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Aire Libre

El desafío del Angliru

Ciclistas y visitantes motorizados se citan en esta empinada cima asturiana

Alto del Angliru, en la sierra del Aramo.
Alto del Angliru, en la sierra del Aramo. Pete Goding

Vivimos el apogeo del pedal: de la implantación del ciclismo urbano al cycle chic, la moda asociada a las bicicletas. Un uso de la bici muy diferente al reto que plantea el alto del Angliru, gran coloso de la comarca de la Montaña Central, tan emblemático en su identidad astur como la sidra. La hazaña sobre ruedas —apta solo para una minoría— se conjuga en el alto del Angliru con el turismo automovilístico —idóneo para mirones—, toda vez que esta verde ladera brinda un deleite panorámico como pocas. Con niebla, mejor postergar la visita.

Kenny Elissonde ganando la subida al Angliru durante la Vuelta Ciclista a España de 2013.
Kenny Elissonde ganando la subida al Angliru durante la Vuelta Ciclista a España de 2013.David Hevia

¿Son exageradas expresiones sobre esta prominencia tales como "el Olimpo del ciclismo" o "bienvenidos al infierno"? Para que nos podamos hacer una idea de la desmesura, solo unas cifras: 12,5 kilómetros que salvan un desnivel de 1.266 metros, lo que supone una pendiente media del 10,13%. Con el coche, mejor subir sin detenerse (¡cuántos embragues desfallecen cada año en el Angliru!), y el descenso, negociarlo mediante el freno motor. La bicicleta, que sea mountain-bike, con plato pequeño y piñón grande para subir y los frenos en perfecto estado para descender. Piénsese que la bajada es tan exigente o más que la subida; tanto como sufren los dedos, se calientan las zapatas, por no mencionar el vértigo.

Al poco de empezar en La Vega pasaremos por el Bar Chus,tipo chigre, en cuyas paredes sigue luciendo la jocosa fotografía de Saturnino González (en 1999, primer año en que La Vuelta incluyó el pico en su itinerario, este camarero subió a la cima en bicicleta con pajarita y sosteniendo una bandeja con 12 copas). ¡Primer reto conseguido! Después nos avituallaremos en la fuente-bebedero de Porció.

Guía

Cómo ir

Comer y dormir

Información

» Desde León, tomar en la A-66 la salida 48 (dirección Ablaña); salida 35, los que lleguen desde Oviedo.

» Bar Chus (985 76 61 67). Ablaneu, Riosa. Chigre asturiano sin televisor ni prensa y con precaria cobertura. Pote, fabada, cabrito o jabalí; callos a partir de octubre. Abre los fines de semana.

» L'Aldea Soñada del Angliru (laaldeadelangliru.com). Corugedo, Riosa. Hotel con 15 habitaciones (70 euros la doble) y 10 casitas-suite (entre 140 y 250 euros la noche) con jacuzzi. Dos spas, piscina termal al aire libre y, para visitantes, restaurante y terraza chill out.

» www.ayuntamientoriosa.com

» www.puertadeasturias.es

Hacia el mirador

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Aquí no hay mojones, sino útiles carteles que, bajo el nombre del tramo, informan de la altitud, la longitud del tramo, los desniveles y la distancia a la cima. Atrae después el Mirador del Angliru, albergue BTT (para bicicletas todoterreno) inaugurado en marzo. Aparte de habitaciones comunes, dispone de seis dobles, a la par que una zona de lavado, reparación y aparcamiento de bicicletas, así como también parking de autocaravanas.

Quienes crean que tras el área recreativa de Viapará cruzan el ecuador del Angliru, yerran: aquí empieza el momento de la verdad, un muro del 21,5% de desnivel, la cuesta Les Cabanes, en la que la ilusión y los bríos se esfuman encima del sillín. A partir de los 900 metros de altitud, el espectro paisajístico permite regalarnos una visión panóptica del área central de Asturias. Vacas y caballos, hasta finales de septiembre, detienen la mirada sobre los deportistas, que exhiben con orgullo su audacia ciclista. Varias curvas de herradura (matadoras) y el infierno se manifiestan en el punto kilométrico 10,3; es la estampa de los corredores retorciéndose en la Cueña Les Cabres, sinónimo de legendaria dureza. Unos, trazando eses; dibujando zetas como en un eslalon asfáltico, otros. Desnivel mínimo del 16,5%; y al final del rampón, asustando con su pendiente máxima, el terrorífico 23,5%. Ni Contador pudo disimular el rictus de sufrimiento en esta recta de 800 metros cuando ganó en 2008; el pelotón o la “serpiente multicolor” de la Vuelta Ciclista a España, por cierto, no subió este año el Angliru. En cualquier caso, para superarla, el ciclista gijonés Chechu Rubiera sugiere la técnica K-1, léase “Ca’ uno como pueda”.

En este punto los sedentarios están obligados a dar ánimos a los trabados: “¡Vamos p’arriba!”;“¡A ritmo!”; “¡Venga, que voy por el tractor a buscarte!”, dice un lugareño. No es de extrañar que la mayoría clame por un empujón. El leve ensanchamiento de la calzada permite detener el coche (mejor al regreso) y así experimentar, entre risas, lo complicado de mantener la vertical.

Javier Belloso

Montaña sagrada

En las postrimerías del Angliru, llega el mirador del Picu La Pena. Su mesa interpretativa facilita la mirada a una prominencia —tan sagrada como poco conocida—, el Monsacro, donde se resguardaron las reliquias de la catedral ovetense ante el avance musulmán. Asoma detrás Oviedo; más lejos, El Musel gijonés y la escarpada silueta de los Picos de Europa.

Damos finalmente la espalda a la fachada norte para internarnos en el paisaje protegido de la sierra del Aramo. El último kilómetro proporciona un inconfesable alivio y una preciosa vega rodeada de montañas kársticas y abrevadero artificial para el ganado. Rellenarlo de agua en verano fue de hecho la razón última del vial tendido desde La Vega. Tanto su vértice geodésico, a 1.573 metros de altitud, como el último cartel sirven de photocall. Una placa recuerda el hermanamiento entre el Angliru y el passo del Mortirolo (Italia).

Cuando recuperan el resuello, los ciclistas levantan la vista hacia el pico Gamonal, coronado por antenas, produciendo, a ellos y al resto, una atracción hipnótica. Los cansados del coche pueden tocar su cima en unos 45 minutos de caminata (139 metros de desnivel).

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