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Pistas para una historia de amor

Barrios irresistibles para salir, comer y tomar copas hasta que amanezca

Una gran ciudad que recuerda, en equilibrada mixtura, a otras que nos emocionan. Con barrios elegantes como París. Poderosa en arquitecturas como Barcelona. Generosa en espacios de glamour improvisado y muy moderna como Berlín. Sólida, contundente y de trazos industriales como Nueva York. Noctámbula, divertida, dura y hospitalaria a la vez como Madrid. En fin, cálida y caótica como Latinoamérica. Una urbe energética y culta, donde los taxistas usan palabras como paradigma o cristalizar. Aquí diez pistas-pautas para iniciar una relación con ella que puede convertirse en una apasionante historia de amor, a poco que cada uno ponga de su parte.

1. Un barrio: Palermo Soho

Lo llaman así por su parecido con el Soho neoyorquino, esa estructura industrial transformada en diseño fashion. Tiendas de ropa de creadores nacionales, a muy buen precio, sobre todo en las calles de Gurruchaga y Honduras. Una delicia todo el barrio, entrar aquí y allí; una tienda de velas y ambientadores, una pastelería, una floristería, una librería... Interiorismo de altura. Es uno de los barrios favoritos del famoso y carismático actor Ricardo Darín ("muy buena onda"). También de Elio Seguí, que nació porteña aunque lleva años instalada enMadrid, donde trabaja en la productora cinematográfica Tesela: "Sobre todo, recomiendo la plaza de Serrano. Tiendas de diseño mezcladas con artesanos. El espectáculo es simplemente pasear". Luis Úrculo, arquitecto madrileño que se confiesa un enamorado de Buenos Aires, elige una entre cien tentaciones: "Félix (Gurruchaga, 1.670), el paraíso del moderneo porteño. Una tienda con muebles de las Pulgas, camisetas, zapatos y buena, buena música".

La calle, en San Telmo, es un espectáculo: llena de gente guapa, mimos, estatuas vivientes, parejas bailando tango, orquestas de cámara, músicos tocando el bandoneón

2. Grandes ambientes para comer

Para estar a gusto. Para demorarse horas con las facturas (no, no son las cuentas; facturas allí son bollitos, dulces). Y una calidad de las carnes y unos precios que, por comparación, dejan en evidencia los frecuentes timos de los restaurantes de las grandes ciudades españolas. Dos recomendaciones en Palermo Soho: El 6 (Armenia, 1.676), uno de los favoritos de Elio Seguí, cómo un espacio tan amplio puede dar el abrigo de un rinconcito; y Social Paraíso (Honduras, 5.182), el punto favorito de Luis Úrculo: "Lugar luminoso, con un menú delicadísimo". En Palermo Hollywood (cruzando las vías): Olsen (Gorriti, 5.870), espléndida y relajante sucursal nórdica con jardín. Sucre (Sucre, 676), impactante espacio fashion en otro barrio de moda, Belgrano. Otra dirección, de la mano de Úrculo: Sifones y Dragones (Ciudad de la Paz, 174), "una cocina con mesas; un minúsculo lugar escondido en pleno Belgrano donde probar comida con geografías asiáticas; sólo abren por las noches". Y dos más, de la mano de Darín: Oui, Oui, en Palermo (Nicaragua, 6.068), "imperdible al mediodía", y La Rambla (en Recoleta, Posadas, 1.602), "a cualquier hora, como mi casa, pedirse un lomito con huevos frito".

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3. Arte. De Goya a Xul Solar

Para el Arte, con mayúsculas, el artista porteño Hernán Marina, escultor y videoartista, recomienda tres centros: el Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), una buena colección e interesantes exposiciones temporales; el Museo Nacional de Bellas Artes, bastante abandonado, pero con obras de Goya, Ribera y los impresionistas franceses que merecen una visita, y el Museo de Arte Decorativo (atención especial al bar del jardín).

