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Esta es una de las experiencias que todos los viajeros recuerdan al regresar de Bali: procesiones por todas partes. Mientras se saborea un café en Seminyak, o en Ubud, comienza a escucharse el sonido de un gamelan, el tráfico se detiene y una multitud de balineses, elegantemente ataviados, pasa a toda prisa con montañas de fruta, parasoles de borlas y un par de peludos y enmascarados barongs (criatura mítica mezcla de león y perro). La procesión se esfuma igual que surge y deja tras de sí un destello de oro y seda blanca, y pétalos de hibisco. Cada día se celebran decenas de ellas por toda la isla.
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20 razones para perderse en Bali

De sus centros más turísticos a rincones poco explorados, una rutas por la llamada isla de los dioses entre playas paradisíacas, volcanes y mucho surf

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