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Pedaleando a la nipona

De Tokio a Osaka, un recorrido sobre dos ruedas por el país del sol naciente

Un ciclista ante un aparcamiento solo para bicis en Kioto.
Un ciclista ante un aparcamiento solo para bicis en Kioto.D. García

Después de un largo periodo en el que muchos fabricantes de bicicletas nipones se vieron obligados a cerrar o a vender sus compañías al capital extranjero, y en el que muchos de los habitantes del país asiático dieron de lado al vehículo de dos ruedas, los velocípedos vuelven a vivir una época dorada en Japón.

Asociada mayoritariamente con pequeños desplazamientos diarios, la bicicleta se ha convertido en estos últimos años en una forma de llevar a cabo grandes viajes y actividades recreativas a lo largo de todo el territorio japonés. La creación de rutas como la Shimanami Kaido o actividades como el tour de Noto así lo confirman.

Para ver cómo se vive esta fiebre por las dos ruedas nos trasladamos hasta Tokio para, a través de la ruta Tokaido, alcanzar pedaleando la tercera ciudad más importante del país oriental: Osaka. La Tokaido es hoy en día la principal arteria de transporte de Japón y antaño sirvió como una mítica travesía que unía Edo (la actual Tokio) con Kioto. Como inspiración tendremos a Utagawa Hiroshige, uno de los más grandes artistas del género Ukiyo-e, que ya en 1832 realizó este recorrido. De aquel viaje nació una de las más bellas obras de dicho género, Las 53 estaciones de Tokaido. Todavía hoy, a lo largo de la ruta, se pueden encontrar vestigios de aquel camino que actualmente forma parte del imaginario colectivo japonés.

Salir de Tokio es quizás uno de los mayores desafíos del recorrido. El tráfico de la capital japonesa puede llega a ser muy denso. Algo positivo es la actitud de los conductores nipones; durante el primer día de trayecto (algo más de 100 kilómetros hasta Hakone) no escuchamos ni un solo pitido a nuestro paso y los vehículos ceden bastante espacio en la carretera a los ciclistas. Menos positiva resulta la escasa apuesta en infraestructuras para el vehículo de dos ruedas en la capital japonesa, algo que al parecer cambiará próximamente debido a la organización de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Practicando el 'urban camping' en el parque Kaidate, cerca de Fujieda (Japón).
Practicando el 'urban camping' en el parque Kaidate, cerca de Fujieda (Japón).D. García

Alejados ya de las grandes ciudades (la Tokaido evita en ocasiones el paso por el centro de grandes poblaciones), el viaje continúa sin mayores problemas. Desde lo más alto de la montaña Hakone, y con mejor meteorología que la jornada anterior, nos proponemos realizar algo más de 100 kilómetros, dejando atrás el monte Fuji (apenas visible durante nuestro recorrido por las condiciones climáticas) y ciudades como Fuji o Shizuoka. Uno de los objetivos del día es ahorrar algunos yenes a través del urban camping, así que al llegar a una pequeña población cerca de Fujieda consultamos, mediante una aplicación en el móvil, si es posible plantar nuestra pequeña tienda en el parque Kaidate para pasar la noche allí. Sin problemas, urban camping conseguido.

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El resto del recorrido hasta Kioto (Hamamatsu, Okazaki, Nagoya…) transcurre por enclaves algunas veces bastante industrializados por lo que se recomienda, en la medida de lo posible, utilizar carreteras secundarias. De esta manera uno se puede encontrar con templos todavía alejados de la masificación turística, como el de Tentoku-ji en Okusa (carretera 217).

La última etapa, que transcurre entre Kioto y Osaka, se puede llevar a cabo a través de buenos carriles-bici, aunque la cosa cambia a la hora de entrar en Osaka. Una vez se acaban las vías para ciclistas, hay que conectar con la carretera número uno para llegar hasta el centro neurálgico de la urbe financiera, y a partir de ese momento tener paciencia a los pedales.

Ya en Osaka celebramos el final de la ruta con una Asahi –una de las cervezas japonesas más famosas– y la música de Jouer, una banda local a la que nos encontramos tocando en directo junto a la estación de Tennoji.

Recomendaciones básicas para viajar en bici por Japón

01 Mantente conectado

02 Prepara bien la ruta

03 Transporte y mantenimiento

04 Si hay poco tiempo, prueba una ‘mamachari’

Hazte con una tarjeta prepago antes de llegar al destino de partida –se pueden comprar por internet–, es la mejor manera de encontrar el camino si te pierdes. Econnect ofrece planes desde 3.100 yenes (sobre unos 23 euros). Muy sencillo, compras el plan que más te convenga y recoges la tarjeta SIM en el aeropuerto o te la envían a la dirección que indiques.

Consulta webs y mapas previamente para trazar el trayecto a seguir. Cycle2project es una buen opción para buscar información y preguntar todas las dudas que tengas sobre el mundo de la bicicleta en Japón. Dos buenos portales más: Kancycling y Japancycling.

Hoy en día llevar la bici en el avión puede salir caro, bastante caro o muy caro, dependiendo de la compañía con la que viajemos. Consulta siempre con la aerolínea antes de comprar el billete. Una alternativa es comprarla en Japón y después venderla, aunque requiere esfuerzo, ya que resulta casi imposible alquilar una bici para trayectos largos de varios cientos de kilómetros (se puede probar suerte entre particulares en las web antes referenciadas). La empresa taiwanesa Giant se ha extendido de manera exponencial por Japón y cuenta con tiendas en las principales ciudades del país; buen sitio para repostar y comprobar el estado de tu bici, y algunas, como la de Imabari, cuentan con servicio de alquiler.

La mamachari es el modelo de bici más extendido en Japón, resulta fácil toparse con ellas por todo el país. Si estas en Tokio la puedes alquilar en Senor Miura, en la zona de Asakusa, tienda con fábrica y modelos de bici propios, por si la mamachari no se ajusta a tus gustos ciclistas.

Más planes viajeros en Tokio aquí

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