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11 ciudades para disfrutar con la bici

De Ámsterdam a Melbourne y de Montreal a Kioto, ciclorutas urbanas que invitan a pedalear

Ciclistas en Copenhague, con el edificio de la Bolsa al fondo.
Ciclistas en Copenhague, con el edificio de la Bolsa al fondo.Leonardo Patrizi (Getty Images)

La bicicleta ha dejado de ser una moda para convertirse en la gran alternativa para moverse por la ciudad. Y no solo para sus habitantes urbanitas, sino también para los viajeros. Un paseo en bici es otra forma de ver la ciudad, mezclándose con la gente, parando en cualquier sitio y disfrutando del placer de hacer las cosas lentamente. Todas las grandes empiezan a estar adaptadas para las bicicletas y algunas han apostado firmemente por esta forma de moverse. Estos son algunos de los paseos urbanos en bici más recomendables en todo el mundo.

Una ciclista en Ámsterdam (Países Bajos).
Una ciclista en Ámsterdam (Países Bajos).Getty Images

1 Pedaleando junto a los canales

ÁMSTERDAM (PAÍSES BAJOS)

Las bicis son parte del tejido de Ámsterdam, probablemente la ciudad más adaptada al ciclismo del planeta. Todos los días, 400.000 personas ruedan por los 400 kilómetros de carriles bici que llegan hasta prácticamente todos los rincones y canales de esta ciudad del siglo XVII. La capital holandesa y sus alrededores son completamente planos, así que moverse por ella en bici resulta muy sencillo. Las bicis que predominan en Ámsterdam son las de paseo, con un porte recto y desenfadado.

En Ámsterdam se puede elegir entre pedalear por el centro de la ciudad, recorriendo los principales puntos de interés, o animarse a realizar un circuito desde la estación de Amsterdam Centraal por las orillas del río Amstel hasta Ouderkerk aan de Amstel, antes de dirigirse a Abcoude y la ciudad fortificada de Weesp, por los ríos Bullewijk, Waver, Winkel y Gein. Si quedan energías, se puede seguir el cauce del Vecht hasta el castillo de Muiderslot, pasando por el Diemerpark, y desde allí regresar al centro. En total, 46 kilómetros.

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Una bicicleta en la plaza de Olles, en Barcelona.
Una bicicleta en la plaza de Olles, en Barcelona.Linda Ching (Getty Images)

2 De Montjuïc al barrio gótico

BARCELONA

Tras bordear sus calles medievales con un laberinto moderno de carriles bici (172 kilómetros), Barcelona se ha convertido en la última década en una de las grandes ciudades para ciclistas urbanos. Su sistema Bicing va dirigido a los residentes, pero por todas partes hay locales donde alquilar bicis o contratar circuitos guiados.

Resulta aconsejable un paseo hasta el castillo de Montjuïc, la fortaleza y antigua prisión del siglo XVIII que vigila la ciudad desde lo alto, con vistas espectaculares de la ciudad y el Mediterráneo; o bien optar por un circuito urbano desde la plaza de Catalunya recorriendo el Barrio Gótico y Santa María del Mar hasta el parque de la Ciutadella. Luego se toman los paseos de Lluis Companys y Sant Joan (cruzando el Arco del Triunfo) y se gira a la derecha, hacia la Sagrada Familia, por la Gran Vía para regresar por la Casa Batlló y La Rambla. En total, unos 9 kilómetros.

Un carril bici en Montreal (Canadá).
Un carril bici en Montreal (Canadá).NicolasMcComber (Getty Images)

3 Montreal, 600 kilómetros de carril bici

CANADÁ

Con un perfil topográfico enormemente montañoso y duras condiciones climáticas casi todo el año, de Montreal se ha dicho que no podría ser una ciudad bikefriendly, pero se ha convertido justo en eso, con más de 600 kilómetros de carriles bici desplegados por la ciudad –casi 250 de ellos aislados por completo del trafico– y más de 5.000 bicicletas de uso público para alquilar. Todos los veranos unas 30.000 personas se reúnen en el parque Jeanne-Mance para participar en el Tour de l’Ille de Montreal, una carrera con varias distancias a elegir (la clásica, de 25 o 50 kilómetros, y la Decouverte de 65 o 100). Las rutas recorren la isla de Montreal y cruzan el gran río San Lorenzo por los puentes de JacquesCartier y Champlain, sobre Ile Sainte Helene y por el Parc Jean-Drapeau, exploran Longueuil y Parc Michel-Chartrand antes de regresar al punto de inicio.

