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Vinos con tapón de rosca, ¿por qué no?

Ventajas e inconvenientes de este tipo de cierre frente al tradicional corcho, que en España acapara el 95% de las botellas comercializadas

lucentius (Getty)

Hágase ésta sencilla pregunta: si va a ofrecer una cena en su casa a personas importantes del trabajo, ¿les brindaría para beber una botella de vino con tapón de rosca de aluminio?. O algo menos comprometido: ¿se presentaría con ella en una comida a la que ha sido invitado, aunque se tratara de gente cercana? Parece evidente que no. Y, sin embargo, puede que en muchos casos la elección hubiera sido sensata. Por ejemplo, seguro que se atrevería a hacerlo si el vino fuera de una marca de reconocido prestigio. No sé, un rioja o un burdeos. Podría dar motivo a un ameno debate sobre sus ventajas e inconvenientes, mientras disfrutamos de su estimulante calidad. Y, créanme, las opciones existen, aunque desgraciadamente no en nuestras estanterías.

Porque, no nos engañemos, la única razón de peso para rechazar una botella de vino con tapón de rosca es su mala imagen, hoy asociada al vino barato de baja calidad, porque lo hay barato y bueno. Pero es solo cuestión de tiempo que esa percepción, que no se ajusta siempre a la realidad, cambie. Como ya ocurre en países con menos peso cultural vitivinícola, pero que son excelentes elaboradores, donde la rosca es mayoritaria: Nueva Zelanda (95%), Australia (80%), África del Sur (65%), Chile (63%). Es más, nos llevaríamos una buena sorpresa si visitamos algunas tiendas y supermercados de Alemania, Suecia, Holanda, o Inglaterra, donde es fácil toparse con el tapón de rosca en vinos españoles elaborados por bodegas prestigiosas de zonas como Rías Baixas, Rueda, Ribera del Duero y Rioja. Vinos que en España se comercializan con tapón de corcho natural. Y es que los consumidores de estos países, particularmente jóvenes, prefieren la comodidad y seguridad a la imagen. En un estudio llevado a cabo en 2014 por IPSOS, empresa líder en investigación de mercados a nivel global, concluía que el cierre con tapón de rosca es el preferido de los consumidores europeos.

Vino rosado de la bodega Chateau de Haux, de Burdeos (Francia), embotellado con tapón de rosca.
Vino rosado de la bodega Chateau de Haux, de Burdeos (Francia), embotellado con tapón de rosca.Per Karlsson (Agefotostock)

Así que, propongo que abramos la mente y tratemos de racionalizar nuestras decisiones de compra. Veamos cuáles son las ventajas e inconvenientes de optar por una botella de vino con rosca.

En primer lugar, solemos generalizar a la hora de referirnos a los tapones de rosca, tal vez porque su mala imagen nos impide conocerlos mejor. De hecho, desde su creación en 1959, de mano de la compañía francesa La Mécanique Bouchage, el tapón de rosca ha evolucionado notablemente. Hoy existen varios tipos (Roscap,Stelvin...), como ocurre con el corcho natural, de distintas calidades y con variadas posibilidades de decoración, lo que permiten diferenciar la calidad del vino. Es lo que ocurre en mercados donde está sólidamente implantado. Es decir, el tapón de rosca puede ser un buen indicador de calidad.

En segundo lugar, si la misión del tapón es cerrar lo más herméticamente la botella para evitar oxidaciones y contaminaciones, manteniendo los aromas frutales de los vinos, el de rosca cumple la función perfectamente. Lo viene haciendo desde que se iniciara su comercialización, hace 40 años, inicialmente en botellas de vinos generosos, para extenderse a otras bebidas, y evolucionar tanto técnica como estéticamente. Hoy en día, un buen tapón de rosca de aluminio puede ofrecer una imagen moderna y cumplir perfectamente su misión, evitando los temidos olores asociados al tapón de corcho natural (bouchonné), particularmente el TCA, aunque las corcheras han conseguido reducir notablemente su impacto, hoy por debajo del 10%.

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Tapones de rosca fabricados por la empresa española Torrent.
Tapones de rosca fabricados por la empresa española Torrent.

Por último, los vinos embotellados con tapón de rosca añaden a su facilidad de apertura el beneficio añadido de que la botella puede volver a cerrarse y abrirse cómodamente, lo que facilita el consumo por copas, que es una práctica cada vez más extendida.

Todo ventajas, salvo que no es el cierre más adecuado para vinos de guarda, que se redondean y mejoran con los años en la botella, para lo cual el corcho natural es imprescindible. Y nos priva de la ceremonia social y cultural del descorchar la botella, así como anticipar, en función del estado físico y olor del corcho, el estado del vino. Por no hablar de que el uso del corcho contribuye al mantenimiento de nuestros alcornocales, parte importante del equilibrio medioambiental.

En resumen, la rosca es una excelente opción para vinos de la gama media y baja, que suponen el 85 % del total. Vinos que se van a consumir en uno o dos años a lo sumo, donde la evolución en botella no es significativa. Y puede actuar como aliciente para que se incremente su consumo, que en España, donde el 95% de los tapones que se usan para cerrar el vino son de corcho natural, está en unos niveles inaceptables.

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Sobre la firma

Carlos Delgado
Periodista, escritor, y crítico enogastronómico. Premio Nacional de Gastronomía 2002. Es crítico enológico de EL PAÍS desde finales de los ochenta. En 1989 participó en la fundación de Slow Food, donde ha sido vicepresidente internacional y presidente nacional. Es autor de libros como 'El Libro del Vino' y 'El Libro de los Aguardientes y Licores'.

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