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Reportaje:FUERA DE RUTA

Merzouga, la puerta del Sáhara

Dunas, hoteles y aventura en el desierto de Marruecos

Lla primera vez que visité la pequeña población de Merzouga, hace más de 15 años, había junto a las dunas de Erg Chebbi un par de hoteles desastrados que te permitían dormir en la terraza a cambio de unos pocos dirhams, con la arena del desierto en la puerta, la nada en el horizonte y escenas de Beau Geste en la memoria. Cuando regresé allí hace poco me encontré con que el número de hoteles llegaba ya a los ciento uno. "Es cierto que esto ha cambiado un poco, pero la magia del lugar persiste", sonrió mi interlocutor, un tuareg desdentado. "A la gente le gusta subir a las dunas para contemplar la salida del sol, y, gracias a los hoteles, cada vez son más los que pueden hacerlo".

Difícil dialéctica la que enfrenta a los lugares con encanto con la democracia del turismo masivo. Es cierto que las dunas de Merzouga, la puerta del Sáhara de Marruecos, resultan ahora accesibles a mucha más gente, pero también es cierto que hay días, especialmente en temporada alta, en que el Sáhara corre el peligro de convertirse en un parque temático, con dunas coronadas por docenas de turistas, caravanas de dromedarios que sólo dan el pego desde lejos, extranjeros disfrazados de tuareg y campamentos de jaimas de diseño. Por suerte, la arena de las dunas es mucha (15 kilómetros de largo por 150 metros de altura) y hay momentos en que aún es posible sentir ese escalofrío que provoca la consciencia de la soledad frente a la nada del desierto. Eso sí, si uno se descuida al hacer la foto, puede que, además de dunas, dromedarios y palmeras encuadre una máquina de Coca-Cola.

La Coca-Cola llegó con Hillary Clinton. Cuenta la gente del lugar que días antes de que la entonces primera dama norteamericana visitara la zona, hace unos cuatro años, llegaron a Merzouga unos camiones enormes que descargaron las máquinas de refrescos en todos los hoteles.

Fango, paja y palmeras

Lluís Pont, catalán de Sabadell, abrió un hotel en Erfoud, a pocos kilómetros de Merzouga, hace algo más de un año. Se trata del Xaluca, un hotel con clase que levantó siguiendo el modelo de la arquitectura tradicional (fango, paja y vigas de palmera) y con unos toques de diseño que le convierten en un lugar fresco y agradable. "El turismo sigue teniendo un gran futuro", afirma convencido. "Es cierto que cada vez hay más hoteles y más gente, pero no creo que esto lo estropee". Hace ya más de 20 años que conoce la zona. Primero venía a correr en moto por el desierto y hace unos ocho años viajó con su mujer y sus hijos. Fue entonces cuando conoció a Tayeb: "Se ofreció a hacernos de guía en la gasolinera de Erfoud y nos entendimos tan bien que ahora somos socios".

La familia de Tayeb tenía un bar llamado Café des Dunes, y, una vez entablada la amistad, Pont se ofreció a ayudarles si encontraban un lugar para construir un hotel. Hace tres años recibió una llamada: Tayeb había encontrado a las afueras de Erfoud, en Maadid, un terreno ideal, de 250.000 metros cuadrados. Pont tuvo que entenderse con 42 miembros de una familia para comprarlo: "Fue complicado, pero salió bien". Después fue a ver al gobernador, que le dijo que si disponía del dinero, podía empezar las obras. "Así lo hicimos, pero antes estuvimos dos semanas durmiendo cada noche en distintos hoteles, desde el Mamounia de Marraquech hasta la pensión más tirada, para definir cómo queríamos que fuera el Xaluca", explica Pont. "Tenía que ser algo distinto, con arquitectura tradicional, agradable pero sin lujo recargado".

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Las paredes de 40 centímetros del hotel Xaluca recuerdan la arquitectura de las alcazabas de la región, unas fortalezas de barro que se exponen a una rápida degradación a menos que alguien las restaure. En algunos casos, por suerte, esto ya ha sucedido. El catalán Roger Mimó lo hizo con el hotel Tombuctú, de Tinerhir, y un grupo de gaditanos se encargó de restaurar una alcazaba de Skoura rebautizada como Aït Ben Moro. Lo del Xaluca, sin embargo, es otra cosa, como lo prueba que de las 48 habitaciones iniciales se ha pasado, en una reciente ampliación, a 104. "Es cierto que la masificación puede ser un peligro", admite Pont, "pero el Gobierno marroquí ya está parando algunos proyectos. Se tiene que preservar el encanto y evitar la especulación".

Dar la vuelta en 4×4 a las dunas de Erg Chebbi sirve para comprobar que, en efecto, la región sigue manteniendo sus opciones mágicas. No hay hoteles al otro lado de las dunas y todo tiene un sabor más auténtico, aunque una carrera de motos o una expedición de quads pueda rasgar el silencio por momentos. Más allá, a lo lejos, se divisa la frontera de Argelia, fuertemente vigilada, y la inmensa soledad del Sáhara, un desierto que algunos se empeñan en convertir en escenario domesticado para el deporte de aventura.

El naturalista Theodore Monod, el hombre que más a fondo conoció el Sáhara, expresaba en su libro Camelladas, en 1998, su temor a que "el desierto más hermoso del mundo" pudiera convertirse en "monopolio de turistas en busca de exotismo, de periodistas en busca de artículos sensacionales, de automovilistas que persiguen récords...". Sin embargo, añadía: "El desierto seguirá siendo siempre fértil, al menos en imprevistos. Nunca será país de horarios demasiado precisos, de programas minuciosamente establecidos. Aquí, donde tan fácilmente se pierde la noción del tiempo, en el seno de un océano de días idénticos y monótonos [...] es imprudente fijar de antemano, con demasiados detalles, el empleo del propio tiempo". Y tras burlarse de los anuncios de "visite el desierto en cuatro días, ocho horas y diez minutos", concluía: "El verdadero Sáhara permanecerá eternamente indemne".

Unos niños van a recoger agua al oasis por un camino que atraviesa el palmeral de Merzouga.
Unos niños van a recoger agua al oasis por un camino que atraviesa el palmeral de Merzouga.MARINA DEL MAR

GUÍA PRÁCTICA

Datos básicos- Prefijo telefónico: 00 212. Moneda: dirham (10 dirham = 0,93 euros).Cómo ir- Volar a Ouarzazate, y desde allí,por carretera, se llega a Tinerhir, a Erfoud y Merzouga.- Royal Air Maroc (902 210 010 y www.royalairmaroc.com) tiene una oferta, hasta el 25 de octubre, para volar a Ouarzazate (vía Casablanca), por 294 euros con tasas, ida y vuelta.Dormir- Kasbah Xaluca (55 57 84 50). Erfoud. La doble con desayuno y cena, 70.- Kasbah Aït Ben Moro (44 85 21 16). En Skoura. La doble, 50 euros.- Hotel Tombuctú (44 83 51 91). En Tinerhir. La doble, 43,50 euros.- Albergue Sáhara (55 57 70 39). Junto a las dunas de Erg Chebbi.Información- Oficina de Turismo de Marruecos en Madrid (915 41 29 95).- Web turística de Marruecos www.turismomarruecos.com.

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