‘Gin tonic’ castizo

Pilón, molino, iglesia, castillo y bares. Además de todo esto, en Turégano, un pueblo de la provincia de Segovia, Miguel G. Vizcaíno encuentra la felicidad. “No es muy grande y tiene 13 bares”, cuenta el creativo publicitario, fundador y director creativo de la agencia Sra. Rushmore, que se maravilla con una bebida típica: el raspao.

¿Qué es ese brebaje de nombre castizo?

Un gin tonic en un vaso corto o, en su defecto, medio cubata. Algo muy alejado del glamour de las copas anchas, pero extremadamente divertido.

¿En qué consiste su gracia?

Primero, en su tamaño. Después, en la dinámica de la barra. Cuando cruzas la puerta del bar, te invita alguien. Luego, la siguiente ronda te toca a ti, incluyendo a los que llegaron después. Y así sucesivamente. En La Casa Vieja, uno de mis bares favoritos, lo acompañan de un bacalao ajoarriero espectacular.

¿Cómo descubrió Turégano?

Hace 15 años buscaba con mi familia un lugar en el que hacer una casa. Encontramos un molino abandonado a tres kilómetros del pueblo que nos pareció perfecto. Además, el pueblo tiene de todo: un castro prerrománico en las afueras; un castillo, que vigila desde una loma; una plaza porticada; la iglesia de Santiago, tras cuyo altar se escondía un retablo barroco; 13 bares y un casino.

¿Apuesta en él?

Es muy antiguo. En sus interiores rodaron Aquí hay petróleo, una comedia rural española influenciada por Bienvenido, míster Marshall. Allí también estaba el Museo de los Ángeles, de Lucía Bosé, que tuvo que cerrar. Era maravilloso.

¿Qué es lo más extraordinario que le ha pasado allí?

Lo bueno es que allí nunca pasa nada especial. Ocurren pequeñas cosas fantásticas como encontrar una oveja de parto en mitad del monte y ver nacer un corderito. Para una familia urbanita es igual de excitante que Eurodisney y tan relajante como un balneario porque en nuestro molino no hay casi cobertura, lo que te permite desengancharte del móvil.

¿Cuántas campañas ha ideado allí?

Más de una y más de dos. Desde una de Aquarius en la que se invitaba a las personas huérfanas de pueblo a adoptar uno en el que relajarse hasta la de Mahou que presentó Fernando Fernán-Gómez. Andando por allí, dando paseos por el campo y tomándote algún raspao siempre surge alguna idea.

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