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Diez rutas senderistas fáciles por España

De Monfragüe a la sierra de Grazalema, excursiones a pie para todos los públicos

Paco Nadal
Camino del Montgó por el altiplano pedregoso del paraje de Les Planes (Comunidad Valenciana).
Camino del Montgó por el altiplano pedregoso del paraje de Les Planes (Comunidad Valenciana).Andrés Campos

Caminatas a orillas del río Gallego, entre pinsapos o en busca del nacimiento del río Mundo. Diez rutas senderistas para todos los amantes de la naturaleza.

01 El Montgó

(Alicante)

La cima del Montgó emergé de repente como una isla de piedra solitaria entre los campos de naranjos que separan Jávea y Denia. Con 753 metros de altitud y pegada al mar, su característica silueta resulta inconfundible desde los cuatro puntos cardinales. Cuando hace unos 10 millones de años el continente africano y el europeo chocaron, las placas horizontales que yacían bajo el mar se fracturaron y las zonas más frágiles emergieron a la superficie. Así se formó esta curiosa elevación del Montgó. En la actualidad es uno de los parques naturales más ricos en flora de la provincia alicantina, con 600 especies vegetales diferentes, entre ellas pino carrasco, cantueso, coscoja e hinojo marino. Existen dos formas de aproximarse a la montaña. La más directa y corta es desde el campo de tiro de Les Planes, en la carretera de Jávea a Denia. Desde Denia el camino es mucho más largo, pero permite disfrutar de la ladera norte de la sierra.

02 El pinsapar de Grazalema

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(Cádiz)

El pinsapo (Abies pinsapo boiss) es una conífera que despareció de Europa occidental tras la última glaciación. Pero las especiales condiciones climáticas de la sierra gaditana de Grazalema –que por raro que parezca es el punto más lluvioso de la Península, con 2.132 mm de media anual– han permitido la conservación de esta auténtica reliquia botánica. Desde 1977, Grazalema está protegida bajo la figura de reserva de la biosfera por la Unesco. Este itinerario, que empieza en el área recreativa de la CA-531, de Grazalema a Zahara de la Sierra, y termina en el pueblo blanco de Benhamahoma, atraviesa el famoso pinsapar de Grazalema sin olvidar tampoco algunos de los pueblos blancos de trazado árabe que han hecho famosa a esta comarca gaditana. En determinadas fechas es necesario contar con un guía y una autorización para entrar, debido al riesgo de incendios.

03 Vía Verde del Plazaola

(Navarra)

Senderista en la vía verde del Plazaola.
Senderista en la vía verde del Plazaola.Andrés Campos

El viejo tren a vapor del Plazaola, que unía Pamplona con San Sebastián a través de los valles de Larraun y Leitzaran, cerró definitivamente en 1958. El Plazaola nació como tren minero pero en 1914 el trazado fue ampliado y mejorado para el transporte de pasajeros. Tras su cierre, y como tantos otros ferrocarriles desmontados, sus 90 kilómetros de vías, puentes, túneles y trincheras cayeron en la más absoluta ruina. El Consorcio Turísitico del Plazaola ha rescatado del olvido esta reliquia de la arqueología industrial, acondicionando varios kilómetros del firme del ferrocarril como vía verde. La senda propuesta empieza en la viejs estación de Lecumbrerri y transita en parte por la vía, pero aprovecha también la existencia de un sendero de pequeño recorrido, marcado con señales blancas y amarillas, para internarse en uno de los mejores bosques de hayas del valle navarro de Larraun.

04 Cañón del río Lobos

(Soria)

Una de las hoces más llamativas y espectaculares de Castilla y León es este cañón del río Lobos, el primer paraje de la comunidad que mereció la distinción de parque natural. El río Lobos fue disolviendo y excavando la caliza soriana mediante el proceso de la karstificación –el mismo que da origen a la mayoría de cuevas– hasta formar un prodigio de la naturaleza, con miles de pináculos, farallones, meandros y grutas. Una senda que parte desde la ermita de San Bartolomé permite recorrer el fondo del cañón hasta el puente de los Siete Ojos disfrutando de los nenúfares que tapizan las pozas y lagunas del río y los bosques de enebro, pino y quejigo que colonizan el valle. Quienes no puedan dejar un coche de apoyo al final de la ruta, el puente de los Siete Ojos, tienen la posibilidad de dar la vuelta a mitad de camino, en el pozo de Perín, por ejemplo, y retornar a pie sin necesidad de utilizar dos vehículos.

05 Los mallos de Riglos

(Huesca)

Senderistas en el paisajes de los mallos de Riglos (Huesca).
Senderistas en el paisajes de los mallos de Riglos (Huesca).Paulo Etxeberria Ramírez

A orillas del río Gállego, y en la confluencia de las provincias de Huesca y Zaragoza, se localiza un territorio de gran riqueza natural y monumental en el que destacan unas curiosas montañas en forma de puro: los mallos. Estas formaciones geológicas de conglomerados, constituidas por cantos rodados muy cementados provenientes de la erosión de los Pirineos, destacan por su verticalidad. Los enormes torreones de Riglos encierran historias épicas de escaladores catalanes y aragoneses rivalizando por hacer cumbre en la famosa aguja rocosa del Puro. Un sendero circular que parte del mismo pueblo de Riglos permite hacer una de las travesías clásicas de la comarca, descubriendo la identidad de este territorio singular en la que también abunda otra formación típica de este reino de piedra: las foces o cañones excavados en los paredones calizos.

