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Brasil, de hotel en hotel

El crítico de hoteles de ‘El Viajero’ recorre la costa brasileña y selecciona 10 establecimientos arrebatadores. Sencillez y buen gusto en un país que despega como potencia turística

Piscina entre palmeras en la Fazenda São Francisco do Corumbau, en Prado (Bahía).
Piscina entre palmeras en la Fazenda São Francisco do Corumbau, en Prado (Bahía).Marcelo Biscola

"Do Oiapoque ao Chuí", una expresión local que significa desde el extremo sur al extremo norte, la costa brasileña ofrece a lo largo de 9.198 kilómetros una sucesión interminable de playas tropicales y subtropicales. Su clima por lo general benigno, la temperatura constante de sus aguas, el régimen de mareas bajas, ideal para el baño, y un verdadero paisaje de postal apenas encuentran parangón en ninguna otra latitud. Desde los concurridos arenales de Río de Janeiro hasta los menos conocidos de Maresías, frente a São Paulo; desde los nuevos centros neurálgicos de Florianápolis hasta los exóticos manglares de Porto Seguro, Porto X y San Salvador de Bahía; no hay un palmo de litoral exento de atractivo turístico, a pesar de que Brasil apenas suscite hoy el interés de cinco millones de visitantes internacionales cada año.

Mapa de Brasil
Mapa de BrasilJavier Belloso

Las dificultades de acceso, una infraestructura de comunicaciones bastante precaria, así como la amalgama de pueblos de pescadores con muy pocos recursos han provocado un retraso en su desarrollo turístico que la emergencia económica y los grandes acontecimientos deportivos previstos (Mundial de fútbol 2014 y Juegos Olímpicos de 2016) pretenden remediar en los próximos lustros. El país entero se ha echado manos a la obra en la construcción de puertos, aeropuertos, infraestructura terrestre y hoteles de nueva generación con el objetivo inmediato de transformar el Brasil pintoresco y subdesarrollado en una potencia turística mundial.

A lo largo del país se están implantando ya las grandes cadenas hoteleras internacionales, con las españolas Meliá, Iberostar, Hotusa y NH Hoteles a la cabeza. Argumentos geográficos y turísticos no les faltan. Por ejemplo, la playa de Cassino, a pocos kilómetros al norte de Rio Grande do Sul, considerada por los propios brasileños como la más larga del mundo (245 kilómetros), podría asegurar una capacidad de alojamiento tan vasta como la actualmente existente en toda Sudamérica.

En esta selección de hoteles proponemos, sin embargo, aquellos cuyo principal reclamo consiste en su aislamiento, su carácter exótico y la singularidad de sus instalaciones y servicios. Pequeños, familiares y únicos, no están todos los que podrían ser, pero sí son los mejores y más sugerentes hoteles del litoral atlántico al sur del Amazonas.

01 Fazenda São Francisco do Corumbao

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PURO SILENCIO

Playa del hotel Fazenda São Francisco do Corumbao, en Prado (Bahía, Brasil).
Playa del hotel Fazenda São Francisco do Corumbao, en Prado (Bahía, Brasil).

Corumbau es, sin duda, el secreto mejor guardado de Brasil. La playa del hotel se extiende a lo largo de dos kilómetros en los que apropiarse de una hamaca o extender la toalla sobre la arena se convierte en un privilegio solitario a prueba de paparazis. Silencio, aislamiento, aguas transparentes y mucha fritura de pescado. En el recinto del alojamiento, más silencio, más soledad y una suave brisa que acaricia el jardín con palmeras, antesala de una piscina holgada y una terraza donde se desayuna, se come y se cena, todo incluido en el precio de la estancia.

Seamos realistas: los detalles en la habitación están casi fuera de lugar cuando el día entero transcurre en la playa. Inicialmente concebido para la familia y los amigos, el complejo solo tiene diez habitaciones con cuatro bungalós privados.

Antes de prender las velas para la cena, el encargado de la Fazenda, João Alveus, incita a los huéspedes a caminar sobre las pasarelas de madera que serpean por el manglar. Sin duda, una experiencia única de vida en el trópico, siempre que uno vaya bien provisto de loción antimosquitos.

En diez kilómetros a la redonda no existe nada, salvo una pequeña reserva de indios patajós.

