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Crítica:DORMIR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Chirimiri versallesco

CASTILLO DE ARTEAGA, una torre del siglo XIX en la reserva de Urdaibai

El lugar parece que invita a jugar un partido de golf, pero no. Es ese verde charol que deslumbra en la distancia e informa de que aquí llueve mucho. La hipotética casa club descolla entre los encinares, robledales y castañares que conforman la reserva de la biosfera de Urdaibai y sus dolinas o socavones kársticos, de creciente atractivo turístico en el País Vasco. Descolla gracias a su silueta de torre neogótica, heredera seguramente de una anterior erigida en el siglo XV, aunque esta fue construida en 1856 por Napoleón III y Eugenia de Montijo en honor al nombramiento de su hijo Eugenio Bonaparte (Napoleón IV) como vizcaíno de origen, pues la emperatriz era también solariega de Arteaga. Con tan nobles antecedentes no sorprende que la propiedad de la torre la haya decorado para su explotación hotelera en un aparatoso estilo versallesco. Hay que verlo para creerlo.

Hotel Castillo de Arteaga

PUNTUACIÓN: 6

Categoría oficial: 4 estrellas. Dirección: Gaztelubide, 7. Gautegiz-Arteaga (Vizcaya). Teléfono: 946 27 04 40. Fax: 946 27 03 40. Internet: www.castillodearteaga.com. Instalaciones: sala de banquetes, comedor. Habitaciones: 7 dobles, 6 suites; todas con calefacción, teléfono, TV satélite, minibar, secador de pelo, habitaciones para no fumadores. Servicios: no posee habitaciones adaptadas para discapacitados, no admite animales domésticos. Precios: desde 135 euros + 8% IVA; desayuno incluido.

De las 13 habitaciones, únicamente las sencillas consiguen un efecto sedante, incluso romántico, a escala de la mayoría de los huéspedes que buscan un descanso sin pedigrí. La especial incrementa el barroquismo del hotel con sus frisos esculpidos en el cabecero y una bañera redonda de gresite gris blanco. Las habitaciones del Torreón rompen la aparente sencillez de la escalera en dúplex por los perifollos del cabecero y el mobiliario casi metido con calzador. La suite del Torreón, ampulosa por su ábside de cabecero, seduce al menos por la piscina que culmina las almenas, en uso de mayo a octubre. La suite principal es el escenario perfecto para revivir la Anunciación de Fra Angelico... Y la suite María Eugenia, que debería ser la culminante de la torre, se queda en una piecita femenina para darse un gusto debajo del dosel dorado que preside la pared de cama y jugar una partida de ajedrez a media tarde, mientras los maridos guerrean en batallitas prusianas o cominean frente al televisor acerca de la última jugada de Messi. En todas, eso sí, las vistas merecen un sofá confortable al otro lado de los ajimeces, sobre el charol verde de Ozollomendi, el corazón limpio de Urdaibai.

La gran baza del establecimiento reside en su cocina. Más propiamente en la elaboración no engolada de los platos, vástagos del recetario local. Chipirones encebollados, pulpo asado, bacalao al pilpil, chuletón de Zaldúa... Tres menús diferentes y personales para imbuirse del verdadero espíritu de Arteaga, que no es otro que el disfrute de la naturaleza a través de los ventanales en todo su esplendor y biosférica pluviosidad: entre 1.300 y 1.500 milímetros al año. ¡Un chirimiri de sensaciones inolvidables!

Torreón del hotel Castillo de Arteaga.
Torreón del hotel Castillo de Arteaga.

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