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Vida de familia con huésped incluido

Detrás de cada familia que alquila habitaciones en su casa particular a través del portal Airbnb hay una historia. Esta es la de dos de ellas

Paco Nadal
Pampa junto a su familia.
Pampa junto a su familia.

¿Qué historia hay tras cada familia que decide alquilar habitaciones en su casa a través de Airbnb? Seleccionamos dos de estas familias.

Una casa con necesidades especiales

Pampa tiene 36 años y es profesora de yoga en paro. Tiene también dos hijos, una habitación libre en casa y más gastos de los que puede hacer frente, sobre todo por las necesidades especiales del mayor, de 11 años, que sufre espina bífida. “Necesitábamos un piso adaptado para que él pudiera moverse con la silla de ruedas; los que encontramos cerca de su colegio eran muy caros y lo que nos ofrecía el Ayuntamiento estaba en las periferias, muy lejos del centro donde hay que llevarlo a diario”, cuenta Pampa. Así que optaron por uno cerca del cole pero con una habitación de más, que alquilan desde hace un año a través de Airbnb.

“No lo hacemos por lucrarnos, sino para obtener un dinero extra que nos permite pagar este alquiler y sobre todo las terapias alternativas del niño, que no cubren ni la Seguridad Social ni el seguro privado”. En meses flojos pueden ahorrar entre 200 y 300 euros; en agosto, hasta 800 euros. “Es un dinero extra que nos permite incluso ir de vacaciones; solo con el sueldo de mi marido no podríamos”.

De todos los huéspedes que ha alojado a Pampa le han marcado sobre todo dos: “Hubo una familia polaca con su hijo. El chico bailaba break dance y trabajaba con niños en su país y tuvo una relación muy especial con mi hijo. Fueron los mejores inquilinos que han tenido. También recuerdo a una madre holandesa con sus dos hijos que estuvieron al año pasado por Navidad. El padre no tenía vacaciones y la madre había prometido a los hijos ir a España en esas fechas para ver y vivir cómo son las Navidades aquí, por eso eligieron alojarse a través de Airbnb en vez de en un hotel. Les invitamos a cenar con nosotros en Nochebuena: ellos lo pasaron muy bien y nosotros nos sentimos como una familia más grande esa noche”

Cuando los invitados se convierten en algo adictivo

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La argentina Fabiana junto a su hija.
La argentina Fabiana junto a su hija.

Fabiana es argentina pero lleva doce años viviendo en España. Vino con sus tres hijas, pero la crisis forzó a las dos mayores a regresar a Argentina. Así que se encontró con un piso demasiado grande en Alameda de Osuna y una hipoteca casi igual de grande, imposible además de hacerle frente porque se había quedado en paro. A punto de ser embargada por el banco, una amiga argentina le recomendó poner las habitaciones de las niñas, ahora vacías, en alquiler a través del portal Airbnb. Fue su salvación.

Desde entonces asegura que ha tenido más de 200 huéspedes. “Mi casa está al lado de Barajas por lo que las personas que se alojan tienen un perfil muy parecido y suelen estar relacionadas con el aeropuerto: pilotos, gente que viene a hacer cursos de aviación o personas que tienen que estar cerca del aeropuerto. No son los típicos clientes de Airbnb que pasan tres días para conocer Madrid.

Reconoce que lo que hace diferente su casa son los desayunos. Se los prepara siempre a los huéspedes con productos típicos de la Argentina (alfajores, magdalenas rellenas con dulce de leche casero). “Y lo hago sin cobrarles nada extra, es mi plus”, comenta.

Una de las anécdotas favoritas de Fabiana tiene que ver con un huésped de India que vino a España a comprarse un caballo extremeño. “Evidentemente tenía dinero para alojarse en un hotel, pero me dijo que buscaba precisamente lo que Airbnb ofrecía: un sitio donde conversar con gente local. Su estancia coincidió con la visita de unos familiares que habían venido a verme; el señor cocinó para todos y pasamos un agradable rato cenando juntos”.

A Fabiana le gusta agasajar a sus huéspedes a través de la comida y considera Airbnb mas que un negocio, aunque reconoce la importancia de los ingresos para poder pagar la hipoteca del piso. Alojar gente y hacerles el desayuno se ha convertido en su día a día, “hasta el punto que cuando no tengo huéspedes me siento como sola, echo de menos la sensación de tener invitados”.

“Airbnb te abre la mente”, asegura, “ya que la gente que viaja también es de mente abierta. Te permite conocer hábitos, nuevas culturas, otras formas de vida. Mi experiencia es muy positiva; nunca he tenido una mala experiencia”.

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