer teniente de alcalde, los antecedentes. Bilbao era una ciudad con monocultivo de industria pesada que entró en una grave crisis entre los años setenta y ochenta. El deterioro medioambiental y urbano alcanzó cotas insostenibles, agravado por un problema de marginación grave y los años de plomo del terrorismo.

De esa época especialmente dura teñida de negro y gris arranca su fama de ciudad fea y antipática. Sin embargo, "por políticamente incorrecto que suene, la primera necesidad no era hacer de Bilbao una ciudad sostenible. Nuestro problema principal era el paro, que alcanzó cuotas de hasta el 30%. Así que lo primero era comer y luego filosofar". Fue el objetivo de Areso al asumir la dirección del Plan Director General de Bilbao, la auténtica herramienta de transformación.

Aceptar que la industria no sería ya la única generadora de riqueza y optar por un modelo dirigido hacia el sector terciario fue uno de los pilares. Otro, dar la vuelta a la ciudad y "colocar a Bilbao mirando a la ría", proyecto con el que obtuvo el premio especial Ciudad de Agua en la Bienal de Arquitectura 2004. La apuesta por la arquitectura de firma fue otra clave. "Esta opción a veces es polémica", admite Areso, "pero, desgraciadamente, estamos en una sociedad de marcas. Y que tengamos un metro de Foster no sólo es bueno para el ciudadano, también ayuda a traer congresos de profesionales, y el nicho de Bilbao es el turismo cultural y de congresos". Del Guggenheim dice que, si hubiera habido un referéndum sobre él, la gran mayoría hubiera votado no, "y salió mucho mejor de lo que podíamos imaginar, incluso los que pensábamos que iba a salir bien".

Todo el proceso de transformación se ha culminado en dos décadas, quedando pendiente la futura isla de Zorrozaurre, cuyo plan urbanístico está a cargo de Zaha Hadid. Se dice que en planificación es muy importante el encuentro entre lo público y lo privado. Pero realmente "lo difícil es lograr el encuentro entre lo público y lo público", dice Areso. Y hasta ese obstáculo lo superó Bilbao con la creación de la sociedad Bilbao Ría 2000. Frente a la imagen que puede transmitir de sociedad crispada, ocurrió el milagro: "Todas las administraciones se unieron para poner a Bilbao en el mapamundi". Son las claves de su gran triunfo, del que da una idea el recorrido que proponemos por cuatro barrios.

1. Casco Viejo

Es la ciudad antigua, la original desde que se funda Bilbao en 1300. La forman las famosas siete calles. Luego, a lo largo del siglo XIV, esa ciudad va extendiendo sus tentáculos en torno al río Nervión. Y partir del XIX da el salto al otro lado del río. El Casco Viejo era el puerto donde los barcos depositaban sus mercancías. "Bilbao fue puerto antes que villa", dice la Carta Puebla, el texto fundacional de la villa que otorga Diego López de Haro, su fundador.

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Un momento trascendental para este enclave fueron las terribles inundaciones de 1983. Después de un proceso de rehabilitación, que dura tres años, se convierte en un espacio residencial muy transitado y comercial. Un dato interesante: todo el Casco Viejo es peatonal. La "puerta de entrada" es el Teatro Arriaga, un edificio de 1890 inspirado en la ópera de París. Una vez dentro, lo mejor es perderse (lo cual no es nada difícil). Pasar por la plaza Nueva y el Museo Histórico Vasco (con un magnífico patio interior), junto a la iglesia de los Santos Juanes, muy cerca de la catedral.

Algunas tiendas de ropa: Serie B (Lotería, 2), de jóvenes diseñadores. Aiodi Margosi (Tendería, 29); Lu:la (Cinturería, 1), donde se puede encontrar ropa y complementos: desde una bolsa de La Marelle (15 euros) hasta un edredón de Taj por 350 euros y Charada (Pelota, 6), tienda gótica chic con sentido del humor. Y como es posible que cualquier día llueva, pasar por Boinas Gorostiaga (Víctor, 9), que desde 1858 vende todo tipo de sombreros, incluidas las boinas Elósegui.

Y luego, a tomar algo. El entorno de los bares de la plaza Nueva porticada ofrece una buena oferta, sobre todo si es un día lluvioso. Después conviene pasarse por el último local que abre, Crët Attack (Barrencalle Barrena, 11), que se sitúa entre el pintos y el menú del día. Sin salir de esta calle, en el número 5, para tomarse un buen martini preparado, nada como el Ander, donde el personal alarga el aperitivo hasta las seis de la tarde. El pintxo de steak tartare del Gatz (Santa María, 10) es único; junto con el Xukela (Perro, 2), exhiben las mejores barras para picar por el Casco Viejo. Y para acabar la noche, Katu (Barrencalle, 17) y Luz de Gas (Pelota, 5).

