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RUTA DE LOS EXPLORADORES OLVIDADOS / 6

Las fuentes del Nilo Azul

Desde la frontera con Sudan hasta el lago Tana, ruta en moto por Etiopía que culmina en la tumba del español Pedro Paez, primer europeo que divisó 'las cataratas que echan humo'

Un mito del medioevo fue el reino africano del Preste Juan, legendario territorio más allá del Sáhara donde gobernaba un príncipe cristiano. Los exploradores europeos hasta el XVI persiguieron con ahínco un sueño que los avances geográficos desvanecían. Hasta que Bartolomé Díaz dobló el Cabo de las Tormentas y abrió la ruta africana hacia las Indias Orientales. Cuando los portugueses exploraron la costa este se toparon con el imperio del Negus, quien gobernaba una nación cristiana rodeada de musulmanes: Etiopía.

La única frontera abierta desde Sudán es la de Metema/Galabat. En la oficina de inmigración el funcionario lleva una cruz colgando del cuello. Muchas mujeres la llevan tatuada en la frente. La religión es omnipresente. El cristianismo llegó en el siglo IV gracias a misioneros sirios. Ocurrió durante el reino de Aksum, etapa de gran esplendor que se prolongaría hasta el siglo VII, época en que los árabes comenzaron su expansión militar. Con el ascenso de este nuevo poder hegemónico en la región, Etiopía quedó aislada de la Cristiandad.

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Los verdísimos montes están divididos en cuadrículas de labor. Aquí maíz, al otro lado cebada, más allá cebollas y pimientos. Esta zona alta es un vergel. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Etiopía ha sufrido una atroz deforestación para alimentar su creciente población de más de 75 millones de habitantes. Abundan los eucaliptos. Crecen rápido, dan mucha madera, pero empobrecen el suelo.

Resulta obligado compartir la carretera con burros, vacas y cabras. Revirada, atraviesa decenas de aldeas. Las casas están construidas con techo de paja y un armazón de madera sobre el que se aplasta barro para armar paredes. Hay gente por todas partes. Los niños corren detrás del motorista. Todos tienden la mano pidiendo dinero y, de vez en cuando, le arrojan piedras.

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El Camelot africano

En el centro de Gondar, conocida como el Camelot Africano, asaltan los típicos guías de ocasión para visitar el concurrido castillo de Fasilides, quien convirtió la ciudad en su capital en el siglo XVII. Fasilides era hijo de Susinios, el emperador amigo del jesuita madrileño Pedro Páez, enviado desde Goa junto a otro sacerdote. Disfrazados de mercaderes, su barco fue abordado por piratas yemeníes y obligados a recorrer a pie el inmenso desierto, donde Páez pasó esclavizado seis años antes de poder ser rescatado.

'El agua que echa humo'

Susinios le brindaría la oportunidad de visitar las fuentes del Nilo Azul, al sur del Lago Tana, en la ruta principal a Addis Abeba y en las proximidades de las cataratas del agua que echa humo, situadas a 30 kilómetros por una pista sin asfaltar de la ciudad lacustre de Bahir Dar. Un suceso que finalmente se produciría el 21 de abril de 1618.

"Y confieso que me alegré de ver lo que tanto desearon ver antiguamente el Rey Ciro y su hijo Cambises, el Gran Alejandro y el famoso Julio César.", escribiría Pedro Páez en su libro Historia de Etiopía.

Gorgora

El camino se torna grava durante cincuenta kilómetros. Una gran nube se asienta sobre el horizonte. Pronto adquiere una tonalidad ominosa, gris plomo, preñada de lluvia. Empieza a descargar. Enfilo la embarrada senda, atravieso otro poblado lleno de animales, de niños y de ojos curiosos, subo una loma y entonces lo veo. Al fondo, marrón y agitado, el Lago Tana. Una larga recta lleva hasta Gorgora, aldea de apenas un centenar de casas.

Poco después aparece otra señal; Tim & Kim camping. Un joven europeo con largo pelo rizado me recibe con una sonrisa. Es Kim, el holandés errante que gobierna este sencillo complejo para overlanders; viajeros de larga distancia que cruzan continentes por tierra.

