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RUTAS URBANAS

'Dobre doshali' a Sofía

Un fin de semana por menos de 90 euros en la capital búlgara, que luce animosa su inacabada transición hacia el 'estilo occidental'

¿Sabes algo de griego? Estás de suerte, el shock al desembarcar en una ciudad desconocida y con todos esos carteles escritos en cirílico será menor. Si no, que no cunda el pánico: estás en Sofía, la ciudad más grande de la República de Bulgaria, una capital nacida al pie de la gran montaña Vitosha. Fin de semana intenso y barato en el centro cultural, administrativo e industrial de este país balcánico, todavía por descubrir. ¡Dobre doshali (bienvenido) a Sofía!

Las calles de la principal ciudad de Bulgaria reflejan su inacabada transición hacia el estilo occidental. Pared con pared, los grandes bloques de hormigón con ese soviético efecto caja de cerillas, se intercambian con flamantes y modernos edificios, cuyo acero y cristal acogen a los emergentes y lujosos hoteles. Sus habitantes recorren distraídos las calles, donde la mendicidad y la pobreza persisten. Guisos tradicionales servidos para los (ya) hijos de la globalización.

El recorrido propuesto se adentra en el corazón de la ciudad y sus grandes bulevares, que siguen los cauces de dos ríos: el Iskar al norte y el Perlovska al sur. Lo táctica consiste en dividir el casco histórico en dos mitades (este y oeste), con la línea que trazan el bulevar María Luiza, la plaza de Santa Nedelya y la calle Graf Ignatiev como referencia.

Mercados, bohemia y ardillas negras

Primer día, zona este de Sofía. El recorrido arranca en el Orlov most o Puente del Águila, sobre el río Perlovska, en el cruce de dos grandes bulevares: Tsar Osvobodiel y Evlogi Georgiev.

Desde aquí, junto a un enorme monumento al ejército soviético, se despliega el parque Borisova, hermoso pulmón de la ciudad, con agradables caminos arbolados donde perderse entre estatuas dedicadas a grandes figuras literarias o políticas, y ardillas negras saltando de rama en rama. En su interior, a orillas del lago Arianna, se puede disfrutar de un delicioso café con ambiente relajado.

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De nuevo en marcha, dejando atrás el estadio de fútbol de Vasil Levski, el gran paseo Graf Ignatiev conduce hasta el pórtico de la iglesia de Sedmochislenitsi, en cuyos alrededores se monta dos días por semana un colorido y apetecible mercado de fruta y verdura donde hacerse con un sano y barato tentempié.

El bulevar Vasil Levski y sus alrededores delimita la zona más bohemia de Sofía. El murmullo de sus calles se mezcla con una multitud de tiendas de alimentación, ropa y artesanía que tejen un divertido y animado mosaico de gentes y colores. Hacia el norte se encuentra el Teatro Nacional, cuya plaza es otro punto verde de reunión para los sofiotas y una excelente zona donde detenerse a comer.

Con el estómago lleno, la tranquilidad de la iglesia de San Nicolás, precioso templo ortodoxo con tejados verdes y cúpulas doradas, marca la transición necesaria para volver a conectarse a la ciudad. Antes, merece la pena recorrer el parque aledaño y tomar, cual peregrinos del Mago de Oz, el pavimento dorado que conduce a la majestuosa catedral de Alexander Nevsky. Erigida en honor al patriarca de la ciudad, su rimbombante estilo neobizantino marca un vistoso punto y seguido, justo cuando los colores de la luz de media tarde ganan en intensidad.

Junto a la catedral, un variopinto mercadillo de segunda mano ofrece de todo al sorprendido transeúnte: desde añejos vinilos hasta insignias y medallas de soldados de la II Guerra Mundial. Si quedan energías, en este lado de la ciudad puede visitarse el monumento al Zar Libertador (Tzar Osvoboditel), el recinto de la Universidad de Sofía y diversos museos y galerías de arte, como el Centro de Arte de la ciudad, el Museo Nacional o la Unión de Artistas Búlgaros.

Vitosha de día, Vitosha de noche

El segundo día comienza mirando hacia arriba, concretamente bajo la impresionante estatua de Santa Sofía, en la plaza Nezavisimost, donde se cruzan dos avenidas emblemáticas de la ciudad: Maria Luiza y Vitosha. Apenas recorridos unos metros por la primera de ellas, el Mercado Central de Sofía, un antiguo edificio construido a principios del siglo XX, vuelve a mostrarse activo y bullicioso. Tras un periodo de ruina, este mercado clásico resurgió gracias, sobre todo, a pequeños comercios tradicionales de alimentación. Una buena ocasión, por tanto, para degustar alguno de los dulces típicos, como la torta garash o la banitsa, un bizcocho con láminas de un queso similar al feta griego, que suele servirse en el desayuno.