2. Bilbao la Vieja

O el soho bilbaíno. Como una extensión del Casco Viejo, al otro lado de la ría y extramuros, surgió paralelamente este barrio cerca de la zona de las minas, donde se ofrecían las prostitutas desde que reinaban los Reyes Católicos. Fue el famoso barrio chino, conocido como La Palanca. Ahí recalaban también los inmigrantes. Cuna del socialismo bilbaíno en el siglo XIX, unido a la existencia del mundo de la prostitución, incorporaba cierto cosmopolitismo portuario. Mucho cafetín y música en directo, de cabaret, hasta los años setenta. Pero la droga arrasó ese mundillo tan atractivo. Hasta que vuelve a resucitar con el plan de recuperación de la zona, que comienza a principios de los años noventa y que aún continúa. Hoy acoge a parte de la inmigración (subsahariana y marroquí básicamente) y a jóvenes cool que se han establecido ahí a poner negocios y a vivir.

Zona también llamada Bilvi o Sanfran, es una de las más atractivas para contemplar cómo se va cociendo el Bilbao del futuro. Una visita interesante son las ruinas del siglo XVIII en la plaza de San Francisco, al lado del Museo de Reproducciones Artísticas.

De momento, uno de los sitios más modernos para tomar algo, desde un bocadillo hasta una copa, es el Marzana 16, que toma el nombre de la calle y su número. Otro par de restaurantes en la calle más africana de Bilbao, y bastante más baratos, son Marrakech (Hernani, 20) y, enfrente, Ágape, en el número 13. Sin salir de la calle, en el 10, Badulake, para tomar una copa. Muy cerca está el restaurante preferido de Frank Gehry y de tantos famosos que visitan Bilbao, Perro Chico (Arechaga, 2), y haciendo esquina, el Nervión (La Naja, 7), un café clásico, con mesas, bueno para cotorrear en un ambiente gay, que predomina en la zona.

Para comprar algo: Tokio Story, de muebles vintage años cincuenta a setenta (Dos de Mayo, 12); librería Anti Liburudenda (Dos de Mayo, 2), alternativa, crítica y especializada en la cultura contemporánea, y el sex shop Sex D Lux, que acaba de plantarse en Lamana, 2.

3. Abando

Siempre ha sido y es una zona elegante que destila cierta melancolía. A finales del XIX, la ciudad da el salto al otro lado de la ría, en lo que era la República de Abando. Se hace un plan urbanístico con criterio de Ensanche inspirado en Barcelona, de estructura reticular, donde se traslada el nuevo centro, que permanecerá vigente hasta los años cincuenta. Lugar de los grandes bancos, oficinas y viviendas. Se mezcla la arquitectura racionalista con la casa con miradores tradicional del norte. La Gran Vía, la calle más relevante y noble de Bilbao, bien merece recorrerla desde su inicio, la plaza Circular; entrar en la Estación de Abando, recién renovada, y detenerse en la plaza de Moyua, que recuerda a un jardín francés delicioso, como también lo son los jardines de Albia, el espacio que mejor capta el alma de la villa. Gracias a la recuperación de la ría, Abando ha incorporado para Bilbao los paseos a lo largo de las riberas de la ría, creándose un acceso espectacular por las escaleras que ha diseñado el arquitecto japonés Arata Isozaki. Por ese paseo fluvial nos encontramos con el Guggenheim y, muy cerca, el edificio que Rafael Moneo acaba de construir para albergar la biblioteca de la Universidad de Deusto. Un cubo acristalado que alcanza su apogeo en su visión nocturna, cuando se ilumina y se convierte en un refinado fanal producto de las 40.000 piezas de cristal de pavés satinado fabricados especialmente en Florencia.

El paseo de la ría culmina en el Museo Marítimo, que merece una visita. Si se sigue un poco más el corte de la ría, se alcanza Olabeaga, curioso barrio de tradición portuaria, también conocido como la pequeña Noruega. De aire castizo, recomendable el bar Noruega (Muelle de Olabeaga).

