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Un vino dulce en Palermo

Espléndidos palacios desconchados en la capital de Sicilia, que muestra su pasado barroco y árabe en medio de aromas a berenjena. El tiempo se paraliza en la bella ciudad isleña del sur de Italia

Entrada a la catedral de Palermo, de estilo árabe-normando.
Entrada a la catedral de Palermo, de estilo árabe-normando. Getty

Palermo, la capital de Sicilia, se extiende rodeada de montañas junto al mar Tirreno en la Conca d’Oro (concha de oro). Las guías dicen que fue fenicia, griega, romana, árabe, normanda, española…, pero uno sospecha que más bien fueron todos estos los que se hicieron a la ciudad, conquistados por sus encantos. Ella reluce sureña, popular y espléndida hasta en los desconchones de sus palacios y el desaliño de sus mercados callejeros.

8.30 El rey normando

Los gobernantes han cambiado su nombre varias veces —fue Via Toledo y hoy es Vittorio Emanuele (1) —, pero la gente sigue llamando Il Cassarò a la calle principal que va desde el mar hasta el palacio de los Normandos. "Hay que cambiarlo todo para que todo siga igual", como dijo el palermitano Giuseppe Tomasi di Lampedusa. En su punto más alto, Cassarò termina en la Porta Nuova (2), pegada al palacio de los Normandos (3). En este se encuentra la radiante Capilla Palatina que mandó edificar en 1130 Ruggero II, el primer rey normando. Dedicada a san Pedro, fueron artesanos bizantinos y árabes los que cubrieron el interior de este templo con mocárabes, artesones y mosaicos que dejan al visitante boquiabierto. Desde la historia de la creación hasta la entrada de Cristo en Jerusalén, y pasando por Noé —con su arca y animales, por supuesto—, merece la pena detenerse en cada una de las escenas que maravillan por su candor y el destello de los dorados.

Pantocrátor en la Capilla Palatina, del siglo XII, en el Palacio de los Normandos.
Pantocrátor en la Capilla Palatina, del siglo XII, en el Palacio de los Normandos. iStock

10.00 Granizado con ‘brioche’

Los granizados de Palermo tienen fama y en el número 8 de la Piazza della Pinta, enfrente del palacio de los Normandos, se encuentra la Gelateria Orleans (4), de las mejores de la ciudad. Aquí los hay de limones frescos, almendra, pistacho... Pero se lleva la palma el de fresas. Es costumbre tomarlos acompañados con un brioche recién hecho. Otra opción, darse al brioche relleno de helado (brioche farcita). Literalmente a la vuelta de la esquina, en Via dei Benedettini 16, se encuentra San Giovanni degli Eremiti (5), una iglesia con campanile,erigida por maestros musulmanes, sobre una antigua mezquita. La forman una serie de cubos rematados por cúpulas que llaman la atención por su sencillez. En los jardines, además de acantos, higueras y adelfas, un pequeño claustro del antiguo convento benedictino.

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Javier Belloso

12.00 Tumbas con abolengo

Si volvemos hacia el Cassarò por los jardines de Villa Bonanno, a la derecha quedará el gótico Palazzo Sclàfani (6), que según la leyenda se levantó en un solo año (1330) y ofrece su mejor fachada a la plaza de San Giovanni Decollato. Y ahora sí, bajando veinte metros por el Cassarò llegaremos a la catedral (7) que, con su airoso pórtico, torres, cúpulas, merlones, hileras de arcos ciegos, de medio punto y ojivales, y elementos de todas las épocas, tiene un aire oriental. En el interior se hallan las famosas tumbas reales e imperiales, incluidas las de Ruggero II y su hija la emperatriz Constanza de Aragón, con baldaquinos recubiertos de mosaicos. Recuerdo del observatorio que hubo en la catedral es el listón de bronce en el suelo del templo, que cruza las naves de norte a sur. Se trata de La Meridiana, un reloj que señala el mediodía y la estación del año cuando le alcanza, por un agujero en el techo, un rayo de sol. En el exterior, los ábsides, decorados con lacerías y motivos geométricos, dan fe de los artesanos árabes que trabajaron en el templo.

14.00 Al final de la escalera de caracol

La comida callejera de Palermo se ha hecho célebre, así que callejeando nos vamos al mercado Ballarò (8). En la Via Nasi Nunzio, llena de postos con mesas corridas en la calle y ambiente juvenil, podemos probar los bocadillos de bazo frito en manteca o, para los menos aventureros, las famosas arancini (naranjinas), unas contundentes bolas de arroz rellenas de ragú, salsa de tomate, mozzarella o guisantes, y debidamente empanadas y fritas. En la esquina de la misma Via Nasi Nunzio está la torre de San Nicolás de Bari (9) desde donde —después de subir por una escalera de caracol— los ojos pueden solazarse con las vistas de la ciudad. Si la mujer no está en ese momento, se puede pedir permiso en la parroquia aledaña (entrada por la calle perpendicular) para realizar el ascenso. Desde la torre se domina Palermo entera, del mar a la vecina Monreale (10), encaramada en la ladera del monte Caputo, y el increíble vergel que es la Concha de Oro.

Higos chumbos en un puesto del mercado palermitano.
Higos chumbos en un puesto del mercado palermitano.Jeremy Woodhouse

17.00 Teatro del Sole

De regreso al Cassarò nos encontramos la Piazza Bologni (11), con una estatua de Carlos V, palazzos que conocieron mejores tiempos y varias terrazas que invitan a disfrutar de un capuccino y darse a la deliciosa molicie o, dicho a la italiana, al dolce far niente. El cruce del Cassarò y la Via Maqueda se conoce popularmente como los Quattro Canti, aunque oficialmente sea Piazza Vigliena (12). También se le llamó Teatro del Sole, porque a lo largo del día el sol daba sucesivamente en sus cuatro magníficas fachadas con sendas fuentes. En estas fachadas, además, alegorías de las cuatro estaciones, de los reyes de Sicilia (y de España: Carlos V, y los tres Felipes que le siguieron), de las cuatro santas patronas de Palermo (Agata, Ninfa, Oliva y Cristina) y de las armas reales. Todo un espectáculo barroco. Una de estos canti hace además de fachada para la basílica San Giuseppe dei Teatini (13), que en cualquier otro lugar del mundo sería una catedral admirable. Si desean beber el agua de la fuente de la virgen de los Milagros pueden salir al pequeño patio que se encuentra a un lado de la nave.

19.30 Sicilia ‘alla norma’

Hacia el sur por Via Maqueda, a la izquierda nos encontraremos con la macarrónico-renacentista Fontana Pretoria (14) y la Piazza Bellini, con otras dos muestras de mosaicos y mocárabes en las iglesias de la Martorana y San Cataldo. Y cruzando Via Roma llegaremos a la Osteria Ballarò (15) (Via Calascibetta, 25), donde además de toda clase de vinos sicilianos sirven sardinas con caponata de manzanas y peras, carpaccio de jabalí o una pasta alla norma, la salsa típica siciliana a base de berenjenas, tomate, ricottasalada y albahaca. Y de postre, el siciliano y dulce vino de Marsala.

21.00 El pescador tenor

Para terminar el día, un paseo hasta el mar. Al final del Cassarò aparece la Porta Felice (16), y alejándonos de esta se llega hasta las rocas donde pescan los palermitanos cuando cae la tarde. A nuestras espaldas, en línea recta y con el sol al fondo, la vista alcanza hasta la Porta Nuova donde arrancó el paseo. Si oyen a un pescador joven, delgaducho y con cara de simpático cantar como un pavarotti,por favor denle recuerdos de parte de unos admiradores españoles.

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