06 Montserrat

(Barcelona)

Pocas montañas son tan emblemáticas para Cataluña como Montserrat. Y menos lugares aún pueden vanagloriarse de estar tan ligados a la historia y la tradición del país como el monasterio de la Virgen de Montserrat, la Moreneta, patrona de Cataluña desde 1881, cuya singular talla de color ébano ha suscitado numerosas leyendas. La inconfundible silueta de Montserrat, que se alza bruscamente a más de 1000 metros de altura sobre los valles del Llobregat, Anoia y Bages, es conocida también como la ciudadela pétrea, aunque fue el poeta Joan Maragall quien resumió bien su personalidad definiéndola como “la montaña de las 100 cimas”, en referencia a las numerosas agujas y monolitos que festonean la línea de cumbres. Montserrat cuenta con una extensa red de senderos. Uno de los más emblemáticos e ideal para empezar a descubrir el macizo es el que sube hasta la cima de Sant Jeroni, la cumbre más alta de Montserrat, con el premio final de una de las mejores balconadas sobre este singular territorio, declarado parque natural en 1989. El sendero empieza en el mismo monasterio

07 Real Camino de la Mesa

(León-Asturias)

De todos los caminos que el hombre abrió desde los albores de la civilización para unir la meseta con la costa norte de la península a través de la Cordillera Cantábrica, éste que une el norte de León con los municipios asturianos de Quirós y Teverga puede que sea de los más antiguos. Según algunos historiadores, mucho antes de la romanización de la Península ya existía una senda abierta por pueblos astures entre el puerto de la Mesa y el Alto de San Lorenzo. Los romanos, que fueron hábiles en aprovechar los conocimientos del terreno y las infraestructuras creadas por los pueblos a los que sometían, mejoraron ese vial hasta convertirlo en una vía empedrada, provista de mansios (puntos de aprovisionamiento) y defensas, como las que aún se aprecian en la zona de El Muro. El tramo más espectacular de este real camino es el que va de la localidad leonesa de Torrestío hasta el alto de San Lorenzo pasando por las brañas de Saliencia.

08 Castillo de Monfragüe

(Cáceres)

Vista del parque natural de Monfragüe, atravesado por el río Tajo, desde el castillo de Monfragüe (siglo XII), en Cáceres (Extremadura).
Vista del parque natural de Monfragüe, atravesado por el río Tajo, desde el castillo de Monfragüe (siglo XII), en Cáceres (Extremadura).

El parque natural de Monfragüe, en la provincia de Cáceres, representa una de las manchas más extensas y bien conservadas del bosque mediterráneo original, que como todo el mundo sabe no se componía de pinos y eucaliptos, si no de encinas, quejigos y alcornoques unidos por un espeso matorral de madroños, lentiscos, brezos, labiérnagos, jaras y aulagas tan denso que un ciervo podía esconderse en sus profundidades sin ser descubierto por los predadores. Las casi 18.000 hectáreas del parque se extienden en un rectángulo de unos 30 kilómetros de largo paralelo al río Tajo, entre el Salto del Gitano y la localidad de Casas de Miravete, aunque el bosque mediterráneo relicto solo se conserva en la ladera norte de la sierra de las Corchuelas. Casi toda la superficie de esta ladera está declarada reserva integral y no puede ser visitada, pero una porción muy representativa de ella permanece abierta a todos aquellos que deseen internarse a pie por la auténtica selva mediterránea. Por ella discurre un sendero circular que nace en Villarreal de San Carlos, cruza el Tajo y asciende hasta la atalaya que domina el parque, el castillo de Monfragüe.

09 El sendero riojano

(La Rioja)

Un sendero de gran recorrido, el GR93, balizado con las características marcas rojas y blancas, atraviesa La Rioja a lo largo de 141 kilómetros, uniendo paisajes característicos de clima atlántico con los más representativos de ambientes mediterráneos. El GR93 va desgranando la apacible vida rural de La Rioja usando viejos caminos de herradura y permite descubrir algunos de sus valles más emblemáticos, incluido el del río Oja, que da nombre a esta comunidad. Se puede hacer completo o por tramos. Uno de los más recomendables, apto para hacer en una jornada a buen ritmo, es el que empieza en el monasterio de Yuso, a las faldas de la sierra de la Demanda, y termina seis horas más tarde en Anguiano. El monasterio de Yuso y el cercano cenobio de Suso se consideran la cuna del castellano, pues aquí se escribieron en el siglo X las Glosas Emilianenses, el primer texto conocido en esta lengua.

10 Chorros del río Mundo

(Albacete)

En la sierra albacetense del Segura se localiza uno de los nacimientos de agua más espectaculares de España, el del río Mundo. Después de recorrer más de 42 kilómetros de redes laberínticas, con galerías, salas y numerosos lagos subterráneos, las aguas del Mundo ven la luz solar en la gran boca de la cueva de Chorros. Desde allí se precipitan al vacío en un increíble salto de 82 metros de altura, formando en su caída una nube de agua pulverizada que cubre de humedad todo el fondo del circo rocoso. Desde la zona recreativa de la base de la cascada nace una senda que sube hasta el pico Argel, la cima del calar, y permite internarse en un genuino paisaje kárstico, donde la corrosión física y química del agua ha cincelado la caliza con formas caprichosas.

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