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24 horas en... Palma de Mallorca

Palma se anima en Canamunt

La capital de Mallorca añade a su estilo náutico peluquerías con poesía, exquisitos panes con aceite y arte, mucho arte. La ruta comienza en la zona alta y termina, ya de madrugada, en Garito Café

Pablo León

Las laberínticas callejuelas que forman el casco antiguo de Palma han resurgido. Los años de abandono las han dotado de autenticidad y la recuperación del último lustro les ha aportado un toque de frescura que ha hecho de Canamunt, la zona alta, la sede del underground mallorquín. En los locales de este barrio aparecen galerías de arte y se celebran conciertos efímeros o sesiones de microteatro, todo aderezado de sobrasada de la buena.

9.00 Gótico a pedales

Mientras se comienza el día con una ensaimada en la pastelería Ca’n Joan de S’Aigo (calle de Sans, 10), la cara B prefiere un pam amb oli en una terraza de la Plaça d’en Coll (1). Aquí mismo, Milenium Bikes alquila bicicletas para recorrer la ciudad. Caminar o pedalear son la mejor opción para acercarse al palacio real de la Almudaina, la imponente catedral (2) o La Lonja (3). Estos últimos, iconos del gótico levantino. Muy cerca, en el parque del Mar, al pie de la muralla, se disfruta de un paseo a la sombra del medievo.

12.00 Vermú con Annie Lennox

Javier Belloso

Tras la arquitectura del siglo XV toca sifón. Botellas, cajas y refrescos carbonatados reciben en La Sifonería (4) (Santa Clara, 4), una cueva perfecta para disfrutar del vermú. El bar Rita (5) (plaza de Llorenç Bisbal, 13) es otra opción sencilla, de trato familiar y con uno de los mejores panes con aceite de la ciudad. Y ya que estamos en materia, no hay que olvidarse de las afamadas langostas de Bosch (6) (plaza del Rei Joan Carles I). Nos explicamos: el pan amb oli se elabora con una hogaza alargada, y durante la Guerra Civil, para darle glamour al único bocado del día, los palmesans lo encargaban a gritos con el nombre del crustáceo. Incluso Annie Lennox ha sucumbido a sus encantos.

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Hora de cambiar el pan por el arte. “En los últimos diez años se han consolidado talleres de artistas y galerías pop up, y ha habido muchas intervenciones espontáneas. El mestizaje entre la vida urbana y el circuito artie es cada vez mayor”, cuenta Eva Shakouri, directora y socia fundadora de La Caja Blanca (7) (Can Verí, 9), galería fundada en 2006 en las inmediaciones del barrio de Canamunt. En su menú de creadores aparece la guatemalteca Regina José Galindo, cuya obra Himenoplastia —en la que filmó su propia reconstrucción del himen— ganó el León de Oro de la Bienal de Venecia en 2005 en la categoría de mejor artista joven. Aunque el bastión del arte en la urbe sigue siendo Es Baluard (8) (plaza Porta Santa Catalina). Por sus paredes del siglo XVI —el edificio se concibió como baluarte defensivo de la ciudad— han pasado obras de Andy Warhol, Jaume Plensa o García-Alix. Su colección permanente centrada en el modernismo pictórico es recomendable.

14.30 El palacete de la polémica

Escaparate de la tienda Pasatiempos, en Palma de Mallorca.
Escaparate de la tienda Pasatiempos, en Palma de Mallorca.