02 Fazenda da Lagoa

ENTRE MANGLARES Y COCOTEROS

Embarcadero en la Fazenda da Lagoa, en Ilhéus (Bahía, Brasil).
Embarcadero en la Fazenda da Lagoa, en Ilhéus (Bahía, Brasil).Fernando Gallardo

El espíritu de Jorge Amado envuelve la atmósfera litoral de esta vasta hacienda sin cercas, bordeada por el océano y el río Aliança. Un paraíso aún inédito de manglares, laguna de agua dulce, cocoteros que cabecean, bandadas de andurinhas en constante sobrevuelo y... mucha literatura. El paisajismo fue concebido por el ingeniero forestal Eduardo Lins, cada día más valorado en Brasil. La arquitectura fue obra de Lía Siqueira, que completó su interiorismo con muebles de Tiradentes, óleos de estilo pop arty un mapamundi dibujado en el restaurante con el que quiso simbolizar el cosmopolitismo del lugar.

Los 14 bungalós ofrecen cada uno 143 metros cuadrados, una nimiedad si se considera que la finca se extiende a lo largo de diez kilómetros de playa y mide más de 4.000 hectáreas. A disposición de cada huésped, unas bicicletas permiten recorrerla en parte, especialmente cuando la marea baja deja la playa hecha una moqueta de arena. Otra tentación ineludible es solicitar un paseo en lancha por el manglar, asistido por un pescador del lugar y una nevera con zumos naturales, cerveza helada y maní.

De vuelta al hogar, la cocina de Marc Le Dantec añade una nota de color a la noche con sus elaboraciones de influencia francesa sobre un fondo baiano.

03 Insólito

AIRES IBICENCOS

Piscina del hotel Insólito.
Piscina del hotel Insólito.

Puede que ya no sea el destino sexi de los años sesenta, cuando esa pintoresca aldea de pescadores no muy alejada de Río de Janeiro vio pisar la arena de sus playas a Brigitte Bardot, que hoy cuenta con una estatua de bronce frente al mar. Lo que sí conserva Búzios es un aire ibicenco de calles bien aliñadas, jalonadas por tiendas de artesanía y moda ad lib, irresistibles a la tarjeta de crédito. Sus playas compiten entre sí por su belleza, amplitud y buen clima. Azeda, Azedinha, João Fernandes, Ferradura, Geribá, Brava... Las hay con olas, calmas, con forma de ensenada, anchas, alargadas. Todas se pueden recorrer en un buggyde alquiler.

Propiedad de la aristócrata francesa Emanuelle Meeus de Clermont-Tonnerre, el hotel se encuentra en una zona de la playa de Ferradura denominada Condominio Atlántico, vigilado las 24 horas por un guardia que recibe a los viajeros en cuanto divisa las luces del taxi. Todo es bajar unos peldaños y perder la noción del tiempo en una arquitectura escalonada hacia el mar entre fuentes de agua sonora y enredaderas de fuerte contextura que cortan la respiración. Desparramadas por una ladera con forma de media luna, las 12 casitas miran al mar desde sus terrazas luminosas y un mobiliario que restalla por su extrema blancura. Cada una está dedicada a una actividad cultural brasileña, ya sea pintura, literatura, fotografía, música, naturaleza, historia, moda o las culturas negroide y colonial.

Pero lo mejor del lugar es la piscina de agua dulce con cascadas y colchonetas chill-out donde servirse a cualquier hora un dry martini sin agitar.

04 Casa Uxua

EN TORNO A LA PLAZA DEL QUADRADO

Detalle decorativo del hotel Casa Uxua, en Trancoso (Bahía).
Detalle decorativo del hotel Casa Uxua, en Trancoso (Bahía).

Trancoso es una de las villas monumentales más conocidas, quizá, de Brasil. Fundada por los jesuitas en 1589, su gracia orbita en torno a la plaza del Quadrado (obviamente, de planta cuadrada) que cierra, frente al mar, la iglesia de San Juan Bautista. A sus espaldas existe un mirador que domina un buen trecho del litoral bahiano. Pero el verdadero espectáculo acontece dentro de esta plaza, en el trasiego de vecinos, vendedores ambulantes y turistas curiosos; en la diversidad de comercios, restaurantes con encanto, galerías de arte, conciertos de bandas al aire libre y representaciones improvisadas de capoeira,que tiene por cuna y seña esta pequeña localidad del Estado de Bahía.

El Quadrado se caracteriza, además, por la pintoresca configuración de sus fachadas, cada una de un color y estructura diferentes. Algunas han sido adquiridas por el diseñador que está detrás de la firma de moda Diesel, Wilbert Das, y acondicionadas para recibir huéspedes con un servicio de lujo. Su minimalismo interior contrasta con la riqueza cromática del mobiliario encargado a artesanos locales. La casa central, más grande que las otras nueve, reúne las zonas comunes, en torno a una piscina de mosaicos muy vistosa. Otros rincones diseminados por este espacio conforman un pequeño paraíso secreto de aromas tropicales y buen gusto europeo, que el director del emprendimiento, el británico Mark Birchall, recomienda junto al sesteo en el chiringuito dispuesto en la playa, cinco minutos sendero abajo.

