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Malasia halla varias fosas comunes con cuerpos de inmigrantes

Podrían contener un centenar de cuerpos de personas trasladadas por las mafias

Inmigrantes de la minoría rohingya llegados esta semana a Indonesia en barco, en un centro de refugiados en Langsa.
Inmigrantes de la minoría rohingya llegados esta semana a Indonesia en barco, en un centro de refugiados en Langsa.DARREN WHITESIDE (REUTERS)

Malasia ha confirmado este domingo el descubrimiento de varias fosas comunes donde están enterrados hasta un centenar de cuerpos que podrían ser de refugiados rohingya e inmigrantes bangladesíes. Las autoridades han encontrado además 17 campamentos clandestinos, según ha afirmado el ministro del Interior Ahmad Zahid Hamidi, en declaraciones recogidas por la prensa local. Se cree que estos lugares, abandonados antes de la llegada de la policía malasia, se utilizaron como base de movimientos de redes de tráfico de personas y para recluir a los inmigrantes hasta que sus familias pagaban un rescate.

Las fosas halladas son una treintena. Todas ubicadas en la localidad fronteriza de Padang Baesar, en el norteño estado de Perlis, colindante con Tailandia, según el diario malasio Utusan, que cita una fuente oficial no identificada. "Cada tumba tiene quizá tres, cuatro cadáveres. Pero aún no sabemos cuántos hay en total. Probablemente vamos a encontrar más", señaló el ministro. "Malasia como Gobierno no está implicado. Pero sí hay malasios implicados; lo reconozco como un hecho", precisó.

El hallazgo se produce después de otro similar a principios del mes de mayo en Tailandia. “Sabíamos que sucedía a ambos lados de la frontera, era cuestión de tiempo que el Gobierno de Malasia interviniera”, asegura Phil Robertson, subdirector para Asia de Human Rights Watch.

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La policía tailandesa descubrió un campamento abandonado con tres supervivientes y una fosa común con 26 cuerpos, supuestamente también de banbladesíes o rohingyas —una minoría musulmana que huye de la persecución y la pobreza en Birmania— que murieron de hambre o enfermedad a manos de las mafias a las que pagan para salir del país. Los días siguientes descubrieron otros seis cuerpos en una zona cercana y detuvieron al presunto cabecilla de la red de tráfico de personas —un rohingya— y a tres funcionarios tailandeses.

Una fosa común hallada el 2 de mayo en el sur de Tailandia.
Una fosa común hallada el 2 de mayo en el sur de Tailandia.Sumeth Panpetch (AP)
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“No está claro cuántos campamentos existen. Van desde lugares temporales a estructuras semipermanentes. La jungla no tardará en cubrir los campos abandonados, especialmente durante la actual temporada de lluvias, lo que hará más difícil descubrir las tumbas”, expone Matthew Smith, director ejecutivo de Fortyfive Rights.

Un total de 256 rohingya fueron rescatados la semana pasada tras ser abandonados por sus traficantes tras la campaña del Gobierno tailandés contra las redes de tráfico. Las tripulaciones de algunos barcos no se atrevieron a llevarlos a tierra y fueron abandonados a su suerte en el mar de Andamán sin una tripulación preparada para pilotarlos, comida, ni agua potable.

Tailandia, Malasia e Indonesia han estado impidiendo que lleguen a sus costas empujándolos hacia dentro en lo que se ha calificado como un “partido de ping pong marítimo con vidas humanas”. El pasado miércoles, Indonesia y Malasia acordaron acoger temporalmente a los rohingyas y bangladesíes que se encuentran a la deriva, siempre que la comunidad internacional se comprometa a reubicarlos en terceros países o repatriarlos en el plazo de un año. Tailandia ha rechazado sumarse al acuerdo.

La mayoría de rohingya vive en pésimas condiciones en en el Estado birmano de Arakan, donde apenas pueden trabajar porque viven confinados y reciben muy poca ayuda. Así, sin protección y enfrentándose a todo tipo de violencia y abusos, miles de rohingya huyen de su país donde se les niega la ciudadanía por motivos étnicos desde 1982, porque porque no están incluidos en la lista de 135 grupos étnicos oficialmente reconocidos por el Gobierno; son un pueblo apátrida. Además, los rohingya son catalogados como inmigrantes ilegales del territorio que actualmente corresponde a Bangladesh, donde tampoco se reconoce a esta comunidad como propia.

El tráfico funciona como una rueda: como carecen de documentos oficiales, en casi todos los lugares a donde van pueden ser arrestados o repatriados a la frontera de Birmania. De ser así, podrían ser detenidos por los birmanos al carecer de ciudadanía, acabar en los campos de los que trataban de huir, o terminar de nuevo en manos de las mafias que trafican con ellos.

Alrededor de 25.000 personas zarparon en barcos desde Bangladesh y Birmania durante el primer trimestre de 2015, el doble del número registrado en el mismo periodo del año pasado, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Tailandia ha convocado el 29 de mayo una cumbre de 15 países, incluida Indonesia, Malasia, Birmania, Bangladesh o Estados Unidos, para coordinar una respuesta a esta crisis humanitaria.

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