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VIAJEROS URBANOS

La Palma se cubre de talco

En la celebración del día de los Indianos la isla canaria se viste entera de blanca

El Carnaval en Canarias es mucho más que una fiesta, es el principal acontecimiento del año y una forma de vida. Los más famosos, por su tamaño y el gran número de visitantes, son los de Tenerife y Gran Canaria, pero también hay una arraigada tradición carnavalesca en las islas menores, con festejos más humildes pero no por eso menos apasionados. De entre todos ellos destaca, por su singularidad y elegancia, el día de los Indianos del Carnaval de La Palma, la isla más noroccidental del archipiélago, también conocida como la Isla Bonita por su exuberante belleza natural.

Se trata del día grande del Carnaval palmero, el más emblemático, y uno de los mejores espectáculos de las mascaradas insulares. Una celebración que ha ido ganando relevancia con los años, llegando a rivalizar, por su autenticidad, con otras fechas señaladas de los fastos chicharreros y canariones. Es una fiesta relativamente joven. Se originó en los años sesenta del siglo pasado como una parodia a cargo de los hermanos Yolanda, Gonzalo y Manuel Cabrera Santos, y un grupo de amigos de la familia. Salían a la calle disfrazados de emigrantes que retornaban a la isla enriquecidos y luciendo sus mejores galas (leontina de oro, guayaberas, liquilique -traje tradicional de los Llanos de Colombia y Venezuela-, sombrero panamá...), en las que predominaba el color blanco propio de las vestimentas de ultramar. Con los años, aquella parranda se fue convirtiendo en una tradición multitudinaria, con una masiva afluencia desde el resto de las islas y de la Península. La Palma triplica su población esos días; de hecho, para este año ya no quedan camas libres en los hoteles de Santa Cruz de La Palma ni en la vecina playa de Los Cancajos, en Breña Baja.

El día de los Indianos caricaturiza a los emigrantes palmeros del siglo XIX que, acuciados por la necesidad, partían en busca de prosperidad al otro lado del Atlántico, siendo Cuba uno de los principales destinos de aquella ruta para hacer las Américas. Resulta revelador comprobar lo actual que resulta esta emigración desesperada. Los Indianos es, por lo tanto, una reconstrucción con muchísimo sentido del humor y genuino espíritu carnavalesco del retorno de esta emigración, que se escenifica cada año durante el Lunes de Carnaval. Antaño, el indiano que regresaba a La Palma lo hacía cargado de riquezas, o por lo menos lo aparentaba, y se le iba a recibir al puerto con grandes festejos. Los disfraces de indiano rememoran esta necesidad de mostrar opulencia y por eso se utilizan finas indumentarias, se portan grandes maletas de cuero de la época y enormes baúles repletos de simbólicas fortunas. La ropa tiene que ser blanca o de tonos crema. Los hombres visten guayaberas, pantalones blancos o trajes de lino, con sombrero panamá o de tela blanca. Las mujeres se engalanan con trajes de época blancos o beige, con blondas y encajes, pamelas con flores, sombrillas de encaje y abanicos.

Algunas recomendaciones
  • Si se sufre de problemas respiratorios, se recomienda utilizar mascarilla.
  • Si se usan lentillas, está bien llevar algún tipo de colirio o gafas.
  • Se aconseja envolver aparatos electrónicos, como cámaras y móviles, en una bolsa de plástico.
  • Es importante programar billetes y reservas con antelación.
  • No está de más adelantar la visita a la isla uno o dos días.

La ciudad se viste de blanco, literalmente, como una novia. Las calles se tiñen de polvos de talco, con ese olor característico de la infancia. Nieva talco desde los balcones y las negras piedras de la calle Real se tiñen como la espuma. La blanca sábana de polvos lo cubre todo, calles y personas. La tradición de empolvarse o enharinarse ha estado presente en el carnaval palmero desde hace siglos. Ya en documentos del siglo XVII se habla de la costumbre de "empolvarse" durante el Lunes de Carnaval. Se cree que esta práctica proviene de los rituales ñáñigos (sociedad secreta masculina de Cuba) cuyos miembros se blanquean la piel, aunque otras versiones apuntan a que se empolvaba a los pasajeros de los barcos que llegaban a puerto para prevenir enfermedades tropicales.

En cualquier caso, durante los Indianos esta marea blanca se mueve al ritmo de la música tradicional cubana: el son, el guaguancó, el bolero, la conga, la guaracha… Y la ciudad se convierte en un gran terrero de talco donde se baila y se canta al compás del tres cubano, las maracas y las claves. Corre el ron, el aire se impregna de un intenso aroma a puro y parece que el Caribe en pleno acabase de desembarcar en la isla.

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Se trata, sin duda, de uno de los espectáculos carnavalescos más singulares del mundo, bullanguero y divertidísimo, donde se bebe, se come, se empolva, se danza y se goza hasta el amanecer. Un día para olvidar los problemas y dejar atrás tantos días oscuros.

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