05 Pousada Estrela d’Agua

28 VILLAS EN LA PLAYA DOS NATIVOS

Desayuno frente al mar en la Pousada Estrela d’Agua en Trancoso (Bahía, Brasil).
Desayuno frente al mar en la Pousada Estrela d’Agua en Trancoso (Bahía, Brasil).

Este exclusivo complejo hotelero, a diferencia de Casa Uxua, se beneficia de la primera línea de playa en Trancoso a cambio de renunciar al tipismo del Quadrado. Durante unos años formó parte de la marca Relais & Châteaux, si bien un relajamiento en el servicio lo ha terminado excluyendo de tan distinguido club internacional. Y qué, si la clientela nacional supera hoy por mucho, tras la fuerte expansión de la economía brasileña, a la procedente del exterior...

Las 28 villas han sido acondicionadas con los servicios que apetecen a una clientela adinerada: hidromasajes al aire libre, piscinas interiores, mobiliario importado de otras latitudes, además de un pabellón spa con masajes rehabilitadores de la tersura perdida sobre la toalla de playa. El restaurante principal se convierte, además, en una escenografía sugerente para el arte de ver y ser visto.

06 The Chili Beach

ATARDECER EN JERICOACOARA

Playa del hotel The Chili Beach, en Jericoacoara (Ceará).
Playa del hotel The Chili Beach, en Jericoacoara (Ceará).Fernando Gallardo

Jericoacoara, Jeri para sus adeptos, está considerada entre las diez mejores playas de Brasil. Incluso del mundo, si nos atenemos a la clasificación que un día estableció el periódico The Washington Post. Su parapeto de altas dunas y la geometría de arcos lunares que dibuja en el mar atrae tanto a los surfistas de ola como a los de arena, una visión veraniega del esquí alpino casi en la misma línea del ecuador.

The Chili Beach, emplazado en unos de esos arcos de arena que configuran la playa de Malhada, es la expresión perfecta del hipismo reciclado en la cultura del lujo casual. Apenas seis habitaciones tiene el complejo, a cual más pequeña y pintoresca. No importa, porque la vida se hace aquí día y noche al aire libre, en el entarimado de la piscina o junto a la barra donde Carlinhos cocina el pescado que va entrando al instante del mar, servido por pescadores locales.

La liturgia ineludible de cada tarde es aposentarse sobre los cojines, con una caipiroska (caipiriña + vodka) en la mano, a la espera de que el sol dibuje su arco final. En la mejor tradición del cosmopolita e ibicenco Café del Mar.

07 Pousada Maravilha

LA MAGIA DE FERNANDO DE NORONHA

Piscina del hotel Pousada Maravilha, en la isla de Fernando de Noronha (Pernambuco, Brasil).
Piscina del hotel Pousada Maravilha, en la isla de Fernando de Noronha (Pernambuco, Brasil).

Unos cardan la lana y otros se llevan la fama, pero donde hoy se carda el buen nombre ecológico de Brasil es en un archipiélago que dista casi 700 kilómetros de Recife y que para los navegantes solitarios adquiere connotaciones tan homéricas como sugerentes de nombre propio: Fernando de Noronha. Aquí no hay quien se resista a un canto de sirena. Sus playas son de verdadero ensueño, aparezcan o no en las listas de las mejores. Y como mirador inconfundible de varias de ellas, la terraza con piscina de horizonte infinito de una pousada, Maravilha, que ya lo dice todo al nombrarla. Da igual que las habitaciones no respondan al precio que se paga por noche, o que la cocina no muestre su lado más generoso con el huésped, o que el servicio subraye a ciertas horas su invisibilidad. Solo por las vistas de Dois Irmãos y Baia do Sancho bien merece un viaje, habida cuenta que todo turista está obligado aquí a pagar un peaje de preservación medioambiental nada más aterrizar en el aeropuerto.

A cambio, el santo y seña de bienvenida, ya en el hotel, será un trago largo de guaraná servido con pajita fina.

08 Villa Bebek

CABAÑAS EN UN PALMERAL

Bar en el hotel Villa Bebek, en Camburi.
Bar en el hotel Villa Bebek, en Camburi.Marcio Nel Cimatti (ajanelalaranja.com)

Maresias es una playa señera de Brasil, aunque sea por su proximidad a São Paulo y la avalancha de urbanitas que huyen hacia ella cada fin de semana. Algunos la definen como la versión paulista de Copacabana. Arenas blancas, olas agradecidas para el surf, brisas regulares para el kitesurf, bosque atlántico y una miríada de restaurantes con ganas de emular al chef internacional Alex Atala...

