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Reportaje:

Vuelve la dirección a las cuatro ruedas

Marcos Baeza

En las calles más estrechas del corazón de las grandes ciudades, el nuevo Laguna GT gira con la soltura de un utilitario; en las esquinas más cerradas de los garajes pasa a la primera, donde otras berlinas exigen un segundo intento; y en las maniobras de aparcamiento, la dirección a las cuatro ruedas reafirma sus virtudes y permite estacionar el coche con mayor rapidez y comodidad. La tecnología de las cuatro ruedas directrices reduce el radio de giro de los 12,5 metros en el Laguna normal a tan sólo 10,8 en el GT.

Las ventajas se aprecian también en carretera, porque las curvas más lentas (puertos de montaña, vías secundarias) se toman con más agilidad, y en las más rápidas (trazados amplios, autopista), el coche parece circular sobre raíles y transmite mucho aplomo. Siempre exige girar el volante menos que en un coche con dirección convencional, y la clave es el efecto direccional que imprimen las ruedas traseras. Hasta 60 km/h. se mueven en sentido contrario a las delanteras y mejoran el radio de giro en ciudad y el dinamismo en trazados revirados. A más velocidad acompañan en el giro a las de delante y refuerzan la precisión de guiado y la estabilidad.

Antecedentes japoneses

En España y Europa, la dirección a las cuatro ruedas llegó a finales de los años ochenta con dos deportivos japoneses, los Honda Prelude y Mazda MX-6. A pesar de sus aportaciones, el sistema no caló en el automóvil y desapareció casi por completo a mediados de los noventa con el cese de producción de estos modelos. En cambio, encontró su hueco en autobuses, camiones y vehículos militares y de obras, donde se sigue utilizando.

Renault es la primera marca que retoma el sistema en Europa, y lo incluye de serie en el Laguna GT, una versión especial que llegará en junio y se ofrecerá en las dos carrocerías, berlina y Grand Tour o familiar. Aparte de la dirección a las cuatro ruedas, que se denomina Active Drive, esta variante aporta una estética más deportiva y un chasis más dinámico que realza las cualidades del sistema de cuatro ruedas directrices. La guinda la ponen dos motores con mayor potencia que en los demás Laguna: 2.0 turbo de 205 CV y 2.0 dCi turbodiésel de 180 CV, ambos con cambio manual de seis marchas. El Laguna GT dCi cuesta 30.700 euros, y el de gasolina, 31.100. La variante Grand Tour es 1.000 euros más cara.

La marca francesa ofrecerá también el sistema en el próximo Laguna Coupé (otoño), aunque todavía no ha confirmado si será o no de serie. Aparte de Renault, BMW podría aplicarlo en futuros modelos grandes, como el Serie 7, e Infinity, la división de lujo de Nissan, aterrizará en Europa el próximo octubre con varios modelos de cuatro ruedas directrices.

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ESP y ejes traseros direccionales

Originalmente, el dispositivo buscaba mitigar la tendencia a deslizar de delante y mejorar el comportamiento. Pero la aparición de las suspensiones traseras con efecto direccional, que ayudaban a redondear los virajes y resultaban más simples y económicas, lo relegaron a un segundo plano. Hoy día, muchas marcas utilizan esta solución, que popularizó el Citroën ZX de 1991. Pero el punto culminante fue el estreno del control electrónico de estabilidad ESP en los años noventa, que ayudaba a corregir las trayectorias con mayor eficacia y seguridad.

El regreso de la dirección a las cuatro ruedas se relaciona con los avances de la electrónica, que han hecho posible eliminar las conexiones mecánicas de los sistemas originales, reducir costes y afinar el funcionamiento. Si antes el giro de las ruedas traseras era más o menos fijo, con varias posiciones establecidas, y cambiaba mucho la conducción del coche frente a uno con dirección normal, ahora se adapta al instante a cada situación, funciona con gran precisión y el conductor disfruta sus cualidades sin tener que asumir reacciones extrañas. En el caso del Laguna GT, la centralita de control analiza cada 0,1 segundos el estado dinámico del vehículo y aplica el ángulo de giro ideal a cada circunstancia. Además, el sistema se coordina con el ESP y mueve también las ruedas para ayudar a controlar las emergencias. Contribuye siempre, pero aporta una seguridad superior a lo habitual en situaciones críticas como las maniobras de esquiva -los volantazos que se dan para salir del carril, esquivar un obstáculo y volver a él- y las frenadas más fuertes.

El nuevo GT es el Laguna más eficaz y una de las berlinas con mejor comportamiento del mercado. Frente a los demás Laguna, tiene una dirección con mejor tacto y mayor agarre y aplomo, aunque no se debe sólo a las cuatro ruedas directrices, sino también a que incluye un chasis más deportivo, con neumáticos más anchos, grandes llantas de 18 pulgadas y amortiguadores más enérgicos.

ASÍ FUNCIONA

UN MOTOR eléctrico y dos pequeños brazos (número 5 en la foto) se ocupan de mover las ruedas traseras a partir de 2 km/h. y llegan a girar 3,5 grados (las delanteras, más de 50 grados). La operación está controlada por una centralita (3), que tiene en cuenta el ángulo de giro del volante y la velocidad y trayectoria del vehículo. Recibe información de los sensores del ABS y del control de estabilidad ESP (1), y también de la dirección (2), y los datos se recogen a través de una red de alta velocidad (4). El sistema de cuatro ruedas directrices de Renault es más simple y eficaz que los dispositivos mecánicos originales de los años ochenta y pesa sólo 19 kilos.

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Sobre la firma

Marcos Baeza
Redactor de Motor, especializado en producto y tecnología. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS, desde 1998, ligado siempre al automóvil. Sigue la actualidad del sector, prueba los nuevos modelos que llegan al mercado y analiza las tendencias y tecnologías asociadas, como la nueva movilidad eléctrica.

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