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fin de semana

En la huerta de los monjes

Oña, en Burgos, acoge en su monasterio la muestra ‘Las edades del hombre’

Muestra de 'Las edades del hombre', con el San Jerónimo de Alonso Berruguete.
Muestra de 'Las edades del hombre', con el San Jerónimo de Alonso Berruguete.C.P.

Acaba de cumplir mil años; tal es el motivo por el que el monasterio de San Salvador, en Oña, al norte de Burgos, fue elegido para albergar la 17ª edición de Las edades del hombre, muestras de arte religioso de Castilla y León que han atraído, en su conjunto, a unos diez millones de visitantes. La exposición estará abierta hasta el 4 de noviembre y su lema es Monacatus. Así, en latín, puede parecer una rareza, pero hay que tener en cuenta que la historia primeriza de Castilla es en gran parte la crónica de sus monasterios (del griego monos, solo, de donde viene monasterium).

Oña

Guía

Información

» Las edades del hombre. Abierta hasta el 4 de noviembre en el monasterio de San Salvador de Oña (Burgos). De martes a viernes, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 20.00; sábados, domingos y festivos, de 10.00 a 20.00; lunes, cerrado. Entrada: 3 euros. Reservas para grupos: 947 30 04 40; expo@lasedades.es; www.lasedades.es.

» Centro de Interpretación Las Salinas. Poza de la Sal (947 30 20 24).

» Más información: www.ayuntamientoona.com; www.ciudadefrias.es; www.pozadelasal.es.

Dormir

» Camino Condal. Casa rural en el centro de Oña (947 30 00 14; www.caminocondal.com). Habitación doble: 48 euros (4 euros por persona el desayuno).

El monasterio de Oña fue fundado en 1011 por el nieto de Fernán González y tercer conde independiente de Castilla, Sancho García, para ser regido por su hija santa Tigridia (santa popular, nunca fue canonizada). Fue de los primeros en acoger la reforma cluniacense que impulsaban los monjes benedictinos. Luego fue de los jesuitas —como curiosidad, aquí se ordenó cura Xabier Arzalluz, el que luego nos propinaría tanto sermón político—. A los jesuitas se lo compró en 1968 la Diputación de Burgos, que lo destinó en parte a psiquiátrico hasta hace apenas unos meses. A través de los siglos, el edificio fue creciendo, hasta llegar a un millón de metros cuadrados construidos. La que llaman “huerta de los monjes” alcanza 34 hectáreas. Un microcosmos donde nada faltaba: cereales de secano, huerta y frutales, carne y leche (vaquerías), pescado (piscifactoría), leña de los bosques, hierbas medicinales...

La exposición, temáticamente ligada en seis apartados, se reparte por iglesia, sacristía, sala capitular y claustro. Presenta el monacato no solo como fenómeno religioso, sino también como utopía humana y, sobre todo, como agente que ayudó a la monarquía a establecer un orden nuevo en tierras recién conquistadas o por colonizar. Es un alegato conciso y muy didáctico, y algo que se echa en falta, dada esta ubicación en los desfiladeros del Ebro, es una referencia explícita al eremitismo rupestre que tanto abundó precisamente por esta zona (y al que apenas se hace una mención en el magnífico catálogo).

Puente medieval de Frías.
Puente medieval de Frías.C.P.

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Pero lo importante, en esta muestra breve, son las obras: no muchas (138), aunque excelentes; baste apuntar los nombres de Zurbarán, Ribera, El Greco, Goya, Gregorio Fernández, Pedro y Alonso Berruguete, Damián Forment... junto a creadores modernos como Santiago Rusiñol o Vázquez Díaz. Agrada encontrar a un artista “endémico”, como fray Alonso de Zamora, conocido como “el Maestro de Oña”, que trabajó en torno a 1500. Son joyas que, por eso mismo, roban algo de atención a la opulencia del propio estuche monástico: la iglesia gótica, la capilla mayor con un panteón real y condal insólito (pues está tallado en madera), el órgano, los frescos de la vida de Santa María Egipciaca (eremita de primera hornada), el claustro delicado como un encaje de Simón de Colonia...

El pueblo de Oña, aunque fuera dependiente del monasterio, llegó a tener su propio perfil, con murallas y una iglesia gótica cuya torre alberga ahora un Museo de la Resina (actividad potente hasta los años setenta, cuando el éxodo rural). Dentro de la huerta del monasterio, en lo que fue la vaquería, se halla instalada la Casa del Parque, centro de interpretación del parque natural de los Montes Obarenes. Un espacio protegido desde 2006 con numerosas singularidades geológicas, las cuales sirven de nicho a rarezas botánicas o zoológicas. Hay desfiladeros como el del río Oca, a las afueras de Oña, por donde discurre una vía de tren abandonada (la que iba de Santander al Mediterráneo), o el más espectacular aún de la Horadada, donde el Oca confluye con un Ebro adolescente.

Frías y Poza de la Sal

Frías parece un pueblo, pero no: es la ciudad más pequeña de España, con título desde 1435. Un eximio ejemplo de arquitectura militar. Aunque lo más peculiar es lo que no se ve: un camino de ronda interior, oculto tras la (falsa) fachada de las casas colgantes (se puede fisgar desde la Casa de Cultura, donde también dan pistas sobre la judería y sinagoga desaparecidas). El castillo roquero fue uno de los muchos cuarteles de los Velasco, una familia de armas tomar que adoptó como divisa esta copla blasfema: “Antes que Dios fuera Dios / y los peñascos, peñascos, / los Quirós eran Quirós / y los Velasco, Velasco”.

JAVIER BELLOSO

Sirve de contrapunto al castillo la iglesia de San Vicente, que era románica; pero la torre se desplomó (se rehízo en 1904), y la portada fue llevada al Museo de los Claustros de Nueva York. Menos mal que en América no tenían también un museo de los puentes, porque de seguro se habrían llevado el que vadea el Ebro a los pies de Frías. Un puente al que en el siglo XV le plantaron en medio una torre que hiciera de fielato, para cobrar derecho de pontazgo.

Cerca de Frías, Poza de la Sal es un pueblo peculiar. En 1928, en el número 20 de su calle Mayor, nació el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente. Su primer aula fue el entorno de Poza, con sus salinas, que ya fueron explotadas por los romanos y alcanzaron su apogeo en el siglo XVIII. El elegante edificio administrativo aloja ahora el centro de interpretación Las Salinas. Estas dejaron de funcionar en 1974, pero en 2003 se restauraron algunos de los más de 500 pozos de salmuera y algunas de las 2.000 eras para cristalizar la sal.

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