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Reportaje:RUTAS ARQUITECTÓNICAS

Arquitectos que juegan a las casitas

El nuevo VitraHaus, del equipo Herzog & De Meuron, se erige como uno de los logros arquitectónicos del año. La sede de Vitra en el pueblo alemán de Weil am Rhein es un museo de edificios del presente

¿Cuándo puede un edificio justificar un viaje? ¿Qué necesita una casa para convertirse en monumento? El nuevo VitraHaus, de los arquitectos Herzog & De Meuron, en Weil am Rhein, junto a la frontera alemana con Basilea, responde a esas dos preguntas. Y lo hace deslumbrando.

Evidentemente, una gran obra no es sólo el trabajo de un buen arquitecto. Un porcentaje fundamental del éxito, o el fracaso, lo pone el cliente. Y no puede existir uno mejor que un visionario de la arquitectura como es el empresario Rolf Fehlbaum. Su romance con los edificios de vanguardia es legendario. El propietario de la fábrica de muebles Vitra fue el primero en darle la oportunidad de construir a la iraquí Zaha Hadid (1993), el primero en traer a Frank Gehry a Europa para firmar un ensayo del Guggenheim en su Vitra Museum (1989), y el primero también en conseguir que el Premio Pritzker japonés Tadao Ando construyera un pabellón en el continente europeo (1993).

Esta vez no ha tenido prisa. Su nueva sede VitraHaus es así un monumento a su paciencia a la hora de trabajar con sus amigos y vecinos de Basilea, Jacques Herzog y Pierre de Meuron, los hoy galácticos autores del Estadio Olímpico de Pekín con forma de nido, que, cuando Fehlbaum comenzaba su colección de edificios, vivían de diseñar casas, las casas más sobresalientes del paisaje alpino.

Del pueblo al mundo

"La idea del Campus Vitra [una colección de edificios donde se dan cita todos los autores citados y varios más: Álvaro Siza, Kazuyo Sejima, Buckminster Fuller o Jean Prouvé] era traer el mundo al pueblo fronterizo de Weil. Ahora, tal vez haya llegado el momento de hablarle desde aquí al mundo", explica Fehlbaum. Para hablarle al mundo, esta empresa -que ha hecho de la diversidad de las butacas de los Eames, Panton o los Bouroullec su sello característico- ha elegido la forma más elemental de la arquitectura: una cubierta a dos aguas. Sin embargo, la ha mostrado de la manera más compleja: multiplicándola, alargándola y apilándola.

El resultado es un edificio sorprendente, pero cercano. Con los tejados sencillos de una casa prototípica y con bancos de madera como zócalos exteriores, abrigando el edificio. Las viviendas amontonadas componen una monumental montaña poliédrica que anuncia, desde lejos, nueva vida en el Campus. Y en el pueblo. Pero, a la vez, las cubiertas oscuras se confunden con los tejados de pizarra del entorno y remiten a la cima de la colina Tüllinger, que apunta hacia Basilea y, más allá, hacia una cercana Alsacia.

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El interior del edificio no defrauda. Los muebles son la especialidad de la casa. La colección de hogar está expuesta remarcando la diferencia entre un almacén de mobiliario y un interior doméstico. A VitraHaus, uno viene a quedarse con la boca abierta. Por eso, en lugar de ver muebles ve casas: cada una de las plantas funciona como un loft abierto e impecablemente amueblado.

La extraña forma del edificio no hace pagar un alto precio complicando los recorridos interiores. Todo lo contrario: se circula con fluidez a través de rampas, escaleras y salas que unen cada uno de los pisos y descubren rincones insólitos.

De la colección histórica de sillas a la acogedora cafetería (hubo un concurso de caligrafía entre los empleados para decidir quién escribiría el menú en la pizarra), de la tienda de regalos a los diversos showrooms de la firma, no es posible ponerle ninguna pega. Todo está pensado. Todo controlado. Todo acoge y sorprende a la vez: el pavimento, de roble acuchillado, los altavoces, ocultos tras las paredes agujereadas...

Ventanas con 'zoom'

En cada uno de los espacios alargadosy, los ventanales parecen levitar. El suelo está separado del cristal formando un escalón que de lejos no se percibe. Ese peldaño es, además, un lugar para colgarse a contemplar las vistas a la colina, Basilea o el propio Campus Vitra, que las ventanas del nuevo edificio, convertidas en escaparates, parecen acercar como enfocándolas con un zoom. Los arquitectos demuestran con esos gestos cuidados que no hay detalle capaz de estropear un buen inmueble (ni alarma, ni extintores, ni secador de manos de última hora) cuando los proyectistas ponen sus cinco sentidos en planificarlo todo. Lo sobresaliente es que un edificio tan calculado respire tanta naturalidad. Merece la pena verlo.

Pero que nadie se confunda. Éste no es un viaje sólo para arquitectos. Es para los que aprecian dos cosas con frecuencia incompatibles: las sorpresas y el trabajo bien hecho. Para quienes encuentran placer cuando todo está en su sitio, y ese sitio no es el que ellos esperaban.

Explorar la frontera

Con todo, si alguien considera que contemplar una obra maestra y la compañía del temprano museo de Gehry, el pabellón de Ando o la antigua gasolinera de Jean Prouvé no justifican un viaje a Basilea, pueden coger el mapa de la frontera entre Suiza y Alemania y exprimirlo: la Fundación Beyeler de Renzo Piano, o el Schaulager, de los propios Herzog & de Meuron, no les dejarán tiempo libre.

Para profanos y convencidos: una insuperable lección de arquitectura contemporánea empaquetada en forma de casa. Vitra comenzó vendiendo vitrinas. Herzog y de Meuron se hicieron famosos con sus primeras viviendas. Ambos han vuelto a casa. Pero han regresado crecidos.

Uno de los laterales del nuevo VitraHaus de Weil am Rhein, proyectado por los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron.
Uno de los laterales del nuevo VitraHaus de Weil am Rhein, proyectado por los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron.IWAN BAAN

Guía

Información

» Campus Vitra (Charles-Eames-Strasse, Weil am Rhein, Alemania; www.vitra.com; 00 49 76 21 70 20).

» Museo de Diseño Vitra (Charles-Eames-Strasse, 1; 00 49 7621 702 32 00; www.design-museum.de). Abre todos los días de 10.00 a 18.00. Entrada, 8 euros. Visitas guiadas de dos horas por la arquitectura del Campus, 9,50 euros.

» Fundación Beyeler (Baselstrasse, 101, Riehen, Basilea, Suiza; 00 41 61 645 97 00; www.beyeler.com). Entrada, 17 euros.

» Fundación Schaulager (Ruchfeldstrasse, 19, Münchenstein, Basilea, Suiza; 00 41 61 335 32 32; www.schaulager.org).

» Turismo de Weil am Rhein (www.weil-am-rhein.de; 00 49 7621 422 04 40).

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