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Reportaje:MI AVENTURA | EL VIAJERO HABITUAL

La mítica Alaska Highway

ESTA AVENTURA comienza en el kilómetro cero de una autopista algo desconocida -la Alaska Highway-, justo en la ciudad canadiense de Dawson Creek, en la Columbia británica.

Una expedición de 2.288 kilómetros que termina en la acogedora localidad de Delta Junction, en Alaska. La travesía supone viajar a través del territorio de Yukón (Canadá), una tierra de buscadores de oro cuya historia está reflejada en la película La leyenda de la ciudad sin nombre, de Joshua Logan. Esta vía, la única que une Alaska con el resto del continente, se construyó por razones logísticas durante la II Guerra Mundial. Recorrerla significa admirar maravillosas casas de postas y fuertes, como el Fort Saint John o el Fort Nelson, construidos en el siglo XVIII y convertidos hoy en pequeñas poblaciones.

Conducir por esta autopista silvestre supone asimismo disfrutar de una fauna salvaje que la recorre hambrienta y la utiliza para dormitar aprovechando el calor que el asfalto acumula durante horas. El viajero disfrutará con la vista de osos negros y pardos, bisontes, caribúes, alces, lobos y otros nómadas de cuatro patas que deambulan en busca de pareja. Es una pena que la ruta se complique a causa del cambio climático: gran parte está construida sobre permafrost, una capa de hielo permanentemente congelada situada en el subsuelo, y que ha comenzado a derretirse en algunas zonas. El resultado: la tierra cede, el asfalto se cuartea, las vías férreas se desnivelan y algunas casas se hunden poco a poco o se inclinan por el deshielo del permafrost.

Sin embargo, sólo por quedarse boquiabiertos ante el espectáculo natural de este vasto territorio ya vale la pena la travesía. La mítica Alaska Highway atraviesa infinitos bosques y bordea lagos de aguas de color turquesa. En la orilla oeste del lago Kluane, el más grande de Canadá, cabe destacar Destruction Bay, un pueblo de 43 habitantes que debe su nombre a una violenta tormenta que arrasó con todo a su paso. Una localidad que se encuentra en el bello valle de Shakwak, cerca de la maravillosa reserva natural del parque nacional de Kluane. También es recomendable pararse a fotografiar los inmensos glaciares que jalonan la autopista.

El itinerario desvela dos mundos muy diferentes: uno más moderno, lleno de grandes superficies y gasolineras, y otro habitado por los primeros pobladores de esta tierra, los indígenas. El pueblo de los inuits, por ejemplo, vive de la caza y de la pesca, y mantiene todavía sus tradiciones y leyendas intactas. Una cultura conocida por la belleza de su artesanía, sobre todo por sus esculturas, la mayoría en esteatita, que el visitante podrá adquirir. En definitiva, un viaje que contiene en sí mismo la esencia de la aventura.

Juan José Lara, Eugenio Contreras y Belén Lara, en la frontera de Alaska con Canadá.
Juan José Lara, Eugenio Contreras y Belén Lara, en la frontera de Alaska con Canadá.

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