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Una pared para Jared Leto

De Sóller a Sa Calobra, calas y acantilados mallorquines ideales para el psicobloc, divertida variante de la escalada practicada por el actor

Jordi Pastor
Chris Sharma escalando en los acantilados de la costa oeste de Mallorca, cerca de Sóller.
Chris Sharma escalando en los acantilados de la costa oeste de Mallorca, cerca de Sóller.adrián garcía

Es algo salvaje, para mí fue una revelación”. Desde hace más de una década el escalador californiano Chris Sharma —uno de los mejores del mundo y, seguramente, el más mediático— pasa cada año una temporada en Mallorca atraído por la llamada del psicobloc: la escalada sin cuerda en los acantilados que rodean la mayor de las Baleares con las aguas del Mediterráneo como colchón de seguridad (si te caes, te das un buen chapuzón en aguas profundas). Adrenalina y un litoral salvaje son los ingredientes de un deporte emocionante que ya atrae a Mallorca a una legión de aficionados, entre los que estuvo este verano el actor Jared Leto. Tanto si escalamos como si no, los magníficos escenarios del psicobloc invitan a recorrer en barco la costa oeste de la isla, con la sierra de Tramuntana de fondo.

“La libertad de escalar desatado sin miedo a una caída, la aventura, el mar… es una sensación increíble”, dice Sharma. “Y Mallorca es el mejor lugar del mundo para practicarlo”, añade. La dinámica del psicobloc es sencilla. Consiste en elegir una línea de progresión, aproximarse a la pared —en barco o destrepando el acantilado— y comenzar a escalar, guiándose por la intuición para descubrir los agarres en la roca hasta coronar el precipicio. Si los brazos —o el miedo— dicen basta antes de llegar arriba, solo hay que dejarse caer al agua.

javier belloso

“Actualmente el psicobloc se practica en paredes que superan los 20 metros, así que hay que ir con cuidado”, advierte Miquel Riera, pionero de esta variante de la escalada que comenzó a practicar a finales de los años setenta. “Entonces hacíamos bloque [escalada sin cuerda en piedras de poca altura] en el dique de Porto Pí, en Palma, y fue allí donde dimos el salto a los acantilados. Lo bautizamos psico-bloc porque el factor psicológico es clave debido a las alturas que se alcanzan”, cuenta Riera mientras zarpa del puerto de Sóller, único abrigo natural de esta escarpada franja de litoral, poniendo rumbo norte hacia Sa Calobra. El asfalto queda lejos de las abruptas laderas pobladas de verdes pinares en cascada que contrastan con el intenso azul del mar. Un aislamiento que ha conservado casi intacto este paisaje de la vertiente costera de la Tramuntana, patrimonio mundial desde 2011.

Bañistas en cala Tuent, en Mallorca.
Bañistas en cala Tuent, en Mallorca.Jaume Gual (agefotostock)

Las dimensiones engañan desde el mar. Solo cuando el barco se coloca bajo la cueva de Ses Puntes se comprueba la altura real de esta bóveda. Es un buen sector para iniciarse en el psicobloc. Hay vías de baja dificultad y caídas limpias a un agua transparente. “La calidad de la roca en Mallorca es increíble, sólida, perfecta”, dice Sharma, quien ha probado el psicobloc en otros países como Vietnam o Venezuela y no duda al escoger la isla balear. “Permite escalar con confianza cuando exploras las paredes por primera vez. Además, los acantilados tienen alturas asumibles”. Entre 25 y 30 metros, aunque el estadounidense reconoce que cuando se superan los 20 metros hay que tomar precauciones y caer siempre de pie. “También hay que comprobar el estado de la mar y localizar puntos para salir fácilmente del agua”, factores básicos de seguridad.

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Torres y piratas

Desde el mar se aprecian varias de las torres defensivas levantadas en el siglo XVI por todo el litoral. Eran puestos de vigilancia ocupados día y noche para alertar de la presencia de piratas berberiscos. Pasado el estrecho de Sa S’Illeta, islote virgen cerca de la costa, asoma una de ellas, la torre de Na Seca, que domina el área de Sa Costera, al otro lado del Morro de Cala Roja.

Vista de Sa Costera, en la vertiente costera de la sierra de Tramuntana, en Mallorca.
Vista de Sa Costera, en la vertiente costera de la sierra de Tramuntana, en Mallorca.

Divisamos la salida al mar del manantial de Sa Costera, uno de los más caudalosos de Mallorca. En 1908, la Eléctrica Sollerense aprovechó la Font de Es Verguer para construir su primera central eléctrica. Los restos de esta construcción —ya abandonada— son una de las pocas intervenciones humanas en la zona.

Al doblar un nuevo recodo, el litoral desciende hasta la franja de arena de la cala Tuent.  Aquí solo hay un pequeño muelle y la casa de Toni, en cuyo porche se rodó el último spot veraniego de Estrella Damm. Ladera arriba, salpicando el verde tapiz de bosque y matorral, se distinguen algunas casas y el restaurante Es Vergeret (+34 971 51 71 05).

De nuevo a bordo, dos grandes farallones rocosos anuncian el Racó de Sa Vaca, una ensenada de aguas transparentes que esconde dos joyas de la Tramuntana: la cala de Sa Calobra y el torrente de Pareis, que parece una exótica playa de piedras, pero no lo es. Se trata de la salida al mar del barranco de Sa Fosca, uno de los muchos torrentes que horadan estas montañas, salvajes a pesar de todo.

Guía

Información

» Mon Nautic (+34 971 63 87 27) alquila barcos en Sóller, desde 180 euros por día.
» www.mallorcatopadventure.com.
» www.infomarllorca.net.
» www.serradetramuntana.net.

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Sobre la firma

Jordi Pastor
Redactor de la sección Extras especializado en medio ambiente y naturaleza, antes trabajó en el suplemento El Viajero. Inició su labor profesional en 'Desnivel', editorial referente en información sobre montaña y escalada. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y culminó sus estudios en la Universidade de Coimbra.

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