4. Y arte recoleto

Para otro tipo de arte, más pequeño y juguetón, más accesible, tres espacios pegado uno al otro y al otro en la calle de Thames (Palermo), entre El Salvador y Costa Rica: Objetos Encontrados, una minigalería con una tentadora selección de miniesculturas de artistas actuales; Sopa de Príncipe, con deliciosos muñecos (para todo tipo de edades) hechos a mano, y la Galería Thames, un espacio relindo.

5. Librerías... y algo más

Muy del gusto de los porteños: cultura y charla, libros y café, debate, hacer amigos. Nada mejor puede sintonizar con su espíritu que las librerías-café-restaurantes. Hay tres que nadie debería perderse. La más espectacular es El Ateneo (avenida de Santa Fe, 1.860), "antiguo teatro, el Grand Splendid, reconvertido en librería, pero manteniendo la magia de lo que allí se representó", dice Elio Segui. Las otras dos, en Palermo, recomendadas por Ricardo Darín: La Boutique del libro (Thames, 1.762), con interiorismo de Guillermina Luz Sánchez, y Eterna Cadencia (Honduras, 5.574), coquetas, cuidadas, relajantes, todo muy pensado: la música, la disposición de los libros; y con ese café tan rico en jarrito.

6. Gloria pasajera

Es un tópico, pero realmente tiene algo (que va más allá) y merece destacarse: el cementerio de La Recoleta. Asistir a tanta gloria pasajera, contemplar a dos palmos esos féretros, unos cuidados y encerados, otros dejados, cubiertos de telarañas... Un lugar sin duda inspirador de metáforas. Juan José Sebreli, filósofo, sociólogo e historiador, ha visto en la Recoleta "la última fiesta-sorpresa de una clase moribunda". Y el escritor Jorge Luis Borges lo describió así: "Toda esa barroca pomposidad de mármol es un aspecto horrible de nuestro pasado militar".

7. Tres rutas para pasear

Como gran ciudad, Buenos Aires puede ser dura. Quizá necesitemos un alivio. O tres. Puerto Madero, una acertada reconversión de una zona abandonada en un lugar de moda, lleno de restaurantes, lofts y universitarios haciendo footing; puede ampliarse la ruta hacia la Reserva Ecológica. Otro recomendado por Hernán Marina: "El parque Tres de Febrero. Tomando como eje el Monumento de los Españoles y en dirección zigzagueante, un área verde muy singular". Darín se queda con El Tigre: "Paseos en botes, lanchas y remos; casi todos los restaurantes son buenos, y el lugar es muy tranquilo".

8. Un edificio (o dos)

¡Uf!, tantos en esta ciudad, repleta de racionalismo. Pero, sin duda, el Kavanagh (avenida de Florida, 1.035) es una maravilla de hormigón con ritmo y poderío. Un enorme rascacielos art déco de 1936. Otra construcción imposible de no mirar (no, no es la Casa Rosada, ni la catedral neoclasicota) es la Biblioteca Nacional (Agüero, 2.502), obra brutalista de Clorindo Testa.

9. Paraíso de otros tiempos. El mercado San Telmo

Sí, sí, también es la cita obligada de todas las guías. Pero nadie puede completar esta página sin hacer referencia a ella. Cada domingo, desde bien temprano hasta que cae el sol, el mercado de San Telmo es algo así como la alegría de vivir (y de comprar). El epicentro, plaza de Dorrego. Dos galerías llenas de tentaciones de las primeras décadas del siglo XX, que muestran el nivel de vida y gusto que han tenido muchos porteños: La Defensa y La Candelaria. Un buen restaurante a muy buen precio: Territorio (EE UU esquina Bolívar). ¡Ah!, la calle, un espectáculo; llena de gente guapa, mimos, estatuas vivientes, parejas bailando tango, orquestas de cámara, músicos tocando el bandoneón...

10. Para terminar, una copa (o dos)

Recomendación de Hernán Marina: Bar Dadá (San Martín, 941): "En Retiro, viejo barrio portuario, se encuentra este pequeño reducto de artistas y gente de la noche del centro de la ciudad". Consejo de Luis Úrculo: Thelonious Club (Salgero, 1.884), un club de jazz en el primer piso de una casa.

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