Las brochetas de Chicote

Las dotes interpretativas de las que Alberto Chicote hace gala en el programa Pesadilla en la cocina han contribuido a desdibujar sus portentosas facultades como cocinero. No se puede olvidar que en mayo de 1988, en calidad de asesor del restaurante Nodo, ya desaparecido, con una carta de fusión asiática-mediterránea inédita en España, Chicote creó su famoso tataki de atún con ajoblanco, un hito en la historia de la cocina española contemporánea. Más tarde, desde su atalaya de jefe de cocina de este lugar y del restaurante Pan de Lujo, continuó realizando aportaciones brillantes.

Ahora, con una desbordante popularidad a sus espaldas, Chicote inaugura su propio restaurante, desenfadado e informal, donde regresa para ofrecer tapas de fusión en una suerte de taberna japonesa al más puro estilo izakaya. Local de interiorismo inteligente, obra del estudio Picado & De Blas, quienes han acertado con la insonorización y el diseño de un espacio que gira en torno a tres parrillas de carbón en las que se ponen al punto minibrochetas —kushiyaki y yakitori— concebidas por Chicote. Combinaciones ideales para compartir, con esa chispa que convierte lo popular en diferente.

Son deliciosos los espetos individuales de sardinas, están conseguidas las brochetas de alitas de pollo con miel de caña, sabrosas las de butifarra fresca con cebollino y aceptables las medias patatas ensartadas. Bocados que llegan aromatizados por el carbón de encina. Es soberbia la brocheta de atún rojo y pack choy sobre pan y salmorejo, y más que correcto el panecillo oriental con panceta ibérica al estilo del famoso David Chang. En aceite limpio se doran los buñuelos de bacalao con mayonesa de yuzu y chili y los dados de berenjenas con pimentón y miso rojo.

Recetas sencillas, que dan la espalda a productos de coste elevado y donde campan a sus anchas pescados azules, aves y verduras de precios asequibles (brochetas entre 2,30 y 5,80 euros). Entre las menos conseguidas se encuentran las de calabacines, tortilla de patatas y cocido madrileño. Ya en los dulces resulta gracioso el yakitoro de marshmallow y sobresaliente el crumble de manzanas. La bodega abunda en cervezas, a las que se suman algunos espumosos y vinos originales, todos ofrecidos por copas.

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