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Reportaje:24 HORAS EN... BOSTON

Abran paso a los patitos

En el jardín botánico esperan ocho aves de cuento. Dulces en el barrio italiano, tiendas en la calle de Newbury y los vestidos de Jackie en el Museo de Kennedy. El corazón de Boston es un parque

Patricia Gosálvez

Boston fue la primera en casi todo. En sus calles está la primera biblioteca de Estados Unidos; bajo ellas, el metro más antiguo. Allí se prohibió por primera vez fumar en público, en 1632, y se construyó el primer faro. Ventajas de estar a 50 kilómetros de donde desembarcó el Mayflower.

9.00 Cisnes y ocho patitos

Es toda una declaración de intenciones que el centro de una ciudad sea un parque. El Boston Common (1) es el primer parque público de EE UU y la joya del Collar de Esmeraldas, el cinturón verde que atraviesa Boston. Adquirido en 1634 por los colonos puritanos a un ministro anglicano por 30 libras (en participaciones de seis chelines), fue pasto de ganado, campo de entrenamiento militar y cadalso. Hoy, en su lago de Las Ranas montan una pista de patinaje sobre hielo en invierno, y una piscina para niños en verano. Justo al lado, la laguna del victoriano Public Garden (2), el primer jardín botánico de EE UU, ofrece paseos en cisnes-pedaló idénticos a los que disfrutaban los burgueses del XIX. En la entrada da la bienvenida una escultura de bronce que homenajea a sus habitantes más famosos, los protagonistas del cuento infantil Abran paso a los patitos. Están todos: Jack, Kack, Lack, Mack, Nack, Ouack, Pack y Quack.

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11.00 Siga la línea roja

Por todo Boston, una línea de adoquines rojos marca el camino de la libertad. El Freedom Trail es un recorrido por los hitos de la independencia americana. Se puede pasear a solas -las 16 paradas tienen paneles informativos- o con una de las visitas guiadas que salen de la oficina de turismo del Boston Common (http://www.thefreedomtrail.org/). Se detiene en maravillosos cementerios donde están enterrados los padres de la patria, en la Sede del gobierno regional (3) (Beacon Hill), que con su cúpula dorada es el modelo de todos los capitolios que vinieron después, o en la iglesia de Park Street (4) que Henry James, autor de Las bostonianas, definió como "el amasijo de ladrillo y mortero más interesante de América". En sus escalones se cantó por primera vez el primer himno del país (todavía con la música del británico God save the Queen). El Freedom Trail no anda escaso de "primeros": pasa por King's Chapel (5) (Tremont con School), la primera iglesia anglicana de EE UU, y por el Old City House (School, 45) (6), donde estuvo el primer colegio público del país y aún permanece la primera estatua, erigida en honor de Benjamin Franklin en 1856.

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Pero, sobre todo, el Freedom Trail es una lección de historia. La raya roja bordea la actual isleta de tráfico donde tuvo lugar la Masacre de Boston (7) (Washington con State), la trifulca callejera entre soldados de la reina y colonos que hizo saltar la chispa de la revolución en 1770. Justo enfrente, siete años después, desde el balcón de la Old State House se leyó la Declaración de independencia seguida por 13 cañonazos en honor de los Estados recién unidos. Entre medias, el Motín del té (venden bolsitas conmemorativas) y sangrientas batallas en las que ayudó mucho Paul Revere, uno de los jinetes de medianoche, que recorrió la región avisando del avance de las tropas inglesas. La casa que habitó en el siglo XIX se puede visitar (8) (http://www.paulreverehouse.org/; North Square, 19); es la más antigua de la ciudad y un precioso ejemplo de la arquitectura popular del XVII.

