Egipto, instrucciones de uso

Merece la pena. Eso no admite duda. Ya el historiador y viajero griego Herodoto lo dejó claro: "Quien no ha visto Egipto no ha visto el mundo". Y más de 2.000 años después, en el siglo XIX y animado por el mismo espíritu, Thomas Cook fue pionero en los tours a Egipto y en los cruceros por el Nilo. Pocos destinos ofrecen alicientes tan ricos de historia, leyenda, arte, misterio, sol, playa, compras... Y todo al alcance de la mano y al abrigo de una infraestructura notable.

¿Qué se puede decir de Egipto que no se haya dicho mil veces: quién no ha visto Los Diez Mandamientos y Tierra de faraones, o leído Sinuhé el egipcio o los éxitos de ventas de Christian Jacq sobre Ramsés II, o disfrutado con algún documental del Valle de los Reyes o sobre los tesoros de la tumba de Tutankamón? ¿Quién no sabe la historia del descubrimiento de la piedra de Roseta y de cómo la utilizó Champollion para descifrar la escritura jeroglífica, y las hazañas del arqueólogo Carter o el aventurero Burton? ¿Quién no ha soñado con un crucero por el Nilo, un paseo en faluca o un amanecer en el desierto? ¿Quién no sabe de la magnificencia de los templos de Luxor y Karnak, o del faraónico esfuerzo internacional que salvó de las aguas los templos de Filae o Abu Simbel? ¿Qué aficionado al submarinismo no quiere bucear en un mar Rojo repleto de corales y peces de colores? Una vez subrayado el interés evidente de Egipto, puede haber dudas prácticas. Éstas son las respuestas a algunas de las más comunes.

1 ¿Cuál es la mejor época?

El invierno, aunque se puede viajar en cualquier estación. Entre octubre y marzo, las temperaturas máximas no alcanzan los 30 grados. Sobre todo en verano, sobre todo en el sur, hay que protegerse del sol y beber agua abundante para prevenir la deshidratación. Conviene llevar un buen repelente antimosquitos y un jersey ligero, ya que en los hoteles suele estar muy fuerte el aire acondicionado.

2 ¿Viaje organizado o a su aire?

Depende del espíritu del viajero. La infraestructura turística hace asequibles ambas opciones, aunque económicamente, a igualdad de calidad de hoteles y servicios, sale más rentable el viaje organizado. Antes de partir, hay que aclarar con la agencia contratada todos los detalles del programa: las excursiones y visitas que incluye, el tipo de seguro (para bucear con botellas en el mar Rojo, por ejemplo, se requiere una póliza que cubra la práctica del submarinismo), categoría y ubicación de los hoteles, régimen alimenticio y extras.

3¿Es seguro Egipto?

Tanto como Madrid o Barcelona. El país vive del turista, y se le mima. Los robos son raros. La época dura de los atentados islamistas queda muy lejana. El más reciente de Taba, en el mar Rojo, tuvo un claro perfil antiisraelí. Hay una omnipresente policía turística y, en destinos especiales (como Abu Simbel o Dendera), se viaja con protección policial. No existe riesgo apreciable en tomar taxis (muy baratos), incluso para jornadas completas.

4 ¿Cuál es el itinerario más aconsejable y el tiempo mínimo?

Un buen comienzo es un viaje de ocho días/siete noches, que se inicie en Luxor (Valle de los Reyes, Karnak...) e incluya un crucero (tres o cuatro noches) por el Nilo (con paradas en Edfu y Kom Ombo) hasta Asuán (no perderse el templo de Filae). Desde allí, vuelo a El Cairo (tres noches), con visita a la esfinge y las pirámides, el Museo Egipcio (con la sala de las momias y el tesoro de Tutankamón), el mercado de Jan el Jalili y un par de mezquitas. Si se tiene más tiempo, conviene dedicar una mañana a la necrópolis de Saqqara, un día más a El Cairo (visitando, por ejemplo, el barrio copto), otro a Alejandría, otro al Valle de los Reyes y varios al mar Rojo (Sharm el Sheij o Hurgada), con excursión al monte Sinaí, donde, según la Biblia, Moisés recibió de Yahvé las Tablas de la Ley.

5 ¿Imponen los viajes organizados un ritmo agotador?

La jornada dedicada a los templos de Luxor y Karnak y las tumbas del Valle de los Reyes resulta un poco dura, sobre todo en verano. Hay que madrugar, pero a media tarde se regresa a descansar al hotel o al barco. La excursión en autobús o taxi desde Asuán a Abu Simbel obliga a levantarse antes de las tres de la madrugada. El aliciente es contemplar el amanecer en el desierto. En el crucero, el ritmo es lento: da para leer, relajarse y contemplar el espectáculo que se desarrolla en las orillas. En El Cairo suele quedar día y medio libre, que el viajero administrará a la medida de sus intereses y de su cansancio.

6 ¿Hay que llevar la cartera bien repleta?

No. La mayoría de los programas incluyen pensión completa en el crucero (aunque no el agua y las bebidas a bordo, ni las propinas) y alojamiento y desayuno en El Cairo. Los viajes organizados de una semana cuestan entre 500 y 1.200 euros, según agencias, itinerarios y categorías de barcos y hoteles. Se pueden encontrar incluso mejores precios si se tiene flexibilidad en cuanto a fechas. Conviene echar una ojeada a www.viajarporegipto.com, donde se recogen las ofertas de última hora de las mayoristas. Compras aparte, unos 200 euros bastan para los gastos corrientes, incluyendo alguna excursión.

7 ¿Hay gastos más o menos ocultos en las ofertas?