Durante la cena cuento que busco al descubridor español de las fuentes del Nilo Azul.

-Ah, Pedro Páez.-dice Tim.

Miro a mi anfitrión con sorpresa.

-¿Lo conoces-

-Sí- asiente-, me apasiona la historia de Etiopía.

La oscuridad nos rodea. Los mosquitos zumban obsesivos e inclementes.

-¿Sabes que Páez convirtió al catolicismo al emperador Susinios?.

Tim asiente.

-Esa conversión tuvo mucho que ver con la política. Susinios se las veía con un enemigo formidable: el Islam. Los portugueses eran un gran aliado, pero le prestaron ayuda a cambio de admitir a los jesuitas en un territorio de tradición ortodoxa. Tras la conversión del emperador comenzó una guerra civil. Fasilides retornó a la ortodoxia y expulsó a los colonos portugueses.

-Pero al menos quedará el palacio que diseño Páez para Susinios- comento casi preocupado-. Páez vino a Gorgora varias veces para supervisar la construcción del complejo. En su última visita cayó enfermo. El 25 de mayo de 1622 murió y sus compañeros lo enterraron allí

La tumba de Paéz

El primer escollo es el puente caído. Vadeo un torrente cuyo cauce está lleno de grandes piedras. Estas rocas picudas y sueltas serán una angustia constante. Proceden de la antigua calzada. Es como si un arado gigante hubiese clavado su metal en mitad de la vía para arrancar las piedras dejándolas en la peor posición posible. A veces solo queda una estrechísima vereda por la que apenas puede pasar una persona, una vaca, un burro o un par de cabras.

Alcanzada una meseta, admiran las asombrosas vistas. El lago estará a unos 10 kilómetros sobre los que se extiende una sucesión de suaves colinas, exuberantes en sembrados, bosques y granjas. Al fondo se erige una montaña sobre la pequeña península. Sobre mi sobrevuelan las rapaces, verdaderas señoras de los cielos de Etiopía.

Comienza la última ascensión. Al paso abierto en la maleza no se le puede llamar siquiera camino. Clavo las botas sobre las estriberas, me yergo sobre la moto y acelero. La selva nos traga. Encuentro en pie el esqueleto de la iglesia. Alrededor yacen esparcidas las piedras que forjaron los muros del palacio. Los labriegos lo han ido destruyendo para construir sus casas. Apenas queda una arcada con celosías portuguesas.

Nada recuerda al jesuita. El inglés Speke tiene una placa en el Lago Victoria de Uganda como descubridor de las fuentes del Nilo Blanco. Páez un agujero negro en un lugar remoto. Cuán diferentes son las naciones en el trato dispensado a sus hijos.

» Sigue las aventuras de Miquel Silvetre en su blog.

» Miquel Silvestre (Denia, 1968) es autor del libro 'Un millón de piedras' (Barataria).

El autor de la foto en ruta hacia Gorgora, en Etiopía. Una aldea de un centenar de casas junto al lago Tana, donde fue enterrado en 1622 el sacerdote español Pedro Páez, primer europeo que divisó las fuentes del Nilo Azul
El autor de la foto en ruta hacia Gorgora, en Etiopía. Una aldea de un centenar de casas junto al lago Tana, donde fue enterrado en 1622 el sacerdote español Pedro Páez, primer europeo que divisó las fuentes del Nilo AzulMIQUEL SILVESTRE

Guía

DOCUMENTACIÓN

» Visado obtenido en embajada. 20 dólares.

» Carne du Passage expedido por el RACE.

MONEDA

» 1 euro=23 birrs.

COMER

» Injera y tibs: torta de pan ácido sobre la que se vierte carne muy especiada.

DORMIR

» Hotel Ghoa (Gondar). Buenas vistas sobre la ciudad, limpio, Internet. Precio: 50 euros. ghion@ethionet.et

» Hotel Ghion (Bahir Dar). Algo decrépito pero céntrico y bien situado a orillas del Lago Tana. Precio: 15 euros. ghionbd@ethionet.et

» Camping Tim & Kim (Gorgora). Lodges sin agua corriente. Idílica situación y ambiente viajero. Precio: 15 euros. timandkimvillage@yahoo.com

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