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El bingo de caca de pollo

El chef Raül Balam Ruscalleda hizo un periplo por Estados Unidos en el que comió la mejor hamburguesa de su vida y paró unos días en Los Ángeles

El cocinero Raül Balam Ruscalleda, chef del restaurante Moments (hotel Mandarin Orientan) de Barcelona.
El cocinero Raül Balam Ruscalleda, chef del restaurante Moments (hotel Mandarin Orientan) de Barcelona.

Puede que no recuerde el nombre de un cañón que visitó en California, pero es capaz de recitar todos los toppings que ofrecían para las hamburguesas en un sorprendente bar de carretera. Como corresponde a un chef e hijo de chef, Raül Balam Ruscalleda, que lleva ya más de un lustro al frente del Moments, el estrellado restaurante del hotel Mandarin Orientan en Barcelona, recuerda sus vacaciones en función de lo que comió en cada sitio. Hace un par de años aprovechó que tenía que impartir una clase magistral en Harvard para hacerse las dos costas estadounidenses.

¿Qué enseñó en Harvard?

La charla tenía que estar relacionada con la ciencia y hablé de los tostados. Les poché una cebolla allí mismo en el aula y vieron como en 20 minutos pasaba de ser dura y picante a blanda y dulce, sin añadir nada. También les hice un arroz de pescadores y una tortilla de patata con el huevo vaciado. Eso les impresionó mucho. Además, les hice la broma de que yo siempre utilizo producto de proximidad y qué mayor proximidad que la máquina expendedora del pasillo. Así que saqué de ahí unas patatas chips y las mezclé con la cebolla caramelizada y la clara batida, todo inyectado dentro de la yema. Si lo muerdes, sabe a tortilla, pero la presentación es completamente distinta.

Se quedaría unos días en Boston.

El traductor nos llevó a un restaurante de la zona china que parecía un local de mala muerte. Jamás habría entrado. Comimos espectacularmente. Lo que más recuerdo es que nos dieron la rama de la planta del guisante escaldada. Lo incorporé el invierno pasado a un plato del Moments.

¿Y después?

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A mí pareja, Jordi, y a mi nos hacía gracia ir a Las Vegas una vez en la vida. La primera noche nos quedamos en el Mandarin pero para la segunda dijimos: “Hagámoslo bien; vayamos a un sitio hortera de verdad”. Y nos pasamos al Flamingo’s. Allí comimos en el restaurante Gordon Ramsay Steak House, que está muy bien, pero la sorpresa gastronómica la tuvimos camino de Los Ángeles. Nos moríamos de hambre y paramos en un sitio lleno de viejos moteros que jugaban al Chicken Shit Bingo: tienen un pollo en una jaula con números y dónde caga el animal, ese es el número escogido. No lo creería nadie pero allí comí la mejor hamburguesa de mi vida. Resultó además que era un bar mítico al que iban las estrellas de Los Ángeles en la época de la Ley Seca, porque en Nevada se podía beber pero en California no. Tenían fotos de Clark Gable y gente así. Me encantó porque soy muy friqui de estas cosas.

Entonces disfrutaría en Los Ángeles.

Claro, dormimos en el Beverly Hills Hilton, el hotel en el que murió Withney Houston. Y de camino por casualidad paramos en un motel de la cadena en la que siempre se queda Tina Turner. Resulta que una vez que Ike la apalizó, ella salió de casa con lo puesto, sin un duro, y acabó en un hotel, donde la alojaron muy amablemente. En gratitud, ella lleva toda la vida volviendo a esa cadena.

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