En Abando, un clásico para hacer una comida seria, al estilo bilbaíno, es el Monterrey (Gran Vía, 6); para el aperitivo o comer a base de pintxos, el Monty (Heros, 16), con una barra bien surtida, y al lado, en el número 14, Singular (con el aliciente de ofrecer una selección de vinos de todo el mundo). Para tomar un café con vistas al Guggenheim, el Metropolitan, en el hotel Gran Domine (Alameda de Mazarredo, 61), de Javier Mariscal. Para la noche, a la hora de tomar una copa bien preparada con música en directo, pub Residence (Barrainkua, esquina Heros). Y si ama el jazz y es jueves, puede acudir al BJCBilbaína Jazz Club, en los bajos del edificio de La Bilbaína, en la trasera de la calle de Navarra.

4. Indautxu

La segunda extensión de la ciudad tras la posguerra alcanza su apogeo entre los años sesenta y setenta. La Gran Vía, en su tramo entre las plazas de Moyua y Sagrado Corazón, delimita este barrio, que tiene en el parque de Doña Casilda uno de sus mayores atractivos. Otro, dentro del parque, es el Museo de Bellas Artes, que cumple este año su centenario. Indautxu es uno de los lugares de España donde mejor está representada la arquitectura racionalista de la segunda mitad del siglo XX. Ahora se han incorporado nuevos edificios de última generación, como una nueva sede de Osakidetza (Sanidad) de Juan Coll-Barreu, entre la Alameda de Recalde y Licenciado Poza; otro edificio del Gobierno vasco de Federico Soriano, en la plaza Bizkaia, y al lado, el futuro centro cultural La Alhóndiga, firmado por Philippe Starck, cuya inauguración está prevista para 2010.

A pesar de ser una zona que las nuevas generaciones de burgueses han elegido para vivir, es también un entorno bullicioso, donde se concentra el mayor número de bares y tiendas de Bilbao. Las calles Licenciado Poza, García Rivero y plaza de Campuzano son los ejes principales de poteo. En el bar Estoril (plaza de Campuzano, 3) se toma un inmejorable martini preparado acompañado de una barra para perderse.

En su arteria principal, Gran Vía, 42, acaba de aterrizar Louis Vuitton, y en el número 46, For, una tienda multimarca de toda la vida, ha inaugurado su tercera tienda. También destaca, en moda masculina, Idrisi (Estraunza, 5). Y existiendo Erlay (Rodríguez Arias, 29) no hace falta ir a París para encontrar los perfumes y la cosmética más seductora.

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Nuevo edificio del Departamento de Sanidad del Gobierno vasco en la calle de la Alameda de Rekalde
Nuevo edificio del Departamento de Sanidad del Gobierno vasco en la calle de la Alameda de RekaldeGonzalo Azumendi

Imprescindibles

PERSUADE (Villarías, 8). Lugar de peregrinaje para los visitantes más cool que pasan por Bilbao. Rosa Orrantia es el alma de este espacio donde conviven diseños, ediciones limitadas y complementos de Comme des Garçons, Dries van Noten, Balenciaga, Cosmit Wonder y Adam Kimmel. A este local se añade un antiguo pabellón dirigido por su socio Paul Ziarsolo, con antigüedades chinas y muebles de los años cuarenta.

MOSEL (Gran Vía, 53).Mil quinientos metros cuadrados diseñados por Cini Boeri para albergar desde hace 30 años el mejor diseño europeo, con especial dedicación al italiano y al nórdico: Molteni, Driade, Fredericia o Friz Hansen. En los últimos años se han lanzado a la fabricación propia de muebles.

LA SUIZA (Marqués del Puerto, 4). Sería un pecado irse de Bilbao sin tomar su pastel de arroz o la tarta nórdica.

CÁMARA (Euskalduna, 6). Aparte de vender libros, esta librería está especializada en importar las mejores revistas del mundo en arquitectura, fotografía, cine, diseño y moda.

LA PALMA (Correo, 3). Seguramente es una de las zapaterías más completas de España, en la que se concentran un amplio espectro de marcas: desde Marc Jacobs, Hogan, Tod's y Robert Clergerie hasta Camper, Clarks y los zapatos americanos para hombre de doble pespunte Allen Edmonds.

www.bilbao.net. La web para encontrarlo todo.

GUÍA

Oficinas de turismo de Bilbao (www.bilbao.net/bilbaoturismo; 944 71 03 01). Plaza del Ensanche, 11.

Museo Guggenheim (avenida de Abandoibarra, 2). Plaza de Arriaga, s/n.

Turismo Vasco www.turismoa.euskadi.net.

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