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“Gabo veía lo que nadie ve”

El periodista colombiano Roberto Pombo recuerda su amistad con Gabriel García Márquez y sus lecciones como reportero

Roberto Pombo, el pasado viernes en Madrid.
Roberto Pombo, el pasado viernes en Madrid.Luis Sevillano

El director del diario El Tiempo, Roberto Pombo (Bogotá, 1956), se graduó como periodista en el único medio colombiano de izquierda de los años setenta, la revista Alternativa, impulsada por Gabriel García Márquez y en cuyo seno hizo su primera cobertura, la de la toma de la embajada de República Dominicana a manos de la guerrilla del M-19 en 1980. Hoy dirige un periódico centenario, el de mayor circulación en el país, y acaba de publicar El tiempo por cárcel (Debate, 2016), un libro de conversaciones con el escritor colombiano Juan Esteban Constaín sobre su historia y la del país, que presentó la semana pasada en España.

—¿Qué aprendió de García Márquez?

—Gabo deja varias lecciones. Una muy envidiable era su capacidad para, con una mirada diferente a la de todo el mundo, poner la cámara en un contraplano y ver lo que nadie ve —para decirlo en términos cinematográficos—. La originalidad de la visión del periodista siempre fue una obsesión suya. Tener una mirada diferente, y eso es una gran enseñanza.

Pombo viajó a México a principios de siglo a liderar allí la expansión de la revista colombiana Cambio, para la que entrevistó junto al autor de Cien años de soledad al subcomandante Marcos, en 2001. El líder revolucionario había cruzado medio país norteamericano desde Chiapas, al sur, y “se había tomado prácticamente toda Ciudad de México con su gente”.

—¿Cómo fue esa entrevista?

—Muy intimidante, sobre todo porque Gabo se quedó callado casi todo el tiempo y yo era el que hacía las preguntas. Yo lo miraba como diciendo “¿ya?”. Seguí hasta que se acabó mi batería y comenzó él con unas preguntas mucho más interesantes. Las mías eran las de temas políticos, las obvias. Las de él trataban de encontrar quién era el personaje que teníamos enfrente. Lo primero que le dijo fue: “Se nota que tiene un gran bagaje cultural. ¿Usted se crió en un ambiente de mucha lectura?”. Marcos se sorprendió y contestó que su mamá era maestra. Entonces arrancó una conversación sobre sus influencias literarias… Digamos que la parte de reportería clásica la hice yo y él puso como siempre la cámara en contraplano.

Director de El Tiempo desde 2009, Pombo ha sido figurante de telenovelas, libretista de programas de concursos, reportero en la costa Caribe, director de revistas y de noticieros radiales y televisivos. “Mi vida periodística ha estado ligada a la violencia”, reflexiona, con una experiencia de más de 35 años de oficio a cuestas en un país envilecido por la guerra. “Y al mismo tiempo ha tenido como hilo conductor los distintos procesos de paz, que al final parecieran una sola conversación que empezó en 1982 y que está terminando ahora. Por eso veo con tanto entusiasmo la posibilidad de que por fin se firme un acuerdo”.

—Santos prometió seguir la política de mano dura de Álvaro Uribe en la campaña de 2010. ¿Por qué lo respaldó?

—Para los problemas del país me parecía que la experiencia y la actitud de Santos eran mejores, y que tenía más empaque de gobernante que [el académico independiente] Antanas Mockus. Pero nunca lo vi como si Santos fuera la guerra y Mockus fuera la paz. Conozco al presidente desde hace muchísimos años y pese a haber sido el ministro de la guerra en la época de Uribe, participó activamente en muchos de los procesos de paz anteriores.

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Uribe es el líder oficioso de los opositores a los actuales acuerdos entre el Gobierno y las FARC que buscan poner fin a un conflicto armado de más de medio siglo. Tras cerca de cuatro años de diálogos en La Habana, el documento final fue sometido a un plebiscito el pasado día 2. Los críticos del acuerdo ganaron por 54.000 votos (en medio de una abstención del 63%) y el Gobierno se ha comprometido a discutir sus contrapropuestas.

—¿Están cerca de un nuevo acuerdo?

—Si se trata del acuerdo que quiere Uribe, estamos lejísimos. Los cambios que pide son de tal magnitud que habría que hacer un documento totalmente distinto. Pero tanto para el Gobierno como para las FARC, el tiempo corre en su contra. La situación es muy delicada y vulnerable. Una guerrilla desmovilizada, todavía con armas, con plazos diferentes a los proyectados y con problemas técnicos muy complejos para la verificación internacional…

Los opositores exigen, entre otras cosas, que los líderes de la guerrilla no participen en política, que paguen penas de cárcel y que los crímenes de la guerra no se juzguen en un tribunal especial, sino en la Corte Suprema. “El conflicto armado colombiano es muy viejo y durante la última década ha sido muy lejano para la gente de las ciudades. Entonces, a muchos les parece que las concesiones a la guerrilla son excesivas, porque no sienten que lo que se está recibiendo sea equivalente a lo que se está dando”, observa Pombo. “Ahora hay que buscar fórmulas creativas y políticamente serias para que las cosas avancen”.

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