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Ardales, la cueva de las estrellas

Una empresaria alemana puso de moda en el siglo XIX los baños malagueños de Carratraca y una gruta con arte rupestre

Arqueólogos trabajando en la cueva de Ardales, en la provincia de Málaga.
Arqueólogos trabajando en la cueva de Ardales, en la provincia de Málaga.García-Santos

El rastro de la primera promotora turística de la Costa del Sol conduce hasta el siglo XIX y al interior de la provincia de Málaga. El buen ojo empresarial de Trinidad Grund, nacida en Sevilla y de origen alemán, convirtió en un destino nacional para gente adinerada la entonces aldea de Carratraca, bendecida con un manantial de aguas termales que actualmente se disfrutan en un tranquilo hotel de lujo. Esta pionera diseñó un paquete de ocio que incluía la visita a la cueva de Ardales, una joya en la que se trata de documentar la presencia de los neandertales y en la que la alta burguesía se deleitaba con fiestas flamencas.

javier belloso

La cavidad de Ardales, a cuatro kilómetros del pueblo homónimo de 2.527 habitantes, conserva el arte rupestre más antiguo de Andalucía. En sus paredes, techos y rocas desprendidas se han descubierto 1.020 motivos artísticos. Hay ciervos, cabras, caballos, peces y figuras femeninas, además de manos negativas paleolíticas, una rareza realizada con acuarela manchada de negro, y positivas, de color rojo por el óxido de hierro con que se estamparon.

El recorrido visitable de la cueva se alarga cerca de un kilómetro. La entrada está limitada a 15 personas al día (los lunes está cerrada) y hay que reservar. Al inicio de la ruta se desciende por una escalera cincelada en el siglo XIX que lleva el nombre de Doña Trinidad y que conduce a la Sala de las Estrellas, el primer gran espacio en el que destacan enormes estalactitas y estalagmitas. “Lo que las hace brillar es calcita, por eso los mineros que la descubrieron en 1821 pensaron que había piedras preciosas”, explica Pedro Cantalejo, conservador de la cueva.

Piezas encontradas en las excavaciones de la cueva de Ardales (Málaga).
Piezas encontradas en las excavaciones de la cueva de Ardales (Málaga).García-Santos

Estos mineros cobraban dos reales a los interesados en conocerla. “Pero quien le introduce el sesgo turístico y elitista a la cueva es Trinidad Grund”, aclara Cantalejo. Las primeras rutas para la gente de postín empezaron en 1852. Grund, con una vida colmada de desgracias personales, hizo una buena boda con el malagueño Manuel Heredia Livermore, heredero de una de las grandes fortunas del país, y empezó a codearse con la alta burguesía, la nobleza y los políticos de la época. Durante sus veraneos en Carratraca, vislumbró las posibilidades turísticas de las aguas termales y promovió el negocio entre todos sus contactos, ofreciendo una especie de “todo incluido”.

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La de Ardales fue la primera cueva abierta al turismo en España, aunque se desconocía su riqueza en arte paleolítico. Fue el prehistoriador francés Henri Breuil quien, en una visita en 1918, descubrió las primeras pinturas y grabados en la zona de El Calvario, que concentra más de 600 dibujos. En este punto se han localizado restos de enterramientos, igual que en las Galerías Altas.

El valor arqueológico de la cavidad es cada vez más evidente. Quienes han recorrido la cueva en septiembre han coincidido con los investigadores que rastrean las primeras ocupaciones humanas. Están acreditadas hasta hace 35.000 años y se profundiza en el espacio cronológico de los neandertales, más allá de 40.000 años. Se han encontrado evidencias de esta especie en la entrada y se trata de documentar su presencia en el interior. El equipo está coordinado por los expertos José Ramos y Gerd Weniger, y al frente de las dataciones de arte está Marcos García.

Piscina termal en los baños de Carratraca, en Málaga.
Piscina termal en los baños de Carratraca, en Málaga.García-Santos

El antiguo balneario de Carratraca (775 habitantes) funciona como establecimiento hotelero de lujo desde 2007. De estilo neoclásico, el hotel Villa Padierna Thermas tiene 43 habitaciones y todo tipo de tratamientos vinculados a la salud y al descanso. El edificio ha sido rehabilitado y ocupa la antigua Posada del Príncipe, que ordenó construir el rey Fernando VII para alojarse mientras tomaba las aguas. En esa época, esta construcción estaba separada de las termas, pero un pasillo interior une ahora ambos espacios. Funciona en parte con energía solar y su menú está basado en la alta cocina orgánica, con recetas equilibradas. No sirve alcohol.

La temperatura de las aguas sulfuradas, cálcicas y magnésicas, catalogadas como mineromedicinales, es de 18 grados. El edificio de las termas mantiene la esencia original. La oferta de tratamientos y curas especiales incluye un programa de adelgazamiento, o uno dermatológico, antitabaco o bioenergético.

Guía

Información
La entrada a la Cueva de Ardales (+34 952 45 80 46) cuesta ocho euros (tarifa reducida: cinco euros), y cierra los lunes. Duración de la visita: 90 minutos.
Villa Padierna Thermas Hotel (+34 952 48 95 42).
Ayuntamiento de Carratraca.

La puerta del balneario (cerrada porque se accede desde el hotel) está en la calle de los Baños. En uno de los extremos de esta vía se alza el palacete de veraneo de Trinidad Grund, reconvertido en ayuntamiento, y en el número 18, la fonda Casa Pepa, un restaurante auténtico cuya fama trasciende los límites de la comarca. Se come, literalmente, como en el salón de casa, rodeado de fotos y recuerdos de familia. Pepa, de 84 años, se sigue metiendo en la cocina.

Aquí no hay carta. El gazpachuelo típico malagueño y la sopa de puchero son primeros platos fijos a diario. Las soperas se ponen sobre la mesa y cada cual se sirve al gusto. Los segundos suelen ser albóndigas, filetes o unas patatas con huevos fritos y chorizo. El menú cuesta ocho euros. A la destreza culinaria de Pepa han sucumbido Antonio Banderas o Karlos Arguiñano. Hasta Carlos de Inglaterra, a quien la anfitriona cuenta que sirvió hace ya muchos años sin saber que estaba ante el heredero del trono británico.

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