_
_
_
_
_
Reportaje:ESCAPADAS

Vestigios de la Amsterdam judía

La ruta de las sinagogas y de las casas de Rembrandt y Ana Frank

1 Sinagogas

Al igual que en otras ciudades europeas (Praga, Varsovia, Vilna...) lo que queda del antaño próspero barrio judío de Amsterdam es el vacío. Nuevos edificios, algunos vanguardistas, orillan las arterias más viejas de la ciudad, aquellas que entramaban la zona hebrea, que iba del Niewmarkt (donde está el Peso) hasta la Meijerplein o campa donde se alzaron tres sinagogas. Antes de la II Guerra Mundial pasaban de 100.000 los judíos de Amsterdam. Casi todos fueron deportados, y la mayoría, asesinados.

La Gran Sinagoga es, a pesar de su nombre, la más pequeña y la más antigua, ya que estaba terminada en 1671. Hacia 1752, la comunidad había crecido tanto que se necesitaba levantar otra. Los nazis las arrasaron, como hicieron con todo el barrio. Restauradas y revitalizadas, constituyen ahora la sede del Museo Judío. Frente a éstas se alza la llamada sinagoga de los Portugueses, la más señorial, consagrada en 1675 y abierta al culto. Sus líneas clasicistas parecen añorar la pujanza de un barrio castigado, y escenario de actuales contrastes, como acodar el cubismo de la Escuela Superior de Bellas Artes con la pintoresca Casa de la Esclusa, de 1695. Frente a ambas, al otro lado de la Joden Breestraat, eligió Rembrandt una opulenta mansión para vivir y trabajar.

2 La Casa de Rembrandt

¿Por qué eligió el pintor el barrio judío? Cuando compró la casa, en 1639, estaba en el cenit de su éxito; tal vez lo que buscaba era tener a mano los modelos y tipos que debía plasmar en sus cuadros y grabados de ambiente bíblico. Los problemas vinieron casi 20 años después, con las deudas y la quiebra. Un notario levantó acta de cuantos objetos de valor había en la casa, antes de subastarla.

Gracias a esa relación se han podido reconstruir al detalle, una por una, todas las estancias de la casa. Tras un año de trabajos, la casa se reabrió como museo en 1999. Sorprende su opulencia burguesa. Curiosamente, era la cocina la pieza más confortable, hasta disponía de un amago de agua corriente (a base de una bomba de mano). Muebles taraceados y cuadros debían deslumbrar a las visitas y posibles compradores. El artista los recibía en la antecámara, con una copa de vino puesto a refrescar en un lujoso enfriador de mármol; algunos huéspedes podían incluso quedarse a dormir.

Boletín

Las mejores recomendaciones para viajar, cada semana en tu bandeja de entrada
RECÍBELAS

La casa de Rembrandt no es un muestrario yerto; los miércoles y fines de semana, su tórculo gira de nuevo para mostrar los secretos del grabado, y en el gran estudio, muchachas ataviadas de época explican cómo los fámulos del pintor confeccionaban los colores y auxiliaban al maestro.

3 La casa de Ana Frank

No está en el barrio judío, sino en el número 267 del Prinsengracht. En ella se escondieron, durante la ocupación nazi, ocho personas. La historia de esta ocultación quedó registrada en el diario de Ana, una adolescente de apenas 13 años; el diario, publicado en 1947, se ha convertido en el libro holandés más vendido de la historia. Y la casa, abierta al público en 1960, es el museo más concurrido de Holanda, con cerca de un millón de visitantes al año.

"La casa de atrás" -ese era el título original del diario- era la parte interior del edificio, donde se hallaban los almacenes y oficinas de la empresa para la que trabajaba Otto Frank. Ana cumplió 13 años mientras permanecían ocultos. El 4 de agosto de 1944, alguien delató el escondrijo. Todos murieron en los campos de exterminio, excepto Otto, el padre. Cuando regresó, una vecina le entregó los cuadernos de su hija. La casa, reacondicionada en 1998, no se puede decir que sea un museo, es más bien un catalizador; el escondrijo se mantiene tal cual. Un lugar que no deja indiferente a nadie. "Una sola Ana Frank", escribió Primo Levi, superviviente de Auschwitz, "nos conmueve más que tantos otros que sufrieron como ella, pero cuyos rostros han permanecido en la sombra. Tal vez sea mejor así, si fuéramos capaces de cargar con todo el sufrimiento de esa gente, no podríamos soportar el hecho de vivir".

Terraza del restaurante De Waag (El Peso). El histórico edificio, de 1488, es el centro del antiguo barrio judío de Amsterdam.
Terraza del restaurante De Waag (El Peso). El histórico edificio, de 1488, es el centro del antiguo barrio judío de Amsterdam.CARLOS PASCUAL

GUÍA PRÁCTICA

Visitas e información- Museo Histórico Judío (00 31 20 5 310 310; www.jhm.nl).Nieuwe Amstelstraat, 1. De 11.00 a 17.00 horas. Precio: 6,50 euros.- Casa Rembrandt (00 31 20 520 04 00; www.rembrandthuis.nl).Jodenbreestraat, 4. De 10.00 a 17.00 (domingos y festivos, de 13.00 a 17.00). Precio: 7 euros.- Casa de Ana Frank (00 31 20 556 71 05; www.annefrank.nl).Prinsengracht, 267. De 9.00 a 19.00. Entrada: 7,50 euros. - Oficina de turismo de Amsterdam (00 31 20 201 88 00; www.visitamsterdam.nl).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_