La diversidad de credos religiosos que acoge Sofía queda patente en esta parte de la ciudad. En apenas unos metros se levantan cuatro templos de diferente rito: la sinagoga, la mezquita Banya Bashi, la iglesia católica de San José y la ortodoxa de Santa Nedelya. Una peculiar y armoniosa constelación religiosa que muestra la convivencia de cultos en la cultura búlgara.

La Vitosha es una de las calles con más vida de la ciudad, tanto de día como de noche. Las diurnas iglesias de Santa Nedelya y San George, o la Corte de Justicia, se alternan con los nocturnos cafés y bares, así como con los escaparates de las grandes firmas como Cartier, Swarovski o Dior, que se antojan inalcanzables para el adquisitivo medio de los sofiotas. Cervecerías y tiendas (más asequibles) de moda, puestos callejeros de pizzas y bocadillos en medio del constante tintineo de los coloridos tranvías que cruzan la avenida, dibujan una postal más real de Sofía. Las calles perpendiculares sorprenden por su tranquilidad, y sus tesoros escondidos, en forma de pequeñas y coquetas cafeterías, o las hilarantes tiendas empotradas literalmente en las fachadas, que por sus ventanucos dispensan refrescos, snacks o cubos para la fregona.

Vitosha desemboca en la explanada del Palacio Nacional de Cultura, impresionante por sus dimensiones y la variedad de gente que concentra. Engañoso por su aspecto de centro comercial, se trata del centro de congresos más grande de Europa del este, con una recompensa aún mayor en su azotea: la más amplia panorámica de la ciudad, con sus cúpulas ortodoxas, la gran montaña Vitosha y la eterna batalla entre la arquitectura comunista y los edificios de nueva construcción que tratan de escapar de los cánones soviéticos. Un tranquilo paseo por el inicio del bulevar Evlogi Georgiev, siguiendo la orilla del río Perlovska, conforma una excelente despedida de la ciudad.

El sol ilumina las doradas cúpulas de la iglesia rusa de San Nicolás, en Sofía
El sol ilumina las doradas cúpulas de la iglesia rusa de San Nicolás, en SofíaSANTIAGO ZÁRRAGA
Patinadores frente al monumento al ejército soviético en Sofía
Patinadores frente al monumento al ejército soviético en SofíaSANTIAGO ZÁRRAGA
Panorámica de Sofía desde la azotea del Palacio Nacional de Cultura
Panorámica de Sofía desde la azotea del Palacio Nacional de CulturaSANTIAGO ZÁRRAGA
Mercado de fruta y verdura en la calle Graf Ignatiev, Sofía (Bulgaria)
Mercado de fruta y verdura en la calle Graf Ignatiev, Sofía (Bulgaria)SANTIAGO ZÁRRAGA

GUÍA

Cómo llegar

Desde Madrid, Easyjet (www.easyjet.com) y Wizzair (www.wizzair.com/) ofrecen vuelos desde 18'99 y 14'99 euros el trayecto, respectivamente. Desde Barcelona y Valencia Wizzair tiene ofertas desde 14'99 euros.

Para moverse

Para llegar al centro desde el aeropuerto internacional, las opciones son alquilar un coche, coger un taxi (unos cinco euros -10 levas- hasta el hotel) o subirse a un autobús (líneas 84 y 284). Cuidado con los taxis: los legales son amarillos y con la identificación del conductor en el salpicadero. Para evitar sorpresas son preferibles las compañías OK Taxi o 1euro Taxi y llevar billetes pequeños, porque no devolverán cambio.

Dormir

En Sofía hay hoteles de todas las categorías, con precios que oscilan desde 30 a 120 euros en hoteles tres estrellas. La opción económica son los albergues, que ofrecen una habitación doble con baño compartido y desayuno por 12-15 euros la noche:

- Be My Guest (Ivan Bazov, 13)

- Sofía Guest House (Blvd. Patriarh Evtimiy, 27)

Comer

La oferta culinaria es amplia, e incluye restaurantes de comida internacional (japonés, mexicano, árabe, italiana, armenia) como alternativa a la cocina local. Los restaurantes búlgaros ofrecen menús diarios a precios muy asequibles (7 ú 8 levas, unos 4 euros):

- Bulgary (Blvd. Dondukov, 71). Platos típicos en un ambiente acogedor, rodeados de fotografías que documentan la historia del país.

- Capitan Cook (Str. P. Slaveikov, 12-14): especialidades de pescado a precio moderado.

Para tomar una copa

Se dice que, si el turista quiere, puede pasar toda su estancia de fiesta en fiesta. La ciudad está dispuesta y su noche toma un cariz entre los misterioso y lo atractivo. La oferta de discotecas y bares es amplia, pubs y cervecerías de importación (a excelente precio), hasta ambientes tipo casual y clubes de élite y rigurosa etiqueta:

- Pri Kmeta (Str. Paris, 3).

- McCarthy´s Pub (Str. Alabin 48-50, cruce con Vitosha).

- Baskerville (Str. Denkoglu, 16).

- Maraia (Blvd. Evlogi Georgiev).

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