Hora de comer. Cuando Heather Davis cambió Tejas por Baleares, hace una década, se trajo consigo la tradición gastronómica estadounidense y fundó Diner (9) (calle de Sant Magí, 21). Sus hamburguesas, perritos y especialidades tex-mex deleitan por la mañana, a mediodía y a los noctámbulos, ya que abre hasta el amanecer. Para bajar las proteínas y las salsas, se puede caminar hasta el paseo marítimo del Portixol o hacer una parada en la calle de Sant Feliu (10). Aquí, además de ver el afamado palacete —una típica casa mallorquina propiedad del expresidente Matas y clave en la investigación de los casos de corrupción Palma Arena y Operación Buckingham—, se puede disfrutar de un café en Rialto Living (Sant Feliu, 3C), una mezcla de tienda de decoración y bar a la moda. Un lugar que se esfuerza en maridar algo que parecía imposible, lo alternativo y la faceta más chic de la ciudad, es Addict (11) (Can Danús, 4). Esta cuidada tienda, con tres sedes, viste tanto a jóvenes patrones de yate como a hipsters, lo que ha convertido a su propietario, Toni Craig, en un trendsetter (creador de tendencias) de la isla. Nada que ver con Pasatiempos (12) (Passatge Quint, 3), tienda-espacio que compagina las sudaderas con exposiciones de arte callejero.

18.00 Mechas californianas

Cuando la cadena de cines Renoir decidió cerrar su sede en Palma, un grupo de ciudadanos se aterrorizó al ver cómo su principal canal de películas de autor y en versión original desaparecía. En lugar de quejarse, fundaron en mayo de 2012 Cine Ciutat (13) (calle de la Emperatriz Eugenia, 6;), una sala sin ánimo de lucro que cuenta con más de 1.500 socios y una programación excepcional. “Con los problemas económicos, y ante el descrédito institucional, cada vez surgen más iniciativas culturales particulares”, apunta Chicosé Cubero, trabajador social de la ciudad. La moda del microteatro alternativo también se ha instalado en Palma, concretamente en La Trampa (calle de la Peletería, 5).

El castillo de Bellver, en Palma de Mallorca.
El castillo de Bellver, en Palma de Mallorca.Canali Prieto

Otro ejemplo de imaginación, esta vez de corte más comercial, nos lleva al barrio de Gomila. Los Oficios Terrestres (13) (avenida de Joan Miró, 62) es una peluquería donde, además de hacerse crestas, decoloraciones y cortar flequillos, se pueden comprar libros. Aunque actualmente sea Lola Fernández, bisnieta de Miró, quien lleve este espacio, la idea inicial fue de Xavier Abraham, quien comenzó a trabajar en la peluquería familiar cuando era un adolescente. Su pasión por la literatura le llevó a incluir entre los secadores una selección de obras, principalmente poesía.

Por el popular barrio de Gomila alternaban Ava Gardner, Marlene Dietrich o Errol Flynn en sus escapadas veraniegas en los años cuarenta. Aunque ahora ha perdido fuelle, las torres del castillo palacio de Bellver (14) (Camilo José Cela, s/n), de la Edad Media y con una curiosa planta circular, siguen sobrecogiendo al visitante.

22.00 Cóctel ‘Terremoto’

Para apreciar la belleza de Palma hay que salir de su enrevesado centro. Desde las alturas del mirador de Na Burguesa (15) (Camí Monument de Na Burguesa, s/n) se disfruta de una panorámica impresionante de la capital. Además, se cena. Para tomar la primera copa, mejor volver a la urbe y cruzar la puerta de Distrito (16) (calle de Vallseca, 13), un bar ideado por el artista Miguel Adrover. Aunque ha cambiado de nombre varias veces, el árbol que recibe, así como su original decoración, han permanecido inmutables en el local.

El bar Flexas (17) (Llotgeta, 12), con moqueta y taburetes, es muy kitsch. Cuando se descubre que La Terremoto de Alcorcón regenta el local se entiende de golpe. El gin-tonic se torna alocado cuando alguien irrumpe en el escenario y el local se convierte en una especie de improvisado cabaré. Los aficionados a las noches isleñas encontrarán en Garito Café (18) (Dársena de Can Barbará, s/n) las mejores sesiones de electrónica con las que perderse en la madrugada. En la pista: modernos, jóvenes estilosos y algún hippy. A esas horas en Palma todo el mundo puede ser lo que quiera, ya sea pijo o indie.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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