Ciclistas y 'geishas' en el centro de Kioto (Japón).
Ciclistas y 'geishas' en el centro de Kioto (Japón).Yvan Cohen (Getty Images)

4 Los colores de otoño desde la bici

KIOTO (JAPÓN)

El mosaico de colores que forman las koyo (hojas) de Kioto en otoño es una imagen menos comercializada que la explosión rosa y blanca de la primavera (con los cerezos en flor), pero resulta igualmente sensacional, sobre todo vista desde el sillín. Desde mediados de septiembre, una marea carmesí –el llamado frente koyo– arranca en Hokkaido y baja por todo el país. Un sitio genial para ver los árboles y arbustos en sus tonalidades más rojas es el templo de Tofukuji, que puede explorarse en un circuito ciclista muy fácil desde la estación de Kioto. Hay que reservar dos horas para hacer la ruta (11 kilómetros, con paradas), que avanza al oeste desde la estación de aspecto espacial de la ciudad (por carriles mixtos para bicis y peatones), luego sigue al sur por Higashinotoin-dori, continua (de nuevo hacia el oeste) hasta el templo de Toji (construido en el año 796 y patrimonio mundial) y pedalear, siguiendo el río Kamo, hasta el gran templo zen de Tofukuji. Los increíbles arces se disfrutan mejor desde el puente de Tsutenkyo. Desde ahí, se llega al santuario de Meiji-jingu, y luego en dirección este, siguiendo el río, se regresa al centro.

El cruce de Shibuya, en Tokio.
El cruce de Shibuya, en Tokio.Alexander Spatari (Getty Images)

5 La otra cara de Tokio

JAPÓN

La otra gran experiencia de ciclismo urbano en Japón es Tokio. Aunque pueda parecer la antítesis de un destino ciclista por su gran extensión, con un poco de ayuda puede ser una urbe sorprendente sobre dos ruedas. La ruta Edo-Tokyo Culture Ride (6 horas), organizada por Tokyo Great Cycling Tours, visita el estadio de sumo de Ryōgoku y el parque Ueno, y acaba en el Palacio Imperial. Hay que reservar con antelación. Podremos ver otra faceta de la cultura ciclista de Japón en uno de los 47 velódromos del país –como Keiokaku y Tachikawa– donde se organizan las populares carreras de keirin, uno de los pocos acontecimientos deportivos de Japón en el que se permite apostar.

Un ciclista en el puente de Brooklyn, en Nueva York (EE UU).
Un ciclista en el puente de Brooklyn, en Nueva York (EE UU).Michele Falzone (Getty Images)

6 En bici por los barrios neoyorquinos

NUEVA YORK

Toda la ciudad de Nueva York es apta para las bicis, desde los amplios bulevares de Central Park, cerrados al tráfico gran parte del día, hasta una creciente red de carriles bici que cruzan monumentos icónicos y puentes, aunque los visitantes solo aprovechan esto en parte. Pocos se aventuran más allá del extremo opuesto del puente de Brooklyn y es una pena. La auténtica joya ciclista es el Manhattan Waterfront Greenway, una ruta que serpentea por casi toda la isla durante 50 maravillosos kilómetros e invita a pedalear explorar otras zonas de la ciudad a través de los puentes que unen Manhattan con los barrios exteriores, como la típica pasarela de madera del puente de Brooklyn, o el más antiguo (y más reciente a la vez), High Bridge, entre Harlem y el Bronx, original de 1848 cuando se construyó a modo de acueducto y que conduce a peatones y ciclistas por encima del río Harlem.

El Brooklyn-Queens Greenway, de 64 kilómetros, es la excusa perfecta para pasar un gran día al aire libre pedaleando desde Little Bay Park (en Queens) hasta Coney Island por un circuito que une varias atracciones como el acuario, el Brooklyn Museum y el jardín botánico de Brooklyn. Eso sí, evitando en lo posible el pegajoso calor del verano y la nieve del invierno.

Ciclistas en el Paseo de la Reforma, en Ciudad de México.
Ciclistas en el Paseo de la Reforma, en Ciudad de México.Getty Images

7 De Chapultepec al centro histórico

CIUDAD DE MÉXICO

Las megalópolis no suelen parecen prometedoras para quien planea recorrerlas en bici. La población es enorme, las redes de transporte extensísimas y hay una sensación de caos controlado. No obstante, Ciudad de México está erigiéndose como una excepción a la regla conforme crece su reputación como destino urbano. Las vías principales siguen siendo complicadas de recorrer, por el tráfico y las condiciones del asfalto, pero como en cualquier otro sitio del mundo los circuitos en bici para explorar la ciudad son populares entre los visitantes y cubren más terreno del que puede recorrerse a pie. Sobre dos ruedas se pueden aprovechar algunos de los carriles bici especiales que cruzan la ciudad, como el que va desde el bosque de Chapultepec hasta el centro histórico. Hay alquiler de bicicletas gratis (hasta tres horas) en locales del centro y el sistema público de Ecobici ofrece hasta 45 minutos de paseo sin coste. Además, los domingos por la mañana varias calles del centro cierran al tráfico y ofrecen una ruta de 26 kilómetros ininterrumpida.

