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Reportaje:FIN DE SEMANA

El saqueador pillado

De cómo cayó la banda de Erik el Belga en la catedral de El Burgo de Osma

Un manuscrito de 1086 era el objetivo. Pero un caco indiscreto reventó el plan del expoliador y sus secuaces. Un recorrido por la apasionante historia del principal monumento de la villa soriana.

Más vale pedir perdón que pedir permiso". Éste era uno de los "más vales" con los que don Tomás Leal Duque solía entretener a los que se acercaron a visitar la catedral de El Burgo de Osma allá por los años sesenta, setenta y hasta los ochenta.

El canónigo, que ya ha cumplido los noventa años, llegó a reunir un centenar largo de estos refranes, desde los populares "más vale prevenir que curar" o "más vale maña que fuerza", hasta los menos conocidos "más vale din que don" (mejor dinero contante y sonante que tratamientos y dignidades) o "más vale porrón en mano que bodega en foto".

De porrones y de bodegas sabía mucho don Tomás, pues tenía una en las proximidades y, a veces, cuando algún visitante de la catedral le caía en gracia, terminaba bebiendo buen vino y comiendo chorizo en su bodega. Pero esto sucedía después de que el sacerdote le mostrase los tesoros que encierra esta catedral del gótico más puro, que se levantó sobre un templo románico anterior en menos de veinte años, un tiempo récord para la época (entre 1231 y 1246).

Fue el monje cluniacense Pedro de Bourges (más tarde, san Pedro de Osma) quien restauró la antigua diócesis visigoda de Osma. Este primer obispo fue el que ordenó la construcción de la catedral siguiendo el esquema de las iglesias monacales cistercienses, es decir, levantando una iglesia de tres naves que a partir del crucero se remataba con cinco capillas absidales. Dos de las capillas se abrieron en el siglo XVIII para dar cabida a la girola que hoy rodea el ábside del templo.

De la primitiva catedral no hay que perderse los capiteles románicos que permanecieron tapiados durante siglos. Se encuentran entre el claustro gótico tardío que mandó hacer el obispo Enríquez, de quien se dijo que "no tenía más espiritualidad que un jarro", y la sala capitular decorada con pinturas al fresco.

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En esta sala capitular se encuentra otro tesoro: el sarcófago gótico esculpido entre 1257 y 1285 para guardar los restos de san Pedro. Entre escenas de su vida y milagros, llama la atención ver al santo de Osma y a otros dos obispos levantándose de sus tumbas para expulsar de la catedral, a candelabrazos, a un obispo simoniaco, es decir, a un obispo que había comprado el cargo.

Pero de todos los tesoros de la catedral, además de la sacristía y la capilla del Santísimo -ambas diseñadas por Villanueva y la segunda con una lámpara de La Granja regalo de Carlos III-, del retablo de Juan de Juni y Picardo o de la rejería de Juan Francés, el bien más alabado por don Tomás era el Beato de Osma, un manuscrito iluminado del año 1086 cuyas miniaturas explicaba a la velocidad del rayo, sobre todo el mapamundi.

Cuatro ríos en el paraíso

En éste aparece un mundo casi irreconocible, entreverado de realidad y fantasía, que incluye el paraíso cruzado por cuatro ríos: el Tigris, el Éufrates, el Fisón y el Geón. También muestra territorios sólo reconocibles por los nombres, Galicia, España, Roma, Asia, y una región ignota en la que nace el sol y donde luce con tal fuerza que su habitante, el patagón, se da sombra con un enorme pie en alto.

Un día invernal de 1966 se presentó en la catedral un italiano, y don Tomás, cumpliendo con su deber, le enseñó los tesoros, incluyendo su querido Beato. Terminada la visita, como el extranjero le había caído en gracia, don Tomás le invitó a unas pastas y a una copa de vino en su casa.

Al salir, el achispado visitante se fue a una taberna y allí pegó la hebra con un parroquiano al que terminó confesando que aquella misma noche iba a robar en la catedral. El ladrón no podía ni imaginarse que acababa de hacerle la confidencia a un guardia civil de paisano, que no tardó en ir al cuartelillo a informar a sus superiores.

La Guardia Civil detuvo al italiano y se lo llevó al cuartel para interrogarlo. Don Tomás no supo nada de esto hasta que a las nueve de la noche le llamaron por teléfono y le dijeron que esperase a las diez en la puerta principal de la catedral para abrirles. Nevaba y hacía un frío intenso.

El sacerdote acudió a la cita y a las diez en punto franqueó la puerta a unos veinte hombres entre guardias civiles, policías, dos mandos y el italiano, que ya no daba señales de estar borracho. El mando de la Guardia Civil distribuyó a los hombres por las naves de la catedral, escondidos en los confesionarios, apostados detrás de los pilares y agazapados en las capillas. A don Tomás le ordenó que permaneciese en la sacristía, en donde se guardaban, entre otras joyas, el Beato.

A la hora convenida el italiano abrió la puerta occidental de la nave, guarecida entre la gran torre barroca y la capilla con el magnífico escudo del papa Julio II de la Rovere, y en lugar de hacer pasar a sus compinches, les avisó de la encerrona y salieron corriendo de allí. Hubo persecución de la Guardia Civil, que por fin logró detenerlos en San Esteban de Gormaz. Acababan de pillar a Erik el Belga, el mayor ladrón de obras de arte de Europa.

El Beato estaba a salvo y don Tomás pudo seguir enseñando sus iluminaciones a los visitantes. Gracias al vino, Erik el Belga, que no solía pedir permiso para robar obras de arte, tampoco tuvo que pedir perdón por llevárselas.

La catedral de El Burgo de Osma (Soria), que se levantó sobre una iglesia románica, se empezó a construir en el siglo XIII.
La catedral de El Burgo de Osma (Soria), que se levantó sobre una iglesia románica, se empezó a construir en el siglo XIII.SANTI BURGOS

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