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Gràcia fue pueblo hasta finales del siglo XIX, una pequeña villa muy cercana a Barcelona, independiente. Y eso todavía se nota en el día a día del barrio, en la idiosincrasia de sus plazas, en su tradición asociativa. Hoy Gràcia suma a ese intenso pasado su amplitud de miras, el ser un barrio que acoge y recoge nuevas tendencias, amable con las iniciativas y con la gente joven; un barrio que sabe absorber las novedades sin apenas cambiar su carácter. Fresco, tradicional, culto. Hay que pasearlo y degustarlo a ritmo pausado, deteniéndose en sus dos vivos mercados —el de la Abacería y el de la Libertad—; también en la calle de Verdi, donde en unos centenares de metros se congregan restaurantes de cualquier origen; deambular por sus tiendas de antigüedades, por los talleres de artesanos y artistas, por sus bares y restaurantes innovadores, por sus teatros de vanguardia, por sus librerías..., todo tiene cabida en uno de los barrios con más encanto de Barcelona. Esta zona histórica ha conservado su vida sencilla y cotidiana, con pequeñas tiendas de legumbres y bodegas de toda la vida, bares de encuentro, viejas asociaciones vecinales y plazas familiares. Y a la vez Gràcia es amplia, adaptativa, maleable, capaz de incorporar las tiendas más modernas o las propuestas culinarias más innovadoras. (En la foto, La Pepita).
15 fotos

Sonrisas en Gràcia

15 direcciones originales en un barrio barcelonés con mucho encanto

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