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Japón, nivel avanzado

Jesús Encinar recorrió medio país para llegar a Naoshima, la isla dedicada por entero al arte contemporáneo

Jesús Encinar, fundador de Idealista y 11870
Jesús Encinar, fundador de Idealista y 11870

El fundador del portal inmobiliario Idealista y de la web 11870 no es un viajero de los que tiran por el camino fácil. Estando en Japón el verano pasado, tomó un tren bala, un tren regional, dos ferris y un autobús para llegar a Naoshima, la isla dedicada por entero al arte contemporáneo, para poder ver Teshima, el museo que alberga una sola obra de la artista Rei Naito. Al llegar allí se habían agotado las entradas para ese día. Lejos de rendirse, cambió su itinerario y repitió al día siguiente.

¿Era su primera vez en Japón?

No. Si pudiera, viajaría a Japón cada año. Es todo muy sofisticado y de una belleza increíble.

¿Dormía en hotelazos o en los ryokan, los tradicionales alojamientos japoneses?

Hicimos una ruta por varios ryokan, algo muy recomendable. Los japoneses no los publicitan mucho porque no quieren que se llenen de occidentales. También fuimos a un onsen, un balneario tradicional de aguas termales. Visitamos uno mágico que está a unas cuatro horas de Tokio, Hoshi Onsen Chujokan, creado para la burguesía meiji en el XIX. Es importante respetar la etiqueta de esos lugares, saber que hay que asearse por completo antes de entrar, que hay que ir desnudo con una pequeña toalla, respetar los horarios de hombres y mujeres…

Es difícil, pero dígame algo que no sea para tanto.

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Pues el famoso Jiro, el restaurante de la película Jiro sueño de sushi. El sushi está buenísimo, es verdad, pero te soplan 300 euros por comer en media hora. Además, te miran como nerviosos, por si no sabes cómo comportarte. Creo que ha perdido un poco el encanto. En realidad puedes comer fantásticos nigiris en cualquier sitio de la estación de metro de Ginza, pero las mejores experiencias gastronómicas las tuvimos en los ryokan, que practican la cocina tradicional, kaiseki. Quizá el mejor fue el Sumiya, en Kyoto.

¿Alguna excusa para volver?

Un museo de arquitectura que hay en el Sur que se encarga de reconstruir piedra a piedra edificios que se iban a demoler. Allí está, por ejemplo, el famoso hotel Oriental de Frank Lloyd Wright.

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