Sí: las tasas de aeropuerto (30 euros por persona) y el visado (35 euros). También pueden elevar el precio del viaje los suplementos por habitación individual, por salida desde una ciudad diferente a la que se indica en el programa base, por ampliación de la cobertura del seguro o por incremento del coste del carburante. Respecto a este último, la normativa sobre viajes combinados dice que será nulo el encarecimiento del paquete hasta 20 días antes de la salida.

8 ¿Conviene contratar previamente las excursiones opcionales?

No, ni siquiera la más obligada: Abu Simbel. Se puede pagar en destino: unos 85 euros (en autobús) o 175 (en avión). Pero si se tiene tiempo, en Asuán se puede contratar un taxi por unos 15 euros por ocupante. Lo mismo cabe decir de la visita al templo de Filae, en Asuán, o a la necrópolis de Saqqara, cerca de El Cairo. Una advertencia: los guías no pondrán muy buena cara. Según ellos, es en las excursiones donde se ganan la vida.

9 ¿Se puede uno fiar de las categorías de hoteles y barcos?

A veces no. Los hoteles egipcios están clasificados mediante el sistema de estrellas, pero sólo los de cuatro y cinco estrellas, gestionados por las grandes cadenas internacionales, se corresponden con sus equivalentes europeos. La mayoría de los ofertados por las mayoristas son, cuando menos, aceptables. Hay para casi todos los bolsillos, con toda clase de cinco estrellas: estándar, superior, lujo, gran lujo... En los hoteles más económicos, el confort a menudo se reduce al mínimo indispensable. El riesgo es mayor en los barcos, donde la calidad es muy desigual. Conviene buscar información en Internet (hay numerosos foros de intercambio de impresiones y experiencias; por ejemplo, en www.lonelyplanet.com). Un camarote junto a los motores puede ser una tortura, sobre todo si el barco está lleno y no hay posibilidad de cambiar. También es recomendable apuntar en una tarjeta el nombre del barco: decenas de ellos atracan, casco con casco, en los muelles de Luxor y Asuán, y no es difícil despistarse.

10 ¿Hay vuelos directos?

Sí. Casi todos los programas incluyen los vuelos directos desde Madrid y Barcelona a El Cairo, Luxor o Asuán. Para quien desee montarse el viaje por libre (aunque los hoteles resultan más económicos si se contrata un viaje organizado), Iberia (902 400 500; www.iberia.com), por ejemplo, ofrece hasta el 17 de marzo vuelos de ida y vuelta a El Cairo, con salidas desde Madrid y Barcelona, por unos 320 euros, tasas y cargos incluidos; con Egyptair (915 48 86 45), el vuelo sale por unos 391 euros, tasas incluidas.

11 ¿Hace falta estar en buena forma física para visitar Egipto?

No especialmente. Se puede viajar a cualquier edad, si se siente una mínima curiosidad por nuevas y viejas culturas. La entrada al interior de las pirámides, y en especial a la de Keops, no se recomienda a personas con claustrofobia o con problemas cardiacos o respiratorios. Conviene llevar un pequeño botiquín en el que no falten antidiarreicos, y contratar un seguro que cubra la atención médica inmediata o la repatriación, en caso de emergencia.

12 ¿Es necesario conocer algún idioma extranjero?

No es imprescindible en viajes organizados, en los que se cuenta con guía acompañante en castellano que se ocupa desde el recibimiento hasta los trámites de aeropuerto, asignación de habitaciones y explicaciones históricas, artísticas e incluso novelísticas en las visitas. Para las compras de recuerdos (las mejores tiendas están en los bazares de Jan el Jalili y el mercado de Asuán) no hay problema. Hasta el último vendedor le regateará en su idioma, sea el que sea. Para escapadas individuales, incluyendo el trato con taxistas, funciona, ¡y cómo!, el lenguaje de los gestos, y con sólo chapurrear inglés se defenderá sobradamente. En el Museo Egipcio de El Cairo y algunos otros centros de interés podrá contratar por horas a un guía en castellano. Para viajar por su cuenta, en cambio, le ahorrará mucho tiempo y problemas poseer un conocimiento mediano de inglés.

13 ¿Se puede viajar con niños?

Y se debe. Serán, probablemente, los que más disfruten. Por ejemplo, ante los pequeños arcos y flechas, las tablillas y cálamos para dibujar y otros juguetes que pertenecieron al faraón niño Tutankamón y que se exhiben en el Museo Egipcio de El Cairo.

14 ¿Qué libros conviene llevar en la maleta?

Con uno bastará, además de una buena guía como la Guía visual de Egipto (Aguilar, 2004; 34,90 euros) o la versión española de la guía Lonely Planet (Planeta, 2004; 25 euros). Como se oirá hablar de Ramsés II hasta en sueños, una sugerencia aceptable es el primer volumen de la pentalogía de Christian Jacq sobre este mítico faraón, novelada para todos los públicos: El hijo de la luz (Planeta, 2001; 5,95 euros). Para quienes quieran profundizar algo más, la magnífica y amena La tumba perdida, de Kent R. Weeks (Península, 1999; 19,53 euros), sobre los últimos descubrimientos en el Valle de los Reyes. Y un clásico: Sinuhé el egipcio, de Mika Waltari (Debolsillo; 9,50 euros). Y de autor español, Viaje sentimental a Egipto, de Terenci Moix (Planeta, 2003; 24 euros), también autor de No digas que fue un sueño o El amargo don de la belleza, novelas ambas ambientadas en la época faraónica (asimismo editadas por Planeta).