13.00 Bésame, ¡soy italiano!

Es una suerte que el hogar del patriota esté en pleno North End, la little Italy bostoniana. El único problema para comer es decidirse por una de las decenas de trattorias ambientadas con fotos de Sinatra y música de tarantela. Abundan las tiendas de souvenirs -donde venden camisetas con lemas como "Kiss me, ¡I'm Italian!"- y pastelerías. Un número inusitado de peatones porta cajas de Mike's Pastry Shop (Hanover, 300) (9): no es de extrañar, de sus hornos salen casi un centenar de tipos de dulces italianos, entre ellos unos canolli para desmayarse. Si se quiere probar la cocina local, Ye Olde Union Oyster House (10) (Union, 41) ofrece un delicioso chowder (típica crema de mariscos) desde 1826. ¿Lo han adivinado? Es el restaurante operativo más antiguo de EE UU. Enfrente, la Bell in Hand resulta ser la primera taberna del país.

15.00 Isabella entra gratis

Boston hace honor a su fama de ciudad culta. El número de museos para una capital de 600.000 habitantes es apabullante (http://www.museumsofboston.org/). Tanto que hay incluso una Avenida de los Museos. Los hay enciclopédicos -como el de Bellas Artes (11) (http://www.mfa.org/; Huntington Avenue, 465), que guarda más de 450.000 objetos-, e interactivos -como el de Ciencias (12) (http://www.mos.org./. Science Park, 1)-. En el elegiático Museo de John F. Kennedy (13) (http://www.jfklibrary.org/; Columbia Point), ubicado en un edificio del arquitecto I. M. Pei, se explica de forma amena la vida de JFK y Jackie (¡hay vestidos!) y la política de los sesenta. Incluso hay un barco museo, el USS Constitution (14) (www.ussconstitution.navy.mil; Constitution Road, 1). Sin embargo, el más especial es el Museo Isabella Gardner (15) (http://www.gardnermuseum.org/; The Fenway, 280), una suerte de palacete renacentista veneciano mandado construir por la millonaria para albergar su colección de arte. Sus salas tienen el encanto cosmopolita de su fundadora y quien se llame Isabella entra gratis.

Para pasar la tarde al aire libre, a diez minutos en metro, en la ciudad de Cambridge (en la práctica, un barrio) está el prestigioso instituto MIT y la Universidad de Harvard, donde estudió gente como Roosevelt, Dos Passos, E. E. Cummings, Randolph Hearst (que fue expulsado) o Bill Gates (que no llegó a graduarse).

17.00 ¡Compre!

A pesar de su pasado puritano, Boston está lleno de tentaciones de esas que duelen en la cartera. En Newbury Street (16), los bajos de las casas victorianas alojan tiendas monas y grandes marcas. Para compras más compulsivas y turísticas, el mercado Fanehuil Hall (17), en la plaza homónima, lleva comerciando 250 años. A pesar de su espíritu europeo, esto es América y abundan los grandes centros comerciales; en el Prudential Center (18) (Boylston, 800) hay un magnífico observatorio de 360 grados a 50 pisos de altura.

20.00 Delicias exóticas

Como en todas las ciudades de EE UU, la mejor gastronomía viene de fuera. Tailandeses, chinos, judíos, italianos... cada comunidad inmigrante ha dejado su deliciosa huella. El laureado Helmand's (19) (http://www.helmandrestaurantcambridge.com/; First, 142, en Cambridge) sirve, en un ambiente de cuarto de estar, exóticos platos afganos. No puede ser más auténtico: el dueño es hermano del presidente Karzai.

La visita no estaría completa sin tomar una copa "donde todo el mundo sabe tu nombre". Es imposible no canturrear la televisiva melodía cuando uno baja las escaleras de Cheers (20) (Beacon, 84). Por dentro, el local no es el de la serie (que se rodó en un decorado) y aunque el merchandising lo ocupa todo, es un lugar agradable y espacioso. Para una velada de lo más yankee, la bolera King's - 21 (Dalton, 50) ofrece 16 pistas de bolos y ocho mesas de billar vintage.

Lo mejor: acabar la noche en la cárcel, pero cómodamente tomando un cóctel. El Liberty Hotel, en una antigua prisión, aloja el lounge-bar Alibi - 22 (www.alibiboston.com; Charles, 215). El nombre significa coartada y tras sus rejas los delincuentes sólo son culpables de pasar un buen rato.

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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