Allí, desde hace varios lustros, la familia Betti regenta el hotel Villa Bebek como una extensión de su propia personalidad, medio hippy, medio aristocrática. Un punto aquilatado de descuido, otro de generosidad vegetal. Sobre todo, desde el rediseño de sus jardines en el lujuriante palmeral que respira hoy sobre los tejados de sus 28 cabañas, alineadas a orillas del arroyo artificial que la atraviesa (y que la clientela puede usar de piscina).

Aquí, la simpleza es religión. Tanto que, de distendida, la cena recuerda a los bufés libres de los grandes resorts. Puro concepto casual. Igual que la mínima expresión de sus habitaciones, apenas provistas de dos adornos y de una persiana veneciana que cuesta encajar. Ojo, porque aquí los mosquitos son unos maleducados.

09 Kilombo Villas & Spa

CINCO VILLAS CÚBICAS

Una de las villas y una habitación de Kilombo Villas & Spa, [*****]en Sibaúma.
Una de las villas y una habitación de Kilombo Villas & Spa, [*****]en Sibaúma.

Eduardo Pérez cerró su casa y su negocio en Madrid con la esperanza de encontrar mejor vida en Brasil. Anduvo unos meses en busca de la playa más incógnita, aunque no tuviera cocoteros ni olas de surf. Y la encontró en Sibaúma, un espectacular acantilado de arenisca roja donde las tortugas desovan a sabiendas de que ningún humano para por allí a molestar. El hotel se resume en cinco villas cúbicas de hormigón y un galpón semiabierto que le sirve de comedor. Con un simple arreglo de velas y mantel, el escenario cambia del día a la noche, de chiringuito piscinero a chill outpara ver las estrellas.

Las casitas (entre 140 y 250 metros cuadrados) funcionan tanto para familias como para grupos de amigos. Retablos fotogénicos para una revista de decoración. Algunas con detalles muy serios, como la visión traslúcida de una pecera que separa el cuarto de baño y la alcoba, al tiempo que ofrece una panorámica ambiciosa del mar: Sibraama. O la Desideria, con cromoterapia... Das Rosas, ajardinada, claro está... Zumbí, con minigolf... O Jacú, con una minipiscina de suelo transparente en el tejado. Estás en el salón y puedes ver el cuerpo de tu acompañante flotando encima... ¿A que es delirante?

10 Vila Selvagem

EVOCACIÓN RÚSTICA

Piscina de Vila Selvagem, en Pontal de Maceió (Ceará, Brasil).
Piscina de Vila Selvagem, en Pontal de Maceió (Ceará, Brasil).

Al contrario de como aparece en sus campañas de promoción, este complejo hotelero no tiene nada de contemporáneo, sino de evocación rústica. Lo cual puede decepcionar a quienes vayan buscando mayores comodidades que un simple aparato de aire acondicionado en la habitación. Antes hay que atravesar el pueblecito pesquero de Pontal de Maceió bajo la mirada atenta de sus vecinos. Antes que abrirse a la comunidad local, el propietario del establecimiento, João Michel, prefirió el aislamiento y anonimato de sus clientes. Todo entero bajo una empalizada, el hotel se compone de varios cuerpos de edificio carentes de personalidad, pero con generosas vistas sobre la playa y la línea de jangadas (botes típicos de pesca) en el horizonte. El jardín, de dudoso gusto, abraza la piscina, descomunal en sus dimensiones.

Mucho mejor tono adquiere el casetón bajo el que se cobija el spa-hammam, cuya oferta de masajes se hace irresistible en la molicie a que obliga este lugar aislado del mundanal ruido.

Otras playas, otros precios

Brasil se ha convertido en un país inalcanzable para muchos bolsillos, pero aún es posible viajar a lugares con una tarifa abordable por habitación doble. En los alrededores de Jericoacoara, la playa de Canoa Quebrada esconde un pequeño complejo de suites y cabañas, el Tranquilandia Village (www.tranquilandia.it), a 46 euros la noche. En Trancoso, a 100 metros de la plaza del Quadrado, la Pousada do Bosque (www.bosquetrancoso.com.br) mantiene su aire rústico, por 50 euros. A cinco minutos de la playa de Mucugê, en Arraial d'Ajuda, al sur del Estado de Bahía, la Pousada Pé na Estrada (www.penaestradapousada.com.br) es un reducto de calma en medio de los bares y restaurantes que organizan cada noche su prescriptiva sesión de batucada; cuesta 40 euros la doble. En Tibau do Sul, la Pousada Corais do Sul (+55 84 32 46 43 35) permite pasar una noche por 42 euros. Y la Pousada Julieta e Romeu (www.pousadajulietaeromeu.com.br) añade color a la playa de Itapuã, la misma que sirvió de inspiración a la canción de Vinicius de Moraes Tarde em Itapuã.

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