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24 horas en Palma de Mallorca

La capital de las Baleares aúna lo mejor de la ciudad y el mar, planes de día y de noche. Tras el desayuno y unas visitas con arte, descubrimos Santa Catalina, el barrio de moda

Terraza de El Pesquero, en Palma de Mallorca.
Terraza de El Pesquero, en Palma de Mallorca.

Como cuenta el escritor mallorquín José Carlos Llop en En la ciudad sumergida(RBA), Palma de Mallorca era un lugar donde podías encontrarte en la misma terraza con Robert Graves, Joan Miró o Yeats; un destino para muchos exiliados europeos del nazismo y más adelante, en los cincuenta, una parada donde Frank Sinatra venía a cantar. Este espíritu internacional, a pequeña escala, sigue siendo una de las mejores cualidades de esta pequeña gran ciudad, con cierto aire tropical y una bahía que se encarga de añadir un ritmo más lento, como el de las olas, al día a día.

09.00 Café en el patio

El Cappuccino (1) de la calle de San Miguel es uno de esos lugares en los que comprobar los efectos prácticos de la belleza sobre el estado de ánimo. Esta cadena de cafés cuenta con delegaciones en edificios emblemáticos, y éste, ubicado en un patio, tiene además un pequeño jardín con fuente y sonido de agua, perfecto para el típico desayuno local. Los patios mallorquines son como las piscinas de los cuadros de David Hockney, nos transportan al sosiego, al verano y parece que nada malo nos pudiera suceder en ellos.

10.00 La capilla de arcilla

Palma es una ciudad pequeña que se recorre andando. Siguiendo la calle de San Miguel se llega a la Plaza Mayor y luego a la de Cort, donde está el Ayuntamiento (2). Dentro del edificio se pueden ver los gigants, que tienen sus contrarios en los caparrots (cabezudos). Cada pueblo o ciudad de Mallorca está especializado en una tipología y Palma lo ha hecho con los hombres grandes, que desfilan y bailan en fechas señaladas. La catedral (3) es de obligada visita y, dentro de ella, la capilla de Miquel Barceló, elaborada de arcilla, alabada y denostada a partes iguales.

El museo de arte moderno y contemporáneo Es Baluard, en el antiguo baluarte defensivo de Sant Pere.
El museo de arte moderno y contemporáneo Es Baluard, en el antiguo baluarte defensivo de Sant Pere.

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12.00 A la rica almendra

Cruzando el paseo del Borne, en el número 6 de la avenida de Jaime III, está la heladería Ca’n Miquel, que elabora una deliciosa horchata de almendra, con un sabor menos dulzón y más sutil que el de la chufa. Un tentempié antes de adentrarse en el mundo del arte a través de dos de los museos más significativos de la ciudad, ambos cerca de la catedral, Es Baluard y Palau March. El primero, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma (4), debe su nombre a que está ubicado en el baluarte de Sant Pere. Los baluartes formaban parte del recinto amurallado que rodeaba la ciudad a principios del siglo XX. La colección permanente de Es Baluard reúne pinturas y esculturas de artistas de finales del XIX como Cezanne, Gauguin, Picasso, Miró o Barceló; además de una muestra de paisajismo mediterráneo con autores relacionados con las Baleares, como Santiago Rusiñol o Anglada-Camarasa. El centro cuenta también con exposiciones temporales y una magnífica terraza con vistas al Paseo Marítimo. El Palau Museu March (5) es interesante por sus obras y el edificio que las alberga, la residencia del financiero Juan March y de su familia durante décadas, que imita a los palacios barrocos e italianos. En los preciosos patios está la colección de escultura contemporánea con piezas de Rodin, Moore o Chillida, entre otros, y dentro reposan libros, manuscritos, incunables y cartas náuticas del siglo XV al XVII.

JAVIER BELLOSO

14.30 Un chiringuito elegante

Muy cerca de estos museos, en el Paseo Marítimo, un pequeño puerto de pescadores, con sus redes tendidas al sol, sobrevive al invasor: los yates de recreo. Aquí está el restaurante El Pesquero (6), con decoración de chiringuito elegante, menú del día y especializado en paellas, arroces y calderetas. Un buen lugar para reponer fuerzas, al mismo tiempo que se disfruta de la sensación de estar en un pueblecito del Mediterráneo de hace algunas décadas.

16.00 Reunión de negocios en La Lonja

Si tiene suerte y hay una exposición temporal —único momento en que permanece abierto al público—, visite el edificio de La Lonja (7), en el paseo de Sagrera, 5. Un exponente del gótico civil catalán, construido por el mallorquín Guillem Sagrera, en el siglo XV, y pensado para acoger las tareas y necesidades de los hombres de negocios de entonces. Concebido como una planta rectangular y diáfana, hay que sentarse y admirar sus ventanas, bóvedas y, sobre todo, ese inmenso protagonista: el espacio vacío, que lo hace tan poderoso e imponente.

La cafetería Capuccino, en Palma de Mallorca.
La cafetería Capuccino, en Palma de Mallorca.

17.00 La prisión de Jovellanos

El autobús 3 deja a 15 minutos andando del Castillo de Bellver (8), situado en una colina desde la que se divisa la ciudad. Palma es un escenario habitual en los rodajes de películas y anuncios, como uno de ron inspirado en la vida de los piratas en el que se incluye esta fortaleza. El castillo debe su nombre (bell veer, en catalán antiguo) a las buenas vistas. Fue construido en el siglo XIV y pasó de ser residencia real a convertirse en prisión, donde estuvo Jovellanos por cuestiones políticas. Aquí se encuentra también el Museo de Historia de la Ciutat.

19.00 Lo más ‘cool’

Para tomarle el pulso a la ciudad hay que conocer Santa Catalina (9), su barrio más emergente. Extranjeros de todos los rincones de Europa abren aquí sus pequeños negocios, creando un melting pot (crisol de culturas) que se combina con casas modernistas o placitas en las que aparecen pastelerías francesas, coquetas tiendas y restaurantes, centros de yoga o supermercados ingleses.

21.00 Historias de la noche

Sin salir de Santa Catalina, hay que visitar la cantina Patrón Lunares (10). Antiguamente este era un barrio de pescadores y obreros, y el nombre del restaurante honra a uno de sus marineros más carismáticos. El local donde se ubica fue el antiguo Montepío del Arrabal y combina una estética vintage con una cocina basada en productos locales y ecológicos. Muy cerca está el Hostal Cuba (11), un edificio colonial que mandó construir un vecino del barrio cuando volvió del país caribeño, tras la independencia del país en 1898. Hoy es un hotel de lujo con una preciosa terraza con vistas al puerto. Un buen lugar donde empezar la noche. Y si se quiere seguir, la discoteca Pachá (12) con un eslogan imbatible: late nights make great stories (las noches largas generan buenas historias).

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