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'GRAND TOUR' MEDITERRÁNEO / 04

Del Tigris al Éufrates

Rebaños de camellos que rompen la monotonía del desierto, el mito hecho piedras al llegar a Palmira y un inesperado encuentro con la realeza en la recepción del hotel. Cuarto episodio del 'Grand Tour' del Mediterráneo

Silopi, única frontera abierta entre Turquía e Irak. La aduana es un colapso de camiones. El país crece a pesar de la inseguridad. Todas las mercancías de Occidente ingresan por aquí. Supero un largo atasco de enormes trailers cargados de lujosos 4x4. Aguardan vía libre para alimentar la insaciable hambre de los nuevos ricos del petróleo iraquí.

Batman, ciudad kurda de curioso nombre. Me reciben monumentales proyectos inmobiliarios y bloques de pisos. Construyen sobre la tierra yerma sin acondicionar; parece que los edificios hubieran aterrizados sobre un páramo. Estos barrios nuevos tienen un aspecto destartalado y polvoriento; en cuanto llueva, toda la zona se convertirá en barrizal.

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La carretera a Midyat está hecha un auténtico asco. Polvo, tierra, agujeros. Un suplicio para un conductor de coche, pero para mí, sobre mi trail con cubiertas de tacos Karoo, pura diversión motociclista. Es esta una zona paupérrima que solo permite malvivir a unos cuantos pastores que contemplan estupefactos mi paso.

Negociar, amar, odiar

La pequeña frontera de Nusaybin resulta un caos donde todos parecen esperar, comer, beber, hablar, negociar, amar y odiar al mismo tiempo. El aduanero sirio viste uniforme militar. Es un hombre grande y moreno. Para él solo existe una partícula en ingles "when"; le sirve para todo. When you going, when you are from, when you are here?.

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Hace preguntas sobre mi vida. Si estoy casado, si tengo hijos. No es burocracia, sino curiosidad y mortal aburrimiento. Se toca el corazón y señala al cielo. Habla de Dios y del amor. Ya no sorprende nada en Oriente Medio. Sonrío sin parar, le doy las gracias y por fin recojo mi documentación sellada.

Recorro la desolada planicie del Desierto Sirio mientras se va haciendo de noche. Apenas algunos rebaños de camellos rompen la monotonía. Bajo las estrellas, en esta inmensa soledad no hay más luz que mi débil faro. Cuando ya me estoy temiendo dormir en el vivac de emergencia, diviso una línea luminosa en el horizonte. Es Dayr az Zwar, a orillas del Éufrates, la última posta antes de alcanzar el mito hecho piedras.

Al día siguiente adelanto un ciclista. Se llama Frank, es noruego y va hasta El Cairo. Al llegar a Tadmor desde el noreste no veo nada más que los sórdidos callejones de una barriada humilde. El único punto de referencia es un monte con imponente ciudadela árabe construida en el siglo XVII. Desde esta atalaya diviso las crestas del famoso paseo erizado de columnas. Es Palmira. Desciendo campo a través y llego hasta su mismo corazón. No soy el único motociclista. Los comerciantes locales de bisutería y antigüedades falsificadas usan pequeñas motos chinas para circular entre las ruinas romanas.

Don Juan Carlos y doña Sofía en recepción

Patrimonio de la Humanidad desde 1980, a Palmira todavía se puede acceder libremente. Salvo para el recinto cerrado del templo, pero el resto del yacimiento está esparcido por un campo sin puertas. No hay barreras, tickets ni guardianes. A primera hora de la mañana, cuando los visitantes duermen su sueño de oriente, uno aún puede sentirse solitario explorador contemplando un mágico amanecer entre los capiteles.

Literalmente a tiro de piedra está el hotel Zenobia, el más antiguo, construido a comienzos del XX. Es testimonio de otra época, de un tiempo no tan lejano en el que no existían turistas sino viajeros. Diplomáticos, espías y fugitivos que desconocían toda urgencia. Su nombre fue elegido en honor a la esposa del gobernador romano Septimio Ordenato que al enviudar se erigió en soberana de un reino independiente hasta que en el 272 fue derrotada por las tropas imperiales. En la recepción hay una foto de don Juan Carlos I y doña Sofía. También Alfonso XIII pernoctó aquí.

El hotel es bastante conocido en España. La razón es un libro de éxito sobre Marga d' Andurain, bohemia dama francesa que fuera esposa del director. Pero no me interesan las novelescas andanzas de esa mujer de leyenda a quien algunos consideraron espía británica, sino el español que diseñó este sobrio edificio. Fernando de Aranda, hijo del director de la orquesta personal del último Sultán otomano, y cuyas huellas me resultarán esenciales para entender la fisonomía de la Damasco moderna.

De miedo, euforia y esfuerzo

Me dan una habitación pequeña, casi monacal. Una ducha arranca de mi piel un sudor hecho de cuarzo y sol. En el restaurante hay bastantes turistas traídos en autobuses. La ruidosa concurrencia no me impide celebrar la abundancia del bufé con la alegría de un crío hambriento. Para un día que puedo prescindir de los sencillos alimentos de puesto callejero.

No disfrutaré solo del momento como tantas otras noches. Ceno con mi nuevo amigo noruego. Frank ha llegado agotado, enrojecido por el sol pero feliz. Hablamos largamente de los viajes en solitario, de las mil sensaciones de cada día. Del miedo, la euforia y el esfuerzo. Sentados frente a las ruinas, la luna brilla con fuerza mientras consumimos lentamente una vida que pasa muy de prisa.

- ¿Sabes??me dice de pronto?. A veces tengo que decirme a mí mismo, "Frank, haz el favor de ser consciente de que ahora mismo estás en pleno desierto tomando una cerveza frente a un templo milenario. Has llegado hasta aquí por tus propios medios. No dejes que este momento pase sin darte cuenta de lo maravilloso que es".

Miquel Silvestre (Denia, 1968) es autor del libro 'Un millón de piedras' (Barataria).

Arco monumental que daba paso a la ciudad de Palmira, en el Desierto de Siria
Arco monumental que daba paso a la ciudad de Palmira, en el Desierto de SiriaGONZALO AZUMENDI
Bufé para la cena en el Hotel Zenobia, Palmira (Siria)
Bufé para la cena en el Hotel Zenobia, Palmira (Siria)M. SILVESTRE
Un rebaño de camellos rompe la monotonía del Desierto Sirio
Un rebaño de camellos rompe la monotonía del Desierto SirioM. SILVESTRE

GUÍA

DOCUMENTACIÓN PERSONAL

» Turquía: visado de tres meses y entrada múltiple (en la frontera). Precio 15 euros.

» Siria: visado de tránsito por 15 días en la frontera (28 dólares) más tasa de salida (13 dólares).

DOCUMENTACIÓN VEHÍCULOS

» Turquía: documentación ordinaria, carta verde para 90 días.

» Siria: Carne du Passage. Obligatorio sacar un seguro local (30 dólares). Tasa de entrada (cuatro dólares) y de salida (cuatro dólares).

MONEDA

» Turquía: un euro equivale a dos liras.

» Siria: un euro equivale a 60 libras.

GASOLINA

» Turquía: dos euros por litro (aprox.).

» Siria: 0'75 euros por litro (aprox.)

DORMIR

» Hotel Zenobia Cham Palace (Damascus Rd, PO Box 135, Palmira, Siria). Precio: 70 euros.

» Hotel Ziad (Dayr az Zwar, Siria). www.ziadhotel.com. Precio: 30 euros. Básico, limpio y céntrico, junto la orilla sur del Éufrates.

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