Ciclistas a los pies de la torre Eiffel, en París.
Ciclistas a los pies de la torre Eiffel, en París.Pawel Libera (Getty Images)

8 Rutas monumentales, con pausa-café

PARÍS

En Francia se conoce a la bicicleta como le petite reine (la pequeña reina). No es el medio de transporte principal en la capital francesa, pero sí una buena forma de desplazarse. Paris’ Velib (velo liberte, libertad en bicicleta) fue uno de los primeros sistemas de alquiler e intercambio público de bicis y hoy en día cuenta con más de 1.800 estaciones, 20.000 unidades y más de 440 kilómetros de carriles señalizados. Además, las calles del Sena (y otras) se cierran al trafico los domingos, lo que incluye el Louvre, el Jardín de las Tullerías y la torre Eiffel. Una bonita ruta es la que sigue los 4,5 kilómetros del canal St-Martin desde Republique al Quai de Valmy, parando en algún café cuando apetezca un ravitaillement (tentempié). Se pueden seguir los canales, como el canal de l’Ourcq, tan lejos como se quiera.

Dos ciclistas en Point Ormond, con el perfil urbano de Melbourne al fondo.
Dos ciclistas en Point Ormond, con el perfil urbano de Melbourne al fondo.Christopher Groenhout (Getty Images)

9 La mejor ciudad australiana para cicloturistas

MELBOURNE (AUSTRALIA)

Melbourne es una ciudad completamente adaptada para bicicletas gracias, en buena parte, a la influencia de Jan Ghel, diseñador urbano danés que asesora a ciudades de todo el mundo para seguir el modelo de Copenhague, y que estuvo trabajando en Melbourne en los años noventa. Pero la topografía de la ciudad también juega su papel: el río Yarra fluye del noreste hacia la bahía y, junto a él, discurre el Yarra Trail, un verde y tranquilo corredor de uso mixto. A su paso por el Yarra Bend Park pueden verse, durante el día, zorros voladores colgados de los arboles. Al llegar a la ciudad enlaza con el Bay Trail que recorre la bahía de Melbourne hasta Seaford, por St Kilda. El Yarra Trail tiene 32 kilómetros de recorrido en total.

Carriles bici en Portland (EE UU).
Carriles bici en Portland (EE UU).Patrick Brooks Brandenburg (Getty Images)

10 Lluvia, bicis, cafés y mucha naturaleza

PORTLAND (ESTADOS UNIDOS)

Si hay una ciudad estadounidense que imita el modelo de Copenhague es Portland (Oregón), en la costa del Pacífico, en la que no faltan ni lluvia ni bicicletas de carga. Ecléctica, sostenible e independiente, famosa por su café y su cerveza artesana, en 2015 Portland puso en marcha un sistema de bicicletas compartidas, el Biketown, que cuenta con 600 bicicletas y estaciones por toda la ciudad. Ya existen más de 560 kilómetros de carril para bicicletas, incluidos los 18 del Waterfront Loop, junto al río Willamette. Podemos visitar los alrededores siguiendo el Willamette Valley Scenic Bikeway (de 201 kilómetros), que se adentra por la famosa región vinícola de Oregón, al sur de la ciudad de Portland.

El puente ciclista y peatonal de Inderhavnsbroen, que une Nyhavn con Christianshavn, en Copenhague.
El puente ciclista y peatonal de Inderhavnsbroen, que une Nyhavn con Christianshavn, en Copenhague.Angel Villalba (Getty Images)

11 Travesía artística en Copenhague

DINAMARCA

La capital danesa es una de las ciudades más bikefriendly del mundo. Las bicis circulan en total libertad –unas 30.000 bicicletas cada día– por sus carriles bici (muchos separados por un bordillo) y vías anchas, todo en aras de la seguridad. En 2015 se inauguró una ciclovía aérea, el cykelslangen, por el que las bicicletas pueden bajar directamente al puerto y a un centro comercial. Los daneses van en bicicleta al trabajo, a la escuela y hasta cuando salen de bares, a cenar o de fiesta. Hay 125 puntos de bicicletas públicas de alquiler, también en estaciones de ferrocarril, como Osterport.

La bicicleta es el mejor medio para disfrutar del lado divertido de Copenhague, desde las cafeterías del parque Amager a los jardines de Frederiksberg. Los aficionados a la arquitectura pueden bajar por el bulevar Orestads hasta el auditorio de Jean Nouvel. Los amantes de la comida pueden pasear por los canales de Christianshavn hasta la antigua ubicación del famoso restaurante Noma y de su vecino, el 108. Uno de los rincones más ciclistas de la ciudad es Christiania, tanto que da nombre a un tipo de bicicletas de transporte en la que los daneses llevan sus compras y a sus hijos. Christiania es también el único sitio en que se fabrican las extravagantes bicicletas Pedersen. Y en las afueras, una sugerencia muy atractiva: dos horas de pedaleo (40 kilómetros) por la Riviera Danesa hasta el Museo Louisiana de Arte Moderno, cerca de Helsingor (Elsinor), donde se encuentra el castillo de Kronborg, el escenario escogido por Shakespeare para su Hamlet.

Más información en el libro Las mejores rutas del mundo en bicicleta, de Lonely Planet, y en www.